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Elecciones

El reino de los "malos conocidos"

  • El bar La Gran Vía, en San Fernando, acoge una clientela reservada y se diría que conservadora Más que indecisión, se observa un trasvase de votos

HAY territorios reconocibles desde el primer vistazo, y el bar Gran Vía de San Fernando es uno de ellos. En su interior es un lugar de hombres y, a la hora del mediodía al menos, parada de un personal con edad de estar jubilado y más bien conservador, si hay que atender a las conversaciones. Conservador y reservado. Es llamativo cómo aún la gente repite, a preguntas del periodista y sólo porque éste pregunta, que no entienden de política.

No todos, porque Antonio, que apura una cerveza en la barra de madera oscura y brillante en forma de L, afirma rotundo: "Yo lo tengo claro. "Yo le voy a votar a Rajoy, porque si gana el otro..." ¿El otro, qué otro, si hay un montón de partidos, incluso nuevos? "El otro es el PSOE, es el único otro porque si hablamos del catalán, es que ya no me fío, por ser catalán precisamente, y Podemos está totalmente descartado porque nos quiere llevar a Venezuela". Antonio está obsesionado con los pactos poselectorales. "Si no gana Rajoy, los otros venderán sus votos, se aliarán con quien sea con tal de gobernar, y a mí eso no me gusta. Yo voto lo que voto, no a otros". Ya un poco presionado, admite que no le disgustan tanto Albert Rivera y su Ciudadanos. "Tiene otra idea mejor que el PSOE, pero no me fío, porque también se ha vendido en las autonómicas". Concluye bromeando, pero sin dejar su particular fijación: "No me gustan los pactos. Yo pacto con mi mujer y nada más".

Juan escucha y no se muestra muy hablador, aunque acepta participar con una sola frase lapidaria que alguien que fuera politólogo podría analizar, y arriesgarse a extrapolar: "Yo siempre he votado al PSOE. Siempre. Pero Pedro Sánchez no me da ninguna confianza, así que votaré a Ciudadanos". Trasvase de voto hacia la derecha, tal vez en la eterna búsqueda humana del centro virtuoso. El paisaje se empieza a dibujar más que como una reunión de indecisos como un encuentro de sufragios trasvasados, porque otro parroquiano y que también responde al nombre de Juan -¿no se estará inventando la gente el nombre?-, se presenta como "votante de siempre del Partido Andalucista". Ante la imposibilidad de hacerlo en esta ocasión, "seguramente" entregará su confianza al PP. "Hombre, me fío de ellos, y creo que defenderán también los intereses de Andalucía. De los partidos nuevos no me fío de ninguno". Puntos para los históricos.

Después de casi 40 años de democracia, aún hay gente que no quiere que su nombre aparezca cuando opina de política o de partidos. Es el caso de otro cliente con acento no andaluz, que sí accede a declarar abiertamente su voto: "Ciudadanos, Albert Rivera, porquehace falta alguien que modere al que manda, y para eso el ideal es Ciudadanos. No me gustan las mayorías absolutas, el poder absoluto corrompe". Ya, ya, pero ¿y si Rivera saca mayoría absoluta? "Pues no, no me gustaría, preferiría que tuvieran que negociar, sacar ideas en común, ceder..." ¿Con cualquiera de los otros partidos? "No, no, con el PP. Los demás partidos no existen para mí, ideológicamente". Ah, bueno.

Sí, sí, es verdad, la gente tiene prevención a hablar de sus preferencias. Y pasamos ante varios parroquianos que declinan amablemente la invitación o bien se vuelven de cara hacia la barra, como si se acabaran de dar cuenta de esa foto histórica que decora el local, de aquellos tiempos en que La Gran Vía estaba en su emplazamiento original, en aquella esquina de la Plaza del Rey, antes de haber desplazado su sede azulejada tan sólo unos metros, a un lateral del centro urbano de reunión de La Isla. Y entonces, hay que prometerle a ese hombre de una cierta edad que no publicaremos su nombre ni daremos ninguna señal reconocible porque a él lo conoce "casi todo el mundo" porque jugó en el San Fernando de los tiempos gloriosos de Segunda División, y no quiere quedar mal con nadie. "Yo voy por la calle y hasta los gatos me saludan. Además, tengo un sobrino que va en una candidatura, aunque en un partido que no... bueno, él sabrá. A mí no me gusta hablar, si hubiera usted preguntado a mi mujer, seguro que se harta". De hecho, aunque el incógnito interlocutor aún no ha decidido su voto, esta vez seguirá el mismo método familiar: "Unos días antes, lo discuto con mi mujer y entre los dos acordamos a quien votaremos. Pero siempre vamos a votar ¿eh?". Un pacto preelectoral doméstico ahorra disgustos, seguramente.

Nos quedaba otro Juan (¿lo ven?), que ayuda a completar la imagen más típica de La Gran Vía. Él es ahora ese mariscador que, bajo una identidad u otra, siempre ha estado a las puertas del bar. "Vendo camarones, bocas de La Isla, cañaíllas, lo que más los cartuchitos de camarones a dos euros, que está la cosa cortita. Pero vamos tirando. ¿De política? Yo no entiendo. Claro que sé a quién le voy a votar, pero no lo digo, sabe usted, porque tengo clientes de todos los lados". Y concluye con una frase ¿premonitoria? "Veo bien que vengan cambios, pero entre los que ya están, no los nuevos. Como se suele decir, más vale malo conocido que bueno por conocer".

FOSSATI

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