Ramón Campos | Productor ejecutivo de series

"Los españoles miramos poco atrás con profundidad"

"Los españoles miramos poco atrás con profundidad"

"Los españoles miramos poco atrás con profundidad" / bambú producciones

Ramón Campos (Noia, La Coruña, 1975) formó tándem con su mujer, Teresa Fernández-Valdés, para fundar Bambú Producciones, factoría de origen gallego, una de las más prolíficas del panorama audiovisual, de donde han salido premiadas series como Fariña, Bajo sospecha, Velvet o Las chicas del cable. Sus más recientes ficciones estrenadas han sido 45 revoluciones, Instinto y Alta Mar. También en el género documental Ramón Campos encabeza Lo que la verdad esconde: el caso Asunta y ahora en Netlfix, El caso Alcàsser. Con editorial Planeta acaba de publicar la novela de aventuras El orfebre.

-Lleva adelante series y documentales y se le ocurre, de propina, escribir una novela, El orfebre.

-Suena a locura. Encontré una historia y quise construirla. En las series te tienes que ajustar a unos presupuestos pero en una novela puedes imaginar lo que quieras. La historia se ambienta entre la Barcelona y la Sudáfrica del siglo XIX: hay grandes barcos, nevadas, yacimientos de diamantes... En una serie sería costosísimo contar todo lo que puedo contar en el papel.

"En la serie documental sobre el caso Alcàsser en Netflix analiza cómo funcionamos como sociedad"

-¿Y cómo se escribe una novela cuando tiene que escribir y supervisar cientos de páginas de guión?

-Como se hacen estas cosas: quitándole horas al sueño, horas a las vacaciones. Había temporadas que no podía dedicar una línea y entonces por semanas de descanso le daba sus empujones a la historia. Para volver a una novela que estás escribiendo necesitas tiempo para coger de nuevo el ritmo.

-Es la historia de un joven que para conseguir su amor ha de encontrar el diamante más grande del mundo. ¿Hasta dónde se desata usted como narrador?

-Me dejé llevar con toda la libertad de la imaginación. Estructuré la historia y sabía adónde quería llegar, pero no cómo.

-Usted es un apasionado de la Historia. ¿Se basa en la realidad lo que cuenta?

-Está inspirada en hechos reales, pero hay muchos personajes ficticios. Hay también personajes inspirados en la Historia, como el marqués de Comillas, que aquí es el marqués de Terrassa, un empresario que ha levantado su emporio con el negocio de los esclavos en Cuba.

-¿La Cuba de sus paisanos gallegos?

-La de mi familia cercana es la Cuba de los años 40 y 50.

-¿En qué se inspira para contar sus series y novelas de aventuras?

-Me gustan clásicos como La isla del tesoro y, en parte, El orfebre reinterpreta esa línea. Me gustan los viajes personales, el exotismo.

-Su novela está llena de diálogos. ¿Es una forma de aproximarse a los lectores de ahora, a los espectadores de sus series?

-Hay mucho diálogo porque es la forma en que mejor me expreso. Es una cuestión generacional: somos narradores audiovisuales. La literatura de hoy tiene una gran influencia de la televisión. Son narraciones más sintéticas y visuales.

-¿Y es cuestión de hacer textos más ligeros en estos tiempos de tuits?

-Tenemos esa guerra actualmente: la de animar a leer más allá de los textos cortos, la lectura rápida de titulares, que no se profundice. El reto de la literatura actual es abrir hueco a esa generación que lee de forma cotidiana de otra manera. En El orfebre he creado capítulos cortos, dejados en alto, que el lector necesite entrar en el siguiente capítulo. Es como se visionan las series: con la cultura del atracón de episodios.

-¿Usted, que ha creado tantas series semanales en abierto (Gran Hotel, Hispania, Velvet), concibe sus guiones para que inviten a un atracón?

-Lo concebimos más cuando estamos haciendo una serie para una plataforma. En Netflix, con Las chicas del cable o Alta Mar, existe más la necesidad del atracón. En Movistar +, donde hemos creado Velvet Colección e Instinto, no está tan marcado ese concepto.

-¿Se puede atraer al público de siempre con entregas semanales? Su más reciente, 45 revoluciones, no ha tenido buena acogida en abierto...

-El reto es arriesgar y seguir ofreciendo series semanales que atraigan al público aunque no sean tantos millones como sucedía hace unos años. En el caso de 45 revoluciones creamos una serie de espíritu juvenil, con unos personajes definidos y con una música y una estética de ayer para que se reflejaran los jóvenes de hoy.

-Se acaba de estrenar su serie documental sobre el caso Alcàsser en Netflix. ¿Qué aporta?

-El asesinato de las jóvenes de Alcàsser tenía un análisis pendiente. Hemos analizado toda la investigación que se hizo y surgen dudas y versiones. La búsqueda durante 75 días fue angustiosa y eso repercutió en la reacción general. También es un trabajo para comprender cómo actuamos en la España de los 90. Cómo funcionamos como sociedad. Porque sólo ha quedado en la memoria los programas de Nieves Herrero y Paco Lobatón...

-¿Deberíamos en España hacer más gimnasia de la memoria colectiva, como ha sucedido con Fariña?

-Los españoles miramos poco atrás con profundidad. Nos quedamos en tópicos y versiones partidistas.

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