Elecciones

Si levantaran la cabeza

  • Serán los primeros comicios nacionales sin tres figuras capitales de la Transición, fallecidos durante la pasada legislatura: Adolfo Suárez, Manuel Fraga y Santiago Carrillo

Cerca de 1.500 días (1.491) habrán transcurrido entre el 20 de noviembre de 2011 y el 20 de diciembre de 2015, entre las anteriores elecciones generales y las inminentes. Sin ser un período excesivamente largo, la vida política española ha dado un giro imponente que será constatado en los próximos comicios. Adiós al bipartidismo es el resumen que se cristalizará el 20-D merced al descreimiento de la sociedad con los partidos preeminentes, Partido Popular y PSOE, y a la irrupción feroz de dos candidaturas, una nacida hace nueve años (Ciudadanos), y otra de reciente creación (Podemos), en enero de 2014.

Este panorama, con cuatro partidos peleando a brazo partido por los escaños del Congreso, no lo están viviendo tres figuras esenciales de la Transición española. Adolfo Suárez, Manuel Fraga y Santiago Carrillo murieron en esta legislatura después de ser protagonistas muy relevantes, pilares en la historia del país en los últimos 40 años, acaso más.

Si levantaran la cabeza respirarían los aires de cambio que, siendo muy distintos, evocan a aquellos que soplaron en la Transición, una transformación que se barrunta en las urnas y que acabará con el denominador común de las elecciones desde 1979: el bipartidismo. UCD, PSOE y AP o PP han sido los púgiles que han combatido en el cuadrilátero por la mayor porción del pastel en las diez legislaturas precedentes. Hasta ahora.

Fraga, ministro con Franco, uno de los padres de la Constitución y fundador de Alianza Popular, lideró la derecha española en los inicios de la democracia hasta que en el 86 cedió el bastón de mando, aunque nunca abandonó la actividad política y gobernó con mayoría absoluta la Xunta de Galicia en cuatro mandatos. Mariano Rajoy empezó su carrera política siendo militante de aquella AP de su paisano gallego, que falleció el 15 de enero de 2012, hace casi cuatro años. Albert Rivera era entonces era un mero diputado en el Parlament. De Pablo Iglesias no se tenían noticias.

Tampoco cuando falleció meses después Carrillo (18-9-12) había este terremoto en la política española que puede dejar (mal)heridos a alguna de las dos principales formaciones. El secretario general del Partido Comunista entre 1960 y 1982 tuvo un papel prioritario en la Transición después de su exilio. Cedió los trastos a Gerardo Iglesias y sí vivió el progresivo deterioro de IU, disminuida por el PSOE. Aquella vieja izquierda tiene hoy su bandera en Alberto Garzón, pero los pronósticos lo colocan en una posición muy débil respecto a otros jóvenes, los de Podemos, que han ido matizando su discurso antisistema hacia proclamas menos radicales. Iglesias trata de que lo relacionen más con Felipe González que con Carrillo. "Tuvo talento para adaptarse a los nuevos tiempos", dijo el ex dirigente comunista cuando falleció Fraga. A pesar de sus sempiterna e insalvables diferencias, fueron puntales en el tránsito de la dictadura a la democracia.

Por último, Adolfo Suárez, secretario general del Movimiento durante la dictadura, baluarte de la Transición para muchos y ex presidente del Gobierno entre 1976 y 1981, murió el 23 de marzo de 2014 tras una larga enfermedad. La política española lo ha enaltecido en los últimos años, pero recibió de lo lindo en los inicios de los 80. Tanto es adulado en los tiempos recientes que Rivera lo tiene como ejemplo y así lo manifestó hace semanas en una visita a Ávila, la tierra de Suárez. Sabe el catalán que el centrismo y atacar a la vieja política son sus mejores armas... y para lo primero le viene al pelo echar mano de la sacralizada figura del ex presidente del Gobierno.

Ninguno de los tres, ni Fraga ni Carrillo ni Suárez, podrá ejercer el voto ni seguir unos comicios que jamás presentaron un espectro más amplio, con el PP y el PSOE teniendo que taponar el desagüe por el que escapan sus papeletas camino de C's y de Podemos. Si levantaran la cabeza tal vez no dieran crédito a lo interesante que se presupone que será la próxima legislatura con una Constitución, la que ellos moldearon, que parece tener las horas contadas.

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