Entrevistas

"Estamos educando a los niños con modelos artificiales"

-La calle está perdiendo peso en la vida de los niños. Hace treinta años esa frase podía construirse de otra forma: la calle era la vida de los niños.

-Es un fenómeno importantísimo que está provocando un aislamiento de los niños y las personas en general. Paseas por la calle y la gente va enganchada a sus cascos y sus móviles. El niño tiene menos interés cada vez en salir y, lo que es peor, en relacionarse con sus amigos. Es triste ver a dos o tres chavales reunidos pero ausentes a la vez, con sus móviles y juegos, todos estando sin estar. Ésa es la realidad. No se favorece el contacto, la palabra, la mirada, la caricia, el abrazo, el beso, y eso tendrá consecuencias, porque al final nos enfriamos.

-Al mal hábito social se añade el mal hábito alimenticio. España comienza a ser un país de gordos.

-Hay una occidentalización de esas malas costumbres: los índices de obesidad aumentan de manera importantísima y nos vamos acercando al peor modelo posible, que es el americano. Pero cada vez hay más proyectos para volver a la cocina mediterránea. Otro aspecto clave desde la perspectiva de la salud mental es la educación. Estamos educando a los niños con modelos artificiales, no con modelos de trabajo, esfuerzo y excelencia en los estudios sino permitiendo que las referencias sean estereotipos deportivos y cinematográficos.

-Usted se arremangó en Togo y Liberia. ¿Le impresionó África?

-Tuve la gran suerte de participar en proyectos en ambos países, de ver la realidad de la profesión y de recordar qué significan la vida y la muerte, acontecimientos de los que aquí estamos más alejados. Allí lo importante es la supervivencia. Las enfermedades comunes que en Occidente son fácilmente tratables allá matan a miles de niños y ancianos. Me sentí poca cosa porque al convivir tan de cerca con la muerte te das cuenta de lo pequeño que eres. A la vez sentí alegría por contribuir modestamente a transmitir esa información valiosa que puede ayudar a salvar vidas. En Liberia las condiciones eran especialmente duras porque acababa de terminar la guerra. Había muchísimas amputaciones.

-Charles Taylor mandaba entonces. Se hizo tristemente famoso por sus escuadrones de niños-soldado, pequeños asesinos drogados y asustados.

-Yo trabajaba en un hospital que los hermanos de San Juan de Dios tienen en Monrovia, la capital. Era el único hospital en cientos de kilómetros a la redonda, con lo cual todos iban allí, incluidos los oficiales de Taylor. Pude atender a hijos de personas de aquel sangriento régimen. Fue una situación muy dantesca, viendo por un lado el lujo en la vida de Taylor y su gente, y por otro la miseria de la mayoría de los niños, que morían de camino al hospital o en sus aldeas.

-¿Qué le parece la tendencia al alza de la privatización de la sanidad, generalmente asociada a las siglas del PP?

-Tengo las cosas muy claras porque he vivido tanto la sanidad pública como la privada. La pública, en España y sobre todo Andalucía, está muy bien conseguida, con unos niveles asistenciales elevados y una calidad notable. Hay profesionales de muy alto nivel, investigadores brillantes. Con los recortes se merma un sistema conseguido con el esfuerzo de todos, y no habría que permitirlo. La medicina privada tiene sus virtudes y defectos: se está desarrollando cada vez más en España, pero desde mi punto de vista no hay que enfrentarla sino complementarla a la pública.

-¿Está de acuerdo con la teoría de que lo público se gestiona mejor con criterios de empresa?

-Esa pregunta tiene tantos matices que no puedo contestar rotundamente. La gestión pública puede ser eficaz, pero está sujeta a una serie de connotaciones políticas. Y ahí nos empezamos a equivocar.

-La austeridad se puede llevar muy mal con los pacientes terminales y con los más viejos.

-Criterios economicistas los hay en la sanidad en general, pública y privada. Ya no puedes prescribir cualquier tipo de medicamento. Estás sujeto a una serie de condicionantes, primero sanitarios y en segundo lugar de gestión económica pura y dura. En la medicina privada se va más al criterio económico. Pero no puede ser que para tratar a los pacientes nos basemos puramente en eso. Es un error lo defienda quien lo defienda.

-Se lo pregunto porque adora la filosofía: ¿Qué cita encaja mejor con esta España en crisis?

-Hay muchísimas y es difícil elegir una, pero quizás la que resume mejor lo que es el ser humano la acuñó Sócrates, que ante la pregunta sobre los grandes conocimientos que atesoraba contestó aquello de "sólo sé que no sé nada".

-Dedica mucho tiempo al kung fu. Y lo practica con sus hijos. Ahí me ha cogido por sorpresa.

-Primero practiqué el judo y años después el Karate, pero el kung fu es algo más que un deporte. El arte marcial es en teoría el arte de la guerra. El kung fu añade además a esa faceta el chi kung, que es el arte de fortalecer el espíritu y otorga cualidades de fortaleza mental que enraízan con la filosofía china, que existía 3.000 años antes de que aparecían Platón y Sócrates.

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