juan manuel lópez zafra. Economista

"El consumo debe ser una consecuencia, no un objetivo"

-¿Por qué plantea el regreso al patrón oro?

-Actualmente, el dinero que utilizamos no tiene ningún respaldo. Es dinero fiduciario. Si los bancos centrales dicen que un billete es de 100 euros y vamos al mercado a comprar con ese billete, hay un sistema basado en la confianza que funciona. No podemos ir con un billete de Monopoly porque no nos lo van a aceptar salvo que el banco central diga lo contrario. ¿Qué ocurre si se pierde la confianza? Que el sistema quiebra. Una opción sería un sistema donde los billetes que circulan estarían respaldados por el oro de las reservas de los bancos centrales y la otra es que el oro circule libremente como moneda.

-¿Ventajas?

-Los gobernantes no podrían endeudarnos alegremente en función de subastas electorales. Hay que evitar por todos los medios el endeudamiento y el crédito masivos. Cuando dejamos dinero en el banco, ese dinero ha de estar respaldado por una reserva y no debe prestarse para actividades que no hemos autorizado.

-Pero el oro es finito. Habría una cantidad cerrada de dinero. Como ocurre con los bitcoins.

-La diferencia esencial es que el oro no es un programa informático sino un bien natural que tiene un respaldo histórico importante y es conocido y respetado por todas las personas sobre la faz de la tierra. Y sí, el dinero estaría limitado.

-¿Y cómo se crece entonces?

-Pues como se ha crecido históricamente. El hecho de que el dinero esté limitado tiene una ventaja fundamental para el ciudadano y para las empresas no financieras: podemos hacer previsiones de futuro sin temor a equivocarnos. Hoy esa seguridad no existe. Desde 1821 hasta 1914, Inglaterra no ve incrementar prácticamente su inflación y en cambio la producción del país se multiplica por cuatro. Es decir, se puede crecer de una manera sostenible basándonos en el ahorro y la inversión y no exclusivamente en el crédito y el consumo. Porque ésa es la gran falacia que tratan de plantear en los últimos años, que es necesario consumir para que haya actividad económica. Vale, si no consumimos las empresas no pueden vender, pero una empresa debe vender en función del ahorro que se ha generado, y ese ahorro se transforma en una serie de productos que se compran. El consumo es una consecuencia, no un objetivo. El crédito sólo genera burbujas, esas burbujas acaban pinchando y el 99,9% de los ciudadanos, como le gusta decir a Obama, son los que acaban pagando.

-Casi un 100% de deuda pública, casi un 200% de deuda privada. Vivimos una formidable mentira en España.

-Hemos crecido pensando que el acceso al crédito fácil nos iba a permitir vivir mejor. Y efectivamente, en términos generales, hemos tenido acceso a bienes y servicios que nos han permitido mejorar a nuestros padres y abuelos. Pero, ¿es moralmente aceptable que toda esa deuda tanto pública como privada se la acabemos transfiriendo a nuestros hijos y nietos? A nosotros no nos lo hicieron. Las generaciones nacidas durante el franquismo las componen personas que trabajaron, ahorraron y levantaron un país en condiciones mucho más difíciles que las nuestras porque no había libertad.

-John Law fue el primero en declararle la guerra al oro en 1705.

-Coincidiendo con la burbuja de los mares del sur en Inglaterra y Francia, crea casi la primera estafa piramidal de la historia: una sociedad basada en las rentas que se van a conseguir en la explotación de la América francesa. Va pagando dividendos a sus accionistas con las aportaciones de los nuevos accionistas, generando un sistema donde el oro ya no circula porque la gente lo acapara, y el sistema estalla cuando la gente pretende cobrar esos papelitos que les han ido entregando y no hay reservas.

-¿Y Lincoln?

-Durante la guerra civil, el presidente Lincoln, al no poder acceder a líneas de crédito de los banqueros neoyorquinos en condiciones razonables, emite papel moneda de curso legal forzoso (los denominados greenbacks) y paga con él a sus soldados y funcionarios. El ejército sudista emite su propia moneda, respaldada por el algodón, con mucha especulación financiera y los Rothschild de por medio. La jugada les sale muy mal. Lo de Lincoln fue otra historia: los ganadores deciden amortizar ese exceso de papel en un plazo razonable, logran esterilizar esa moneda y vuelven a un patrón bimetálico que se mantiene hasta la creación de la Reserva Federal en 1913.

-¿Hay alguna relación entre procesos históricos de hiperinflación y elevadas tasas de ahorro? Pienso en Alemania.

-Tras la Primera Guerra Mundial se imponen a Alemania unas condiciones draconianas, y el país dice: ¿Que me habéis pedido que os pague tantos millones de marcos? No hay problema, los imprimo y os pago. Antes de la guerra un marco se cambiaba por 4 dólares; durante la hiperinflación de Weimar se llegó a cambiar por un billón. Cuando nos dicen que un poco de inflación es necesaria, se trata al final de pagar menos a los acreedores. El pánico a la deflación de los últimos meses es fundamentalmente porque las deudas habría que pagarlas. Una deuda a 10 años con una inflación del 2% se va comiendo el dinero todos los años, y como tenemos que devolver dinero nominal y no real porque no está indexado a la inflación, es estupendo que haya algo de inflación. Weimar paga, pero lo sufre el pueblo alemán, y eso provoca que el Bundestag, los alemanes y el Banco Central tengan ese miedo atávico a la inflación. Saben que provocó una guerra y el ascenso de Hitler.

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