José Luis Bonet Ferrer. Presidente de la cámara de comercio de españa y de Freixenet

"Sólo sabemos que será lo que será, como dice la canción"

-¿Cuánto tiempo pasará para que dejen de preguntarle como catalán y español qué ocurriría si...?

-Es lógico que lo pregunten porque todo el mundo vive el presente, tiene en cuenta el pasado, pero está pendiente de lo que va a venir, que además no se sabe qué va a ser. Sólo sabemos que será lo que será, como dice la canción.

-Rosell en la CEOE, Bonet en las Cámaras de Comercio. Es una metáfora del Espanyol de Barcelona...

-Habría que profundizar en la metáfora. Joan Rosell y yo somos amigos y los dos somos del Barcelona. La metáfora por ahí flojea.

-Estábamos pendientes de Escocia, después de Grecia. ¿Añora las geografías mínimas, ésas que retrata Josep Pla en su Cuaderno Gris?

-Hay que coger las cosas como vienen. La globalización es un nuevo marco que no debe ir en detrimento de esas geografías que usted dice. Pero es un nuevo marco para la gente, las empresas, las familias, los medios de comunicación. Grecia no es España y no tienen nada que ver un país con el otro. España ha llegado con cierto retraso a ese nuevo marco. De las 2.500 multinacionales que hay en España, quinientas ya están en una posición de privilegio en el mundo. Hay cinco o diez mil empresas esperando. Como no hay bien que por mal no venga, la crisis cambió la mentalidad de muchos empresarios pequeños, que saben que hay que salir

-¿Cómo se hace para llevar medio siglo en una empresa, como usted?

-Yo nací en la empresa de la familia, allí he desayunado, comido, merendado y cenado. Un tío mío dijo que ese niño terminaría siendo director comercial.

-Familiar y valiente. Su segunda etapa arranca en 1914, año que empieza la Primera Guerra Mundial.

-Mis abuelos Pedro Ferrer Bosch y Dolores Sala Vivé recuperan una antigua bodega de la familia de mi abuela, Casa Sala, de mediados del XIX, que suspendió el negocio a partir de la invasión de la filoxera y la pérdida de los mercados de las colonias. Uno de los tres nombres que llevaban las botellas era Freixenet, el apelativo de mi abuelo, derivado de una finca, La Freixneda, situada a doce kilómetros de San Sadurní de Noya. En 1928 la constituyen como sociedad anónima.

-La saga de los Rius, pero en el mundo del vino...

-Mi abuelo era un empresario schumpeteriano que en los años treinta, con todos los mercados cerrados, - me acuerdo de él cuando ahora hablan tanto de crisis-, hizo clering con los países nórdicos, les cambiaba vino por bacalao. En 1935, como había acabado la Ley Seca, se va con varios de San Sadurní y monta una bodega en Estados Unidos. Tiene que volver porque en España se produce una guerra civil y una revolución social anexa, o al revés. Lo matan en el 36 por ser empresario, igual que a su hijo mayor. Freixenet es colectivizada y en 1939 le devuelven la empresa a la familia. A las mujeres, mi abuela, que no estaba precisamente en un momento muy feliz, y mi madre, que tenía 19 años.

-¿Imprime carácter coger el testigo?

-Lo tomo en 1965. Mi verdadera vocación era la de profesor de universidad. Lo he sido durante 49 años y he compatibilizado la docencia y la empresa.

-Se ha entrevistado con Susana Díaz. ¿Solivianta mucho que haya andaluzas en marzo y catalanas en septiembre?

-Hay también generales, autonómicas, municipales. Es un año electoral, pero la vida sigue. Hay que seguir y superar las incertidumbres que se derivan de los años electorales.

-Han tenido de musas a Liza Minnelli, Kim Basinger, Sharon Stone o Paz Vega. ¿Están pendientes de los Goya y los Oscar?

-Hay gente en la casa que se dedica a esas cosas. La burbuja Freixenet nace en el 72. Una vez intentamos sentarla, pero la gente quería que siguiera bailando.

-La palabra burbuja tiene muy mala prensa...

-Las burbujas que estallan y hacen daño.

-¿Recuerda la vuelta del exilio de Tarradellas?

-Fue un acierto conjunto del rey Juan Carlos I y de Adolfo Suárez que sirvió al proceso de Transición, que en su conjunto ha sido admirable y demostró que en España se pueden hacer cosas admirables.

-¿Qué sintió al ver a Pujol entrando en el juzgado?

-Es verdaderamente lamentable y doloroso. Hay que ponderar la presunción de inocencia y que el proceso siga su curso.

-¿Alguien dirá "Tranquilo, Jordi, tranquilo"?

-No en el sentido que se dijo en su día, sí en el de que la vida puede plantear muchas vicisitudes.

-¿Qué arma secreta le ayuda en el trabajo?

-Trabajo normalmente escuchando a Bach. El otro día descubrí una maravilla de un hijo de Bach, Últimos sufrimientos de Nuestro Señor, que anticipa a Beethoven y a Mozart.

-¿Para qué sirven las Cámaras de Comercio?

-Todos los grupos parlamentarios aprobaron en 2014 una ley fundamental porque en 2010 el sistema cameral lo dejaron al pairo suprimiendo la adscripción obligatoria de las empresas. Hay tres millones y pico de empresas en España y las Cámaras de Comercio, 88 en España y 38 en el extranjero, son importantísimas para articular el papel clave de las empresas en la economía social de mercado que tienen los países más civilizados del mundo. Hay dos retos esenciales, internacionalización y competitividad.

-Barcelona atrajo a Kubala y a Cruyff, a Vargas Llosa y a García Márquez. ¿Es una ciudad-talismán?

-Es la capital del Mediterráneo. Hasta Cervantes dijo algo de ella. España está llena de ciudades con mucho atractivo. Por eso vinieron el último año 65 millones de visitantes.

-¿Por qué la gente brinda con cava cuando le toca la lotería?

-Tiene un sentido de celebración. Eso tiene un inconveniente, que deja en un segundo plano el valor que este vino tiene en el aperitivo de las conversaciones civilizadas.

-¿Su familia es su primera empresa?

-Pilar, mi mujer, nació en Vigo, es de una familia de Tierra de Campos, en la provincia de Palencia, y cuando fui a por ella estaba en Madrid. Es la madre de doce hijos catalanes y por tanto españoles.

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