Elecciones

Pedro sonríe al otro tripartito

  • Felipe González sostiene que Rajoy y Podemos reeditan la pinza contra el PSOE Pablo Iglesias redobla su apuesta por el referéndum secesionista de Cataluña El líder del PP prepara el cara a cara y augura "la gran victoria" para su partido

PEDRO Sánchez es como un pez, con escamas; cuentan quienes lo conocen que es poco empático, que hasta en las distancias más cortas es un témpano. Esto, que es un problema para todo candidato, se ha convertido en una ventaja para el socialista: él es quien mejor está aguantando el desánimo que está inoculando el resto de partidos en su formación. La guerra psicológica también es otro modo de hacer política, que diría Clausewitz. ¿Cómo comenzó todo? ¿Qué ha ocurrido para que el candidato socialista pase en apenas tres días de posible presidente a perdedor? En el Congreso de los Diputados, el domingo pasado durante la celebración del Día de la Constitución, Mariano Rajoy le dijo a Pablo Iglesias que Podemos iba muy bien, el líder morado fue el que mejor aprovechó el debate del lunes siguiente y, a partir de ahí, azules, naranjas y más violetas se echaron encima del soldado Pedro, olieron que el PSOE podía desangrarse en votos y apretaron. Felipe González, que sabe colocar muy bien los acentos a la comunicación política, comparó ayer a Rajoy y Pablo Iglesias con los extremos de la pinza que en los años noventa le hicieron José María Aznar y Julio Anguita, el del sorpasso al PSOE. Y, en ese caso, es cierto, Iglesias quiere adelantar a los socialistas por la izquierda, y para ello está dispuesto a mostrar su pedigrí, nombre de pila incluido.

Si Felipe González, desde Espejo Público, en Antena 3, criticó esta estrategia, desde Ferraz se explicó el verdadero tripartito es el del PP, Ciudadanos y Podemos. ¿Y Pedro? ¿Qué opina Pedro?

El candidato socialista no se amilana, pasó por Toledo, donde hay alcaldesa de su partido, y pidió tres cosas a su gente: trabajo, "dejarse la piel" y "sonrisa, porque con sonrisa vamos a ganar el 20 de diciembre". A medida que transcurren los días de las campañas electorales, la opinión pública va consensuando cierto resultado. Con independencia de a quién se vote, se coincide en el quién va a ganar y este estado de opinión se va filtrando a los equipos de los candidatos. Al final, el que va de ganador tiene que pedir a los suyos que rebajen la euforia, y el perdedor virtual pone cara de derrota. Otra cosa es el resultado, pero las expectativas pesan bastante. Alfredo Pérez Rubalcaba y Joaquín Almunia arrastraron cara de pena en los últimos días de sus campañas, pero Pedro Sánchez va a ser el último en admitir una derrota que ni aún se ha producido ni tiene por qué ocurrir. "En estas elecciones hay muchas opciones políticas, pero la mayoría de ellas llevan a perpetuar a Rajoy, el único que garantiza el cambio es el PSOE", afirmó en Toledo.

Pablo Iglesias, de gira ayer por Cataluña, vuelve a ir sobrado. Tiene razones para el optimismo, hace 50 días, cuando debatió con Albert Rivera en Salvados estaba abatido, cansado, hasta Carolina Bescansa tuvo que admitir que no estaban preparados para formar Gobierno, pero el espíritu de remontada está surtiendo efecto. Quizás Iglesias se haya quitado de encima el peso de la Presidencia, y vuelva a ser natural, naturalmente Pablo, a veces brillante, a veces faltón.

Ayer avanzó ayer un paso más en su propuesta de referéndum independentista de Cataluña. Sin una rectificación, que sería obligada, de lo que fue el 4 de diciembre de 1977 en Andalucía, el líder de Podemos aseguró por la mañana en Barcelona que el referéndum debía de ser "urgente". Antes de un año porque, a su entender, si no es así, perdería su función. Pero por la tarde, en otro foro, también en Barcelona, condicionó el apoyo de Podemos en una investidura a que el candidato a presidente acepte este referéndum. Nunca había llegado a tanto. Su partido defiende la celebración de esta consulta vinculante, aunque sostiene que solicitaría el no a la secesión. Iglesias había utilizado un argumento histórico que carecía de todo rigor, que Andalucía también se había autodeterminado en 1977, craso error, porque lo que la comunidad solicitaba fue, simplemente, la autonomía ante el temor de que el autogobierno sólo llegase a Cataluña, el País Vasco y Galicia. El número uno de Podemos por la provincia de Málaga, Alberto Montero, justificó el patinazo de Iglesias como "un error humano", fruto de la tensión en el fragor del debate de Atresmedia, pero lo cierto es que el líder sigue sin explicarlo. El portavoz del Gobierno andaluz, Miguel Ángel Vázquez, tiene una explicación: "Ha tenido oportunidad para rectificar al día siguiente y no lo hizo, con lo cual entendemos que lo que pretendía con esa afirmación, que desvirtúa la historia de Andalucía y de España, es dar amparo o cobijo a las aspiraciones independentistas".

Hubo un tiempo en que el PP, por este tipo de asuntos, se empeñó en parar los pies a Podemos. Ahora, que no se mueve del cuarto puesto, ha dejado de ser un peligro. Mariano Rajoy, por eso del consenso en el vaticinio electoral de la opinión pública, pronóstico "una gran victoria" del PP en las elecciones. "Habrá sorpresas", dijo desde Palma de Mallorca. Ya ha comenzado a preparar el cara a cara del lunes con Pedro Sánchez, y es que hay quien sostiene que se trata de eso, de que el líder socialista llegue a la televisión con cara de pena, derrotado.

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