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¿Por qué estaba escondido Rajoy?

  • El presidente, sonriente, expresivo y sereno, solventó el reto de participar en 'La Sexta Noche', donde nunca había estado Todos los temas esenciales saltaron en la entrevista

LA recta final de Mariano Rajoy está marcada y clara: siempre positivo, nunca negativo, sonrisa serena, con algo de retranca galaica, piropos geográficos y alusiones familiares. Tranquilidad por el trabajo hecho y confianza en el futuro. Incluso todo el desdén hacia Maduro. A este presidente no lo conocíamos. De hecho casi no lo habíamos visto en la televisión hasta la visita de Bertín y anoche en La Sexta Noche. Una aparición en La calle pregunta, que se presentía dura e incómoda, fue resuelta con solvencia experta por el presidente, como continuación de su lavado de cara y oxigenación contra el populismo.

El malagueño Mariano Calvo, uno de los 16 anónimos elegidos para preguntar a los ojos al candidato del PP, reconoció que no estuvo conforme con la pregunta que le hizo al presidente, pero aceptó con simpática resignación su circunloquio. Ante buenos augurios y perífrasis amables, los preguntadores se vieron desarmados. E Iñaki López, ágil y agudo repreguntador, brazos en cruz, también se conformaba con los discursos. Ya tenía la victoria de tenerlo ahí, con la gente mirándole a los ojos. Tal vez el pueblo lo que quería en su momento era oír explicaciones y así mucho personal no habría estado tan cabreado. Rajoy, experto en tormentas y chubascos, sólo estaba esperando a que escampara para presentarse sin el impermeable y blandiendo una bandeja de golosinas. Su telonero en el programa, el cántabro Miguel Ángel Revilla, tuvo problemas con un perro policía al llegar al plató, que le olió una lata de anchoas. El presidente norteño se autoafirmó como el político que abrió esta nueva senda de acercarse a la gente a través del plasma de casa.

Iñaki López recogió al presidente de una salita y en las primeras impresiones le fue preguntando por los pasillos de Antena 3 hasta llegar al plató de La Sexta Noche. Todo con naturalidad, con empaque formal, distendido sin arrugas: un formato de cadena pública, que gana en interés cuando los contertulios, azuzadores de redes, están ausentes.

En La Sexta Noche no faltó ningún tema esencial. Rajoy, sin usar la pizarra, ha respondido sin tener que desangrarse en un debate como el de este lunes y el público más bien otorgó, porque estuvo más bien callado y escuchante.

Un pacto con Ciudadanos, las ayudas sociales, la violencia de género, la ley mordaza(el propio presidente aceptó el término), los impuestos por la energía o el tratamiento fiscal hacia Cataluña recorrieron las preguntas mientras Rajoy echaba agua dialéctica al fuego polemista. Todo muy evidente, como su defensa sobre la renovación del PP en Valencia ante la agria pregunta grabada de la vicepresidenta levantina Mónica Oltra.

Para ser su debut en La Sexta, martillo diario contra el PP, Rajoy tuvo una singladura apacible y tal vez habrá tomado nota de cómo debería ser una televisión pública útil e interesante. Rajoy se ganó a sí mismo e Iñaki López se revalorizó. El jefe García Ferreras lo debería tener en cuenta. Su ilustre invitado ya intuye que Cristina Pardo, impertinente marcaje, podría relevarle un día de estos.

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