"En el cine, lo que de verdad marca la diferencia es la mirada"
-Algunos historiadores y críticos establecen una cierta correspondencia entre la subida al poder de José María Aznar, en 1996, y la eclosión del cine de denuncia…
-No me identifico con el término cine de denuncia. Las denuncias se ponen en la comisaría o en la oficina de protección al consumidor. El cine cuenta historias y transmite emociones. Hay buenas películas y malas películas. Hay personajes estereotipados y vacíos o personajes maravillosos con los que cualquier ser humano puede identificarse.
-El cine de temática social, llamémosle así, ¿ayuda a abrir los ojos a una realidad poco conocida o, como dicen sus detractores, sólo convence a los ya convencidos?
-Pienso que no hay nada de lo que convencer. Cuando va a ver una película, lo único que le interesa al público es si conseguirá emocionarle, si está bien contada la historia y si es capaz de enriquecerle con una manera diferente de mirar el mundo, los pequeños conflictos cotidianos, sus propios miedos y contradicciones.
-Pero el espectador que va a ver la última de Fernando León de Aranoa no busca lo mismo que el que va a ver la última entrega de la saga Crepúsculo, ¿o sí?
-Evidentemente, no. Pero, una vez en la sala, la gente juzgará la película con los mismos criterios. O les emociona y se la creen o no les interesa. En estos momentos, la gente tiene una increíble cultura audiovisual y cualquier espectador puede hablarte de detalles técnicos y creativos como el guión, el vestuario o la luz.
-A la hora de abordar los problemas de ciertas minorías, ¿no existe el riesgo de caer en el populismo o en el paternalismo?
-El Padrino habla de una minoría, la mafia, y sin embargo es una película universal porque habla del ser humano, sus contradicciones o su incapacidad para proteger a los seres queridos. Se dice que todas las historias están contadas; lo que de verdad marca la diferencia es la mirada, el punto de vista del que lo cuenta, su sensibilidad y su identificación con ese tema en concreto.
-Los banqueros también son una minoría respecto a la masa de emigrantes ilegales, pero es esa masa la que está marginada. Cuando hablamos de minorías nos referimos a quienes carecen de representatividad social…
-Sí, supongo que es una forma de definirlo. Efectivamente, si no estás representado es como si no existieras, como si fueras invisible.
-En cualquier caso, insisto, ¿a la hora de hablar de ciertas cuestiones sociales, no se corre el riesgo de caer en populismo o paternalismo?
-Pues claro, también en la caricatura. Pero yo sigo insistiendo en que se puede caer en el paternalismo y el populismo rodando una comedia romántica, ¿o no hemos visto cientos de películas en las que los personajes siempre representan el mismo cliché? Hacer cine es apasionante y difícil, y hacer una buena película con la medida justa, el tono medido y el equilibrio exacto es casi un milagro, hables de lo que hables. Las películas que tratan cuestiones sociales están sometidas a los mismos criterios de narración y equilibrio que las demás.
-¿El público español es receptivo? Por ejemplo, ¿cómo ha funcionado Retorno a Hansala, su última película?
-Desde su estreno Retorno a Hansala ha viajado por todo el mundo. Lo mejor de todo es que dos años más tarde sigue haciéndolo. En las últimas semanas ha estado en lugares como Perú o Hamburgo, Almería o Huesca. En París la están utilizando para trabajar con los alumnos. Es un orgullo saber que un trabajo tuyo, además de emocionar, puede ser útil. Retorno a Hansala se ha convertido en una película universal porque en todos los países hay fronteras y gente que quiere cruzarlas.
-Y la industria española, ¿es receptiva?
-El cine no atraviesa su mejor momento debido al cambio en los hábitos de consumo, a internet y a una cierta saturación de imágenes en nuestra vida cotidiana. El cine no está en crisis, sino la forma de autofinanciarse. La industria española está igual de perdida que siempre. Ahora, pero creo que siempre ha sido así, es más fácil hacer cine de terror o comedia, aunque si hay un buen guión y una directora convencida de su proyecto, se acabará haciendo.
-¿Y en qué anda metida ahora?
-En sobrevivir a la crisis y no morir en el intento.
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