cuatro por uno

Un cara a cara para seducir a los indecisos

  • El líder de Ciudadanos retó ayer a Rajoy a mantener un debate de tú a tú, para potenciar la idea de que sólo uno de ellos irá a La Moncloa Los líderes se vuelcan en la campaña televisiva

Cada día que tacha en el calendario, y se acerca más al momento decisivo de comprobar qué representación deciden los españoles que votan, lo tiene más claro. Hay opciones reales de que el próximo presidente de España milite, por primera vez desde 1982, en un partido distinto a PSOE o PP. Albert Rivera asume que si la campaña moviliza más votos para su legión naranja, podría presentarse como una opción viable de Gobierno el lunes 21.

Necesita para ello un impulso en estas dos semanas que quedan hasta las votaciones. El suficiente para crecer un poco más y acercarse lo más posible al PP, incluyendo en la ecuación superar al PSOE, lo que es bastante factible. Se trata de aglutinar el máximo número de indecisos que, según los datos del CIS, son cuatro de cada diez que tienen decidido ir a votar el 20-D. Entre ese 41,6% que debe decir qué papeleta elige, un 11% duda entre PP y C's, y otro 9,1% entre el partido naranja y los socialistas.

Este 20% tiene en sus manos el encaje final de los cuatro partidos que lideran nuestros protagonistas. Aunque, las dos opciones que realmente tienen posibilidades -si los datos demoscópicos no fallan- son que Mariano Rajoy sea reelegido como el más votado con bastante margen sobre los demás, o que Albert Rivera llegue a la Moncloa como opción de cambio, apoyado fundamentalmente en el PSOE además de en sus propios escaños.

Rivera no sólo es consciente de que hay opciones reales de lograr gobernar a la primera, sino de que el verdadero rival es Rajoy. Probablemente por eso ayer le lanzó un reto: que acepte un cara a cara con él. Un debate entre los candidatos con opciones de gobernar. Porque ya nadie, y menos en el PP, niega que Rivera buscará su investidura si le salen los números para desbancar a Rajoy.

Así que ayer tocaba fijar el foco sobre ese pulso entre el catalán y el gallego. De decirle a esos indecisos: yo soy la alternativa. Es un mensaje muy certero, especialmente para ese 9,1% que votará y duda si depositar la papeleta de PSOE o la de C's. En su mayoría votantes frecuentes del puño y la rosa.

Es paradójico, pero Rajoy hoy por hoy necesita que Pedro Sánchez no se estrelle hasta el punto de llevar al PSOE al tercer escalón de la política española. Es ahí, precisamente, donde creemos que radica la razón por la que el presidente del Gobierno no acudió el pasado lunes al debate de El País, ni vaya a presentarse mañana en el que se emitirá en Antena3 -donde el PP sí estará, aunque representado por Soraya Sáenz de Santa María-, y sin embargo, sí debatirá con Sánchez en Telecinco una semana más tarde. Un cara a cara como ése, de tú a tú, es lo que le reclamó ayer Rivera. Aunque sea un recurso retórico, porque es consciente de que no se producirá.

Respecto a los que dudan entre PP y C's, que vaya cristalizando la opción de un Rivera presidente apoyado por el PSOE puede ser contraproducente para los intereses del joven político catalán. Precisamente porque es probable que éstos provengan de la bolsa de votantes populares descontentos, sobre todo, con su implicación en casos de corrupción. Los mismos que quizás no quieran ver de nuevo al PSOE en el Gobierno, ni de partenaire de Rivera. Pero es un riesgo que C's ha decidido correr.

Guiño a los mayores desde la pantalla

El uso de la televisión, más allá de los programas informativos y de los debates electorales, es una de las características predominantes en esta campaña. Todos los candidatos se han esforzado en ello en los últimos meses, probablemente porque ven en ello uno de los factores del éxito de los partidos emergentes. Pedro Sánchez se asomó ayer a muchos hogares españoles gracias a la entrevista que María Teresa Campos le hizo en Qué tiempo tan feliz, el programa que conduce en Telecinco. Era un marco propicio para hacerle un guiño a la población jubilada de España: "Subiremos las pensiones, como siempre lo ha hecho el PSOE". También enfatizó el mensaje ya anticipado anteayer de formar una mayoría alternativa a Mariano Rajoy junto a Podemos y Ciudadanos, partido al que sin embargo calificó ayer de más proclive a apoyar al PP.

El argumentario que regresa para quedarse

Si hay una crítica en la que el ascenso de Podemos al centro del escenario político se ha cimentado es la denominación de los protagonista de la vieja política como una casta. Las apelaciones a la casta habían caído un tanto en desuso por parte del líder del partido del círculo morado. Pablo Iglesias y los suyos rescataron ayer, y con fuerza, esa idea. La etiqueta #malditacasta hizo fortuna entre los podemitas que surcan las redes sociales. En un país mayoritariamente molesto con el bipartidismo rampante y el nacionalismo igualmente corrupto, cargar contra sus representantes con esa virulencia es aplaudido. Iglesias apuesta claramente por ser depectivo, ya no teme tanto asustar, quizás porque sus expectativas se han ido desinflando. La mejor prueba es bautizar ayer como "Operación Menina" a una hipotética investidura de Soraya Sáenz de Santamaría.

Sin miedo a debatir con... la calle

No son pocas las críticas, fundadas, que Mariano Rajoy ha recibido por negarse a debatir ante los objetivos. Sólo ha aceptado el formato del cara a cara, con el líder de la oposición, Pedro Sánchez, cuando la coyuntura política le exigía aceptarlo a cuatro bandas. Uno de los organizadores del único debate ya celebrado, en el que el PP no estuvo porque El País no aceptó ningún sustituto de Rajoy, con el legítimo argumento de que se citaba a los líderes, reconocía que el presidente tenía poco que ganar y mucho que perder y que, de ser su asesor, le habría aconsejado no ir. No es que hubiese miedo a debatir. Ayer mismo lo hizo en televisión, en uno de esos formatos que ha puesto de moda la política: LaSexta Noche. Debatió y lo hizo con la calle, ciudadanos que le plantearon no pocas cuestiones comprometidas.

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