Elecciones

Aznar ya no ejerce ni de valioso jarrón chino

  • Cospedal intenta justificar sin mucho éxito la ausencia del ex presidente del Gobierno de la campaña del PP

UNO de los peores momentos para un presidente del Gobierno es aquel en el que le entrega las llaves de la Moncloa a su sucesor y pasa a la reserva. Debe ser duro el retorno a casa sin más responsabilidad que la de impedir que la tostada se queme y el café salga aguado. Es la teoría del jarrón chino, ésa por la que los partidos nunca saben qué hacer con sus vacas sagradas una vez cumplida su misión. Son hombres de Estado, pero sin estrado. En Estados Unidos esto lo tienen mejor solucionado y los ex presidentes entran a formar parte de la liga de conferenciantes de alto nivel además de ser asesores de quienes les sustituyen, sobre todo en materia de política exterior. (Ya se sabe que los americanos llevan bastante mal eso de saber qué hay más allá de la frontera de Texas o Canadá).

En España la cosa es algo diferente y ha sido tónica común que los ex presidentes hayan mantenido cierta tensión con sus sucesores. Les ha pasado a todos, quizás con la excepción de José Luis Rodríguez Zapatero quien, como salió casi a gorrazos de Moncloa, ha tenido una resaca de poder muy discreta. Aun así, el ex presidente, como Felipe González, acompañará a Pedro Sánchez en varios actos durante estos días. Mientras, en la acera de enfrente, la del PP, la cosa está más complicada y flota una duda en el ambiente de esta campaña electoral: ¿dónde está José María Aznar? Buena pregunta.

María Dolores de Cospedal tuvo que responder ayer a esto en un acto en Toledo y defendió la ausencia de Aznar de la caravana popular aduciendo que éste no tiene por qué participar en todas las campañas y recordó que "ya lo ha hecho en muchas". Grandísimo pego que logró empeorar cuando dijo que "si las condiciones hubieran sido favorables para él o hubiera habido otro tipo de agenda, a lo mejor podría haber participado". De esto se colige que cuando se empezó a diseñar la campaña (que no debe haber sido hace quince días) el teléfono del ex presidente no daba señal o estaba comunicando. Pero no quedó ahí la cosa y la secretaria general del PP fue más allá en el estropicio al zanjar la cuestión con un poco convincente "no es una cuestión en la que nos hayamos ocupado más tiempo del necesario". Impagable. Excusatio non petita...

Es cierto que no debe ser plato de gusto salir la primera a defender que el PP haya dejado al margen de los actos a quien fuera su refundador, su principal referente y su primer inquilino en Moncloa. A Cospedal, que parece haber perdido la batalla otra vez con Soraya, le toca bailar con la más fea. A nadie escapa que si Rajoy pudiera enviaría a Aznar de viaje a las Azores, pero sin billete de vuelta, pues cada vez que el ex presidente ha abierto la boca en estos cuatro años ha sido para dejar en evidencia a quien en otro tiempo fuera su delfín. El marido de Ana Botella es hoy por hoy una patata caliente para el partido en el poder, se muestra ingobernable y contribuye a empeorar la imagen de los suyos defendiendo contra viento y marea una invasión de Iraq de la que hasta Tony Blair se ha desmarcado. Rajoy sabe que el voto que le fijaba su antecesor está más o menos amarrado y no quiere cometer el error de que unas declaraciones fuera de tono le dificulten aún más su reelección y reactiven el potente antiaznarismo que habita en parte del país.

Aznar ya no suma y para que tampoco reste lo mejor es dejarlo en su casa haciendo abdominales o jugando al pádel con sus amigos. Que para reivindicar un presidente bueno ya estuvo ayer el gallego en Ávila junto a Adolfo Suárez, el hombre de la Transición que se disputan los populares y Ciudadanos. Aznar resta, Suárez suma. Y como además el avulense sólo está presente en forma de estatua no corre el riesgo de hablar y dejar en evidencia a Rajoy. Que todo cuenta.

bustamante

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