Gloria Álvarez | Politóloga

"Los liberales estamos dispuestos a acabar con el salario mínimo"

"Los liberales estamos dispuestos a acabar con el salario mínimo"

"Los liberales estamos dispuestos a acabar con el salario mínimo" / m. g.

Gloria Álvarez (Guatemala, 1985) es politóloga y experta en relaciones internacionales, además de conferenciante y presentadora de televisión. Se dio a conocer con el discurso que pronunció ante el Parlamento Iberoamericano de la Juventud en 2014, donde defendió el uso de las nuevas tecnologías para frenar a los gobiernos. Autora de Cómo hablar con un progre (Deusto, 2017), acaba de publicar Cómo hablar con un conservador (Deusto, 2019).

-Dígame las diferencias entre un liberal y un conservador.

-El conservador siempre va a anteponer la tradición por encima de la innovación. En mayor medida en América Latina que en España, hay un gran rechazo a admitir la evolución como el hecho científico comprobable que es, e incluso partes mayoritarias de la población piensan que admitirla es pecado. Otra diferencia es que los conservadores hablan de bajar impuestos pero a la hora de gobernar les interesa no crear enemigos y lo primero que tiran por la borda es la agenda económica más liberal. Éste ha sido el caso del PP, que subió los impuestos hasta el punto de que la misma Izquierda Unida se sorprendió.

-¿Es una pelea entre Adam Smith y Burke?

-No necesariamente, porque los dos, como católicos e interesados en la moralidad, tienen varios puntos en común. Es más bien el partido libertario de Estados Unidos contra el Tea Party, la gente que admitimos la evolución contra los creacionistas, o los que estamos a favor de legalizar y liberalizar la prostitución, el aborto, la venta de drogas o la adopción homoparental frente a personas que definitivamente se oponen a estas medidas. Somos liberales los que estamos dispuestos a acabar de raíz con el Estado benefactor y el salario mínimo, contra conservadores que por cuestiones políticas no se atreverían a tocar estos temas.

-¿No es un debate superado en el panorama político actual?

-Tal vez en España, donde la evolución es tomada como un hecho, y son legales el aborto y el matrimonio gay. Pero cuando en un país puedan surgir cantos de xenofobia o políticas económicas que llaman a la redistribución más que a la creación de riqueza, no es un debate superado. Los libertarios y liberales que queremos hacer política debemos pararnos en nuestros propios pies y dejar de estar bajo el ala conservadora porque siempre nos traicionan.

-¿El liberalismo llevado al extremo no conduce al caos?

-A ver, el que nosotros nos opongamos a las regulaciones hechas desde la coerción del Estado o de instituciones que algunos consideran fuentes de la moralidad, como las religiones, no quiere decir que creamos en el caos. Creemos en las regulaciones orgánicas, en los procesos evolutivos que llevan a cabo instituciones que son mucho más eficientes para la sociedad, como el dinero, que es una de nuestras tecnologías más antiguas.

-Gregorio Luri, un filósofo español, afirma que definirse hoy como conservador es revolucionario. ¿Qué opina?

-Depende. Porque si vemos a los izquierdistas, ahora están más conservadores y mojigatos que nunca. Ahí están los de Podemos con el lenguaje inclusivo para no ofender y tratando de prohibir la pornografía o la prostitución. Tenemos marxistas conservadores. La historia nos ha enseñado que lo más revolucionario es defender la libertad, como el derecho del individuo a ser y estar y el respeto a los proyectos de vida ajenos, aunque nosotros no escojamos esa manera de vivir.

-La caída de Lehman Brothers fue un punto de inflexión en la economía moderna. ¿Qué respuesta da un liberal a la desregulación de los mercados?

-Conozco la crisis financiera de 2008 pero no ese caso específico. Lo que sí puedo decir es que esa crisis comenzó mucho antes en EEUU, donde por ley se forzó a los bancos a través de inventos como Fannie Mae y Freddie Mac a dar préstamos a personas que no podían pagarlos. Si hay gente que no puede permitirseun crédito para pagar una casa, el Gobierno no tiene por qué ofrecer la pantomima de que sí va a poder porque el que se va a aprovechar es el banco. Y la segunda recomendación, ya metidos en ese berenjenal, como dicen ustedes los españoles, habría sido no usar dinero de impuestos para salvar el trasero a esos bancos. Me da muchísima risa que cada vez que el Gobierno interfiere en la economía y todo colapsa, la gente culpa al capitalismo. Y no es así.

-¿Qué ve en Margaret Thatcher?

-Era mucho más liberal y libertaria que lo que se le reconoce. Thatcher decía que quienes le traicionaron no fueron los socialistas ni los sindicatos, sino los conservadores de su partido. Ella votó a favor de descriminalizar la homosexualidad y despenalizar el aborto, cosa que una política conservadora de derechas no haría hoy, en 2019.

-¿Existe el centro?

-Como Margaret Thatcher, yo siento que formarse en el centro es estar en la inmovilidad absoluta. Si tienes que comprometer tus principios para estar en el centro, al final no te mueves.

-Para una liberal como usted, ¿debería existir el Estado del bienestar?

-No, porque se convierte en el bienestar del Estado. Para mí, la separación entre economía y Estado es tan urgente y necesaria como la separación entre educación y Estado y la que debería existir entre Iglesia y Estado. Yo sólo le atribuyo dos funciones al Gobierno, que son la protección constitucional de los derechos individuales a la vida, la propiedad privada y libertad; e igualdad ante la ley como condición esencial para que la libertad de mercado funcione.

-Para terminar, después de escribir Cómo hablar con un progre, y Cómo hablar con un conservador,¿qué viene ahora?

-Quiero hacer un libro que se llame Sinligarcas, para hablar de los sindicatos, que en Latinoamérica no existen en la empresa privada, y hacer un análisis transversal de cómo viven como oligarcas a costa del erario público.

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