emilio lamo de espinosa. presidente del real instituto elcano

"Debemos ir hacia los Estados Unidos de Europa"

-Vamos hacia un mundo poseuropeo, eso es cierto, pero todos queremos seguir viviendo en esta Europa; al final, los que huyen de Siria vienen aquí, no van a la India o a China.

-Sin duda. El contraste de calidad de vida entre Europa y el sur del Mediterráneo es tremendo. Es el mayor diferencial de calidad de vida del mundo, sólo superado por el de Corea del Norte y Corea del Sur. Hay una diferencia en términos de renta de uno a siete.

-Entonces tampoco debemos temer a lo poseuropeo...

-Se trata de una pérdida en términos de poder. Eso lo sabemos, cuando uno sube, otros bajan, es la regla del poder. Hay países muy fuertes desde el punto de vista demográfico que además están integrando desarrollo tecnológico, lo que les convierte en potencias económicas primero; después, serán políticas y puede que militares. En términos demográficos, le pondré un ejemplo: cuando nació mi padre, a principios de siglo, el 25% de la población era europea; cuando yo nací, a mediados de siglo, era el 20%, y ahora es del 7%. Asia supone ya el 60% de la población y África tendrá 1.000 millones de habitantes en torno al año 2040. Demografía y desarrollo tecnológico dan como resultado, por ejemplo, que China tenga ya una economía mayor que la de Estados Unidos.

-Pero supongo que no se trata de realizar una regresión, de parecernos a esos países para avanzar económicamente.

-No, lo que ha ocurrido es muy bueno, ha aumentado el PIB mundial y millones de personas han salido de la pobreza, el problema se plantea en términos de sostenibilidad de los recursos, de todo tipo, el agua, la leche, el hierro... Y el segundo problema es de arquitectura internacional, hay que hacerles huecos a estos países. Y, como comentábamos antes, Europa es la región de mayor calidad de vida. Vivimos en un mundo poseuropeo en lo político y en lo económico, pero no en lo cultural. En lo cultural sigue siendo europeo.

-Europa no ha querido ejercer un poder militar, tiene Libia al lado convertido en un Estado fallido y muy cerca a Siria, y nadie, o casi nadie, se plantea una intervención.

-Europa se acostumbró a ello tras la posguerra y prefirió vivir bajo el paraguas de la OTAN. Pero es cierto, de un lado gasta poco en lo militar y gasta mal y, por otra parte, tiene una cultura en exceso pacifista que hace que cualquier intervención se vea como un hecho negativo. Sólo Estados Unidos está en condiciones de hacerlo, y quizás el Reino Unido. Así que en Siria preferimos inhibirnos y, claro, después recibimos a esta población que huye.

-¿Cree que Europa también tiene un problema de organización política?

-Por supuesto, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, ya ha dicho que falta más unión en Europa y más Europa en la unión. Estoy muy de acuerdo, sobre todo en lo primero. El proyecto europeo ha sido un éxito, y lo que ahora pedimos, y lo hacemos en el Real Instituto Elcano, es que vayamos hacia un proyecto federal de unos Estados Unidos de Europa. Esta propuesta ha sido recogida por el Gobierno en su estrategia de política exterior, y apoyada tanto por el PP como por el PSOE.

-Falta más Gobierno europeo, por tanto.

-Por supuesto. Lo hemos visto con el euro, y se ha avanzado algo en la gobernanza de la moneda común, pero es necesario ir más lejos. Lo estamos viendo también con los refugiados: no había una política común respecto a ello, no había organismos federales, no había quien organizase. Y hay un tercer asunto, que es el de la energía.

-Europa, los grandes países emergentes y, por otro lado, las regiones. ¿Qué nos queda a Andalucía?

-Andalucía es una región de muchas posibilidades que sólo tiene opciones dentro de Europa. En términos demográficos, es como un barrio de Calcuta. Bueno, todas las comunidades españolas son, desde el punto de vista de la población, como una zona de Bombay o de Calcula. Pero, para Andalucía, es muy importante el desarrollo del norte de África. África va a sobrepasar los 1.000 millones de personas, eso va a ser un mercado enorme y Europa tiene la puerta de esta comunicación por Andalucía.

-¿Y qué le parece Marruecos?

-Marruecos ha superado la crisis de estabilidad que hasido la Primavera Árabe, se está desarrollando económicamente y se está educando, pero debe solucionar un problema, el del Sahara. El tapón de botella del desarrollo de Marruecos es el Sahara, por muchas razones, pero entre otras porque gasta mucho allí y es por lo que tiene cerrada la frontera con Argelia.

-Y en este contexto aparecen los nacionalismos como el escocés y el catalán. ¿Qué hacemos?

-Gestionarlo como podemos, y de momento, se hace mal.

-¿Qué propone?

-El mejor modo de acabar con el nacionalismo catalán es hacerle frente con un objetivo que refuerce el proyecto de España y que lo haga, por supuesto, dentro de Europa. España ha sufrido una crisis política que ha afectado a la legitimidad de todas las instituciones. Y la respuesta de unos ha sido "desmontemos todo", no vale con reformar, que es la de Podemos; y la de otros, es el "vámonos", que son los nacionalistas catalanes. Esa reforma que necesitamos pasa por una reforma política profunda que también incluye, pero no sólo, la constitucional.

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