Entrevistas

"El infierno está en África, pero también al lado de Madrid"

-¿Se considera un escritor comprometido?

-Comprometido con mi tiempo. Intento mirar siempre alrededor, me importan los otros. Y trato de no volver la cara a la injusticia.

-¿Todo escritor debe tener una bandera?

-No necesariamente. Pero yo, como escritor, no soy insensible a la miseria del mundo. No le doy la espalda. Ni en mis libros de viaje, ni en mi última novela, que va directamente a eso.

-¿Qué intenta denunciar?

-Planteo un punto de vista crítico de la sociedad actual. Una sociedad de opulencia y derroche hasta hace poco, pero con muchas bolsas de marginación.

-¿El Tercer Mundo está al otro lado de la calle?

-El Tercer Mundo lo tenemos en las grandes ciudades a sólo unos kilómetros. Lo que pasa es que la gente no se asoma a verlo, prefiere ignorarlo.

-¿Qué nos lleva a ignorar esa realidad?

-Nos hemos lanzado de cabeza al consumo, olvidando que mucha gente de nuestro entorno vive en la marginación. Hay una degradación que hunde sus raíces en el derroche.

-¿Se han perdido los valores?

-Se han olvidado los valores morales. Nos han hecho creer, sobre todo los políticos y los dueños de los grandes capitales, es que el dinero es el valor fundamental.

-¿Incluso entre los sectores progresistas?

-Un ministro socialista, como Solchaga, llegó a decir que en España el que no se enriquecía era tonto. ¡Así se acaba con uno de los principios básicos de una sociedad progresista! Ni el valor del dinero es fundamental, ni ser rico es esencial.

-Pero es lo que ha movido el mundo.

-Eso es lo que han intentado siempre los grandes capitales. Que la sociedad fuera esclava de ese movimiento. Hay gente a la que gustaría que éstas fueran sociedades medievales, el Papa entre otros.

-¿El Papa?

-En su último viaje a Estados Unidos dijo que el laicismo extremo de la sociedad de la concordia tiene que estar por debajo de la moral católica. Cuando pones la democracia por debajo de la religión te riges por un criterio puramente medieval.

-¿Cómo es la periferia que retrata?

-Son barrios marginales, de chabolas, que los hay en Madrid como en todas las grandes ciudades. Hay paro, droga y la vida vale poco. ¡La Policía no entra!

-¿Por la inseguridad?

-Porque no merece la pena. Entran y no encuentran nada, en zonas donde saben que hay mucha droga. La gente está preparada, se avisan, tiran la droga a los baños y los reciben a pedradas.

-¿Los operativos resultan inservibles?

-Los operativos sirven para que los que van a comprar droga a los barrios del extrarradio se queden esperando fuera, como perros hambrientos. Luego entran corriendo, como quien va a las rebajas.

-¿Se combate la droga con suficiente interés?

-Es muy difícil de controlar policialmente, se cuela por todos lados. Creo que es un problema de educación y de marginalización. Un joven que no ha estudiado, que no tiene trabajo, ¿qué hace? Se acaba picando.

-Siendo escritor de viajes, ¿por qué mira ahora hacia adentro?

-Me preocupa la sociedad española. Nuestra literatura española vive un momento bueno, pero está al margen de la realidad inmediata. Mucha novela histórica, mucho interés por la Guerra Civil, pero ignora lo que ocurre a nuestro alrededor.

-¿Dejar el periodismo para escribir fue un acto heroico?

-Fue más bien inconsciencia. Durante doce años no me fue nada bien. Fue espantoso. Llegó un momento en que no podía ni publicar, porque no vendía. Pero tuve suerte con un libro de viajes, y saqué la cabeza.

-¿Se refiere a El sueño de África?

-Así es. Empezó a venderse y sigue vendiéndose. Fue un libro que me ayudó a sacar la cabeza. Aquello me abrió la posibilidad de vivir de esto.

-¿Qué le impulsó a viajar?

-Crecí en el Madrid de la posguerra, en una sociedad muy cerrada, muy fea, muy triste, llena de gente mayor enfadada. Me escapaba mentalmente con la lectura de libros de aventuras, libros de viajes. Pero no salí de España hasta los 24 años.

-¡Y desde entonces no ha parado!

-No se cuántos países conoceré. Sesenta o setenta, más quizás… He estado en 20 de los 54 países de África, Centroamérica, casi toda Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá, el Ártico, bastante de en Asia...

-¿Qué viaje olvidaría?

-La peor experiencia de mi vida fue cuando contraje la malaria en el Amazonas. Casi me muero. Escribí El río de la desolación bajo los efectos de un medicamento, ahora fuera de circulación, que te produce depresión.

-¿Existe el infierno en la tierra?

-Sí claro, no hay que irse muy lejos. Lo he encontrado en el Barrio cero, al lado de Madrid, por ejemplo. Pero también lo he visto en África.

-¿Y cómo es ese infierno?

-Un lugar donde no hay perspectivas. Como me dijo un taxista, África está llena de niños listos y de adultos tontos.

-¿Allí se empeora con la edad?

-Al leer unos reportajes de George Orwell comprendí que la pobreza embrutece y animaliza. La gente vive el día a día, preocupada de comer, y pierde el pensamiento abstracto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios