Elecciones

Una excusa mala para una ausencia y 100.000 empleos

EN el diccionario cordobés-español podría definirse un pego (vale también pegolete) como aquella acción o declaración carente de viabilidad, ridícula o directamente irrealizable. En Almería podría decirse que es una tontá; en Cádiz, una carajotada; en Granada, una chuminá, y en el resto de España, una chorrada o pamplina. En materia electoral podríamos decir que pegos son, por lo general, el 99% de las promesas que los candidatos suelen decir en campaña a los ciudadanos cuando se suben a los atriles en los mítines. Pegos históricos han sido los 800.000 puestos de trabajo de Felipe González en el 82, las conversaciones en catalán que Aznar mantenía en la intimidad cuando cortejaba al ya ex honorable Jordi Pujol, la afirmación de Zapatero de que aceptaría cualquier Estatuto que se aprobase en el Parlamento catalán o la afirmación de Rajoy de que él le mandaba mensajes de apoyo a Bárcenas como haría cualquier otro buen español. En Andalucía, aún se recuerda aquella campaña en la que Manuel Chaves prometió que cada enfermo andaluz contaría con habitación individual en los hospitales (contengan las risas, por favor). No hay que ser un lince para darse cuenta de que todas estas afirmaciones son grandes pegos que quedaron en nada o, peor, que nos llevaron a situaciones que hoy en día tienen en jaque al país y a los partidos.

A 48 horas del inicio oficial de la campaña electoral no paran de surgir frases y promesas que demuestran que, pese a que los expertos hablan hasta la extenuación del tiempo de la nueva política, hay quien aún no se ha enterado de que el elector es bastante más inteligente de lo que se cree en las salas de mando de los partidos. El primer ejemplo lo ha dado la ministra Fátima Báñez en su visita del lunes a Cádiz. En la provincia con la mayor tasa de desempleo de España -un 37,18%, según la última Encuesta de Población Activa-, la titular de Empleo prometió crear 100.000 puestos de trabajo en la próxima legislatura, lo que equivale sacar a la mitad de los 220.000 desempleados gaditanos de las listas del Inem. No se puede negar que Báñez tenga buena intención, pero a estas alturas de la política considerar que la provincia de Cádiz concentrará la creación del 5% de los 2 millones de empleos que el PP quiere crear en la próxima legislatura suena cuando menos llamativo. Tanto que si pensamos que si Cádiz va a generar tal cantidad de trabajo no podemos ni imaginar lo que harán otras zonas del país algo más emprendedoras como Madrid, Pamplona o Bilbao.

No menos llamativas son las justificaciones que los populares ofrecieron ayer a la ausencia de Mariano Rajoy al debate a tres celebrado el lunes en El País entre Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. El portavoz parlamentario del partido en el Gobierno, Rafael Hernando, afirmó, por un lado, que fue el medio el que excluyó al Partido Popular y, por otro, que bastante tiene Rajoy con gobernar como para tener que ir a todos los debates a los que le citan. Hernando, conocido por unas afirmaciones supuestamente jocosas sobre Naranjito-Ciudadanos que Juanma Moreno nunca terminará de agradecerle, se ve que debió tener la noche del lunes ocupada. O eso, o no ve la tele. De otro modo no se puede explicar que ignore que a la misma hora en la que los aspirantes de PSOE, Ciudadanos y Podemos debatían vía web, el presidente del Gobierno se confesaba en Telecinco en una entrevista realizada por Pedro Piqueras. Y salvo que la conversación fuera grabada (y no tenía mucha pinta) parece que Hernando ha perdido una gran ocasión para demostrar que las estrategias políticas han cambiado. El silencio, ese gran argumento, es muchas veces una magnífica respuesta cuando no se tiene una contestación inteligente.

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