David Troya | Emprendedor y CEO de Glamping Hub

"En Andalucía falta aún mentalidad y otros referentes culturales"

David Troya, CEO de Glumping Hub.

David Troya, CEO de Glumping Hub. / Juan Carlos Vázquez

David Troya (Sevilla, 1981) es apasionado y “rebeldón”. Prefiere el camino difícil y el mundo se le quedó pequeño tras cursar su Diplomatura de Turismo en EUSA. Siguió formándose y creciendo en San Francisco, Hawái, Alemania y Chile. Partía de la idea de montar una empresa turística especial. También la de hacerlo en su ciudad, Sevilla, y desde allí ha levantado Glumping Hub, una start up que se ha convertido en un negocio global con una segunda sede en Denver y cuya facturación se ha multiplicado por 50 en sólo seis años. El equipo de este sevillano acaba de conseguir una nueva ronda de inversión que les permitirá abrir la plataforma, líder en reservas de alojamientos singulares, a otros mercados. Recomienda la biografía de Phil Knight, fundador de Nike, que acaba de leer y confía en inspirar con su historia a otros jóvenes andaluces. “Si quieres, puedes”.

–Algunos empezaron en un garaje antes de conquistar el mundo. ¿Es su caso?

–Empezamos en una antigua copistería, un local que sólo tenía una ventana. Cabíamos seis personas alrededor de una mesa. Si alguien tenía que ir al servicio tenían que levantarse cinco.

–Y de seis habéis pasado a más de 40 trabajadores.

–Sí, comencé con un socio americano. Al principio no teníamos recursos, fui tirando de lo que había ganado trabajando antes y con el paro, hasta que conseguimos la primera financiación. Y ahora somos 40 de 10 nacionalidades. La plataforma gestiona 30.000 alojamientos y cerraremos este año con más de diez millones de dólares en reservas.

–¿Dónde oyó por primera vez esto del glamping?

–Cursaba un máster MBA en San Francisco. En clase una compañera, Abby, describió el glamping como una tendencia en esos momentos en EEUU, camping de lujo. De eso hace casi diez años y no paré de darle vueltas, hasta que decidí  montar yo la empresa. La compañera se hizo accionista.

–Una empresa de Sevilla que vende campings de lujo en California y en Nueva Zelanda. Difícil de explicar a los inversores.

–Es más, una empresa de Sevilla formada por un socio americano con nombre mexicano, un marroquí y un español, parece un chiste... Era muy rocambolesco para los inversores tradicionales. Me he tenido que exprimir  para hablar con mucha gente, lograr que conectasen con la idea y la comprasen.

–Lo ha hecho bien porque tiene una red de contactos importante.

–Y empezamos de cero. Si te apasiona tu idea, con insistencia y educación vas llamando a puertas hasta que  alguien te escucha y te presenta a otra persona y ésa a otra...  Y así hemos conseguido muchos contactos que nos han mimado mucho. Estamos muy agradecidos.

–Pero habrá más secretos que la perseverancia.

–Cogimos un nicho que creíamos que se iba a convertir en un sector grande, que estaba desatendido y hemos sido muy constantes. Pocas personas y compañías le ponen tanto foco durante tanto tiempo a una cosa. Y eso nos ha dado una posición única.

–Sois referente mundial en el sector del glamping.

–En camping de lujo, alojamientos donde todo está montado, apartando los generalistas, como AirBn, nadie tiene nuestro inventario.

–¿Cuántas visitas recibís?

–El mes pasado fue extraordinario, tuvimos 1,7 millones de visitas  y sin invertir en publicidad.

–¿Cómo os afecta la crisis?

–El año empezó difícil. He visto pasar varios cisnes negros. Tuvimos que mejorar muchísimo nuestra estrategia de posicionamiento web para seguir teniendo tráfico. Y eso lleva su tiempo. Luego tuvimos dificultades de liquidez y una estrategia que iniciamos en Australia se cayó en plena oleada de incendios. Y ahora el Covid-19.

–Todo esto curte.

–Mucho. Es un arte no creerse ni una victoria ni lo que parece una potencial derrota. Lo que más me gusta es la gestión de las emociones de esta vorágine. Y este año, a pesar de la incertidumbre, nuestros inversores han creído en nuestra historia y en pleno confinamiento hemos cerrado un acuerdo para una nueva financiación. Sopla un viento de cola.

–¿La era Covid favorece  a este tipo de turismo?

–El sector ya ha ido creciendo todos los años a mayor ritmo que el turismo mundial, empezando de algo pequeño. Pero la situación actual ha acelerado nuestra visión. El glamping ha pasado de ser un capricho, una extravagancia para algunos, a una necesidad. Tras meses de confinamiento necesitamos contacto con la naturaleza, libertad y experiencias singulares: alojarte en una casa-árbol o una tienda safari... es una experiencia inolvidable. Esa búsqueda ya estaba ahí pero encaja mucho mejor con la actual coyuntura. 

–¿Y por dónde va vuestra nueva estrategia?

–Somos fuertes en EEUU, que acapara el 70% del mercado, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Y queremos aprovecha la nueva financiación para tener mayor presencia en Europa.

–¿Incluso en Andalucía?

–Hay una oportunidad única para que aquel a quien le interese montar un glamping se aventure; la demanda está ahí y el retorno en la inversión suele ser más rápido que en un hotel tradicional y más sostenible. 

–Ahora toca repensar el turismo. ¿Qué aconseja?

–Estamos frustrados, sólo podemos viajar y salir a medias... y detrás de esa frustración hay una gran oportunidad. ¿Dónde va la gente que no va a un crucero, a un resort o a un casino? A veces lo que falta es imaginación, financiación y agallas.

–¿Es más difícil emprender en Andalucía?

–No. Aquí lo que falta es mentalidad y referentes y tener confianza, pensar que podemos hacerlo. Yo me di cuenta en San Francisco. Sin culpar a nadie, en Andalucía los referentes culturales son otros, no son los iconos del emprendimiento.

–Le hubiera resultado más fácil quedarse en San Francisco, pero está en Sevilla. ¿Es una apuesta personal?

–Pensé que donde faltaban mentalidad y proyectos innovadores era aquí. Y tenía una beca de la Junta de Andalucía para hacer ese MBA del que salió el boceto de la empresa. Me da mucha rabia que un joven sevillano que quiera hacer algo con su carrera piense que tiene que emigrar. Se habla mucho de irse fuera pero poco del desarraigo. El fundador de Nike montó su empresa en Oregon. ¿Por qué no en Sevilla? Es un sitio maravilloso.

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