diego caro cancela. doctor en historia de la universidad de cádiz

"Las municipales siempre han zarandeado la Historia"

-¿Cómo se ve la actualidad desde el ojo de la Historia?

-Es que no es posible entender la actualidad sin mirar de reojo la Historia. El conflicto en Ucrania es incomprensible si no atiendes a la relación con Rusia durante los años de la Unión Soviética o sin remontarse a las hambrunas de los años 20.

-De hecho, con el centenario de la I Guerra Mundial estamos entendiendo muchas cosas.

-Es que casi todos los problemas del siglo XX emergen de ese conflicto. La guerra de los Balcanes y toda la tensión de esa zona viene de la I Guerra. El esfuerzo editorial que se está haciendo para explicar qué significó ese conflicto no para, cien años después, de arrojar novedades. La Historia es siempre muy actual.

-Cataluña es muy actual y tiene una excusa histórica.

-Sin duda, el encaje de Cataluña en España es un problema sin resolver desde el siglo XIX, un problema que los vascos sí tienen resuelto. Lo resolvió en el siglo XIX con los fueros, que era su financiación autonómica.

-Algunas voces, desde formaciones como UPyD, han pedido el fin de ese privilegio.

-Sí, y rápidamente saltó el lehendakari con una velada amenaza: que nadie toque los conciertos porque es nuestro único vínculo con España, dijo. ¿Sabe usted a quién consideran los vascos su mayor enemigo histórico?

-No sé... ¿Franco?

-No, un andaluz de Osuna que fue alcalde de Jerez en los tiempos de Espartero, Sánchez Silva.

-¿Y qué les hizo Sánchez Silva?

-Fue un senador, un personaje hoy poco conocido, que tenía una ideología liberal y partía de la idea de que todos los territorios debían tener los mismos derechos, que las leyes fueran las mismas para todos, pero no lo fueron. En tiempos de Isabel II, por ejemplo, los vascos eran excedentes de cupo. No hacían el servicio militar de la época. Y el servicio militar de la época era guerrear. También los catalanes arremetieron contra Sánchez Silva por proponer un Estado con las mismas leyes y los mismos derechos.

-¿Sí? Continúe...

-Al ser alcalde de Jerez, velaba por la empresas vinateras, exportadoras que tenían sus principales clientes en Inglaterra. Muy anglófilo, muy librecambista, abogaba por acabar con un proteccionismo, que era casi prohibicionismo, consistente, entre otras muchas cosas, en que el mercado nacional textil se le entregaba a la industria catalana. No puedo evitar reírme cuando escucho esa cantinela de que España roba a Cataluña. ¿Cuántas décadas, desde el siglo XIX, los andaluces, los que fueron luego allí a trabajar, tuvieron que pagar los sobreprecios de la sobreprotegida industria textil catalana? La pérdida de Puerto Rico, Cuba y Filipinas fue un cataclismo en Cataluña y se fue muy crítico con Madrid. Pero no por orgullo, sino porque perdían tres mercados sobre los que tenían el monopolio.

-Pero no se puede negar que existe un sentimiento catalanista.

-Yo soy muy de Baroja, que decía que el nacionalismo se cura viajando y el carlismo leyendo.

-Sigamos jugando: un precedente histórico de la reforma municipal que planea el PP.

-El PP debería de tener mucho cuidado con las reformas municipales, que siempre han zarandeado nuestra Historia. Las grandes transformaciones han empezado por unas municipales. Ocurrió con las de 1931, que acabaron con la monarquía, con la victoria de la izquierda en el 79, que anunció la aplastante victoria del PSOE en el 82 o con las del 95, que fueron el paso previo a la llegada de Aznar en el 96. Más atrás, en 1840, una reforma municipal acabó con algaradas y supuso el fin de la regencia de María Cristina. Tocar el asunto municipal en España siempre ha sido muy delicado.

-¿Y me da un referente histórico de Podemos?

-Podemos es un fenómeno muy de nuestra época que ha canalizado la indignación callejera del 15-M. Me iría a 1903, cuando la Unión Republicana obtuvo un magnífico resultado en plena Restauración. Lo que pasa es que la unión de los republicanos duró muy poco.

-La corrupción la podemos explicar, supongo, desde la tan española tradición caciquil.

-La corrupción se explica por el factor humano y por la falta de control. La calidad de una democracia se mide por sus mecanismos de control. En tiempos del caciquismo existía un sistema corrupto institucionalizado, una cadena de favores que sí que puede tener alguna relación con algunos casos de la actualidad. Pero si lo controles funcionan, funciona la democracia. El caso Malaya pudo destaparse gracias a la obstinación de un funcionario, el juez Torres. ¿Cuántos jueces habían pasado por Marbella antes y no hicieron nada mientras acudían a las recepciones que organizaba Jesús Gil?

-¿El caso de los ERE no cabe entenderlo dentro de una endogamia socialista tras décadas gobernando en Andalucía?

-La creación de una Administración autonómica mastodóntica creó muchas oportunidades, muchos puestos de trabajo y, en definitiva, muchos favores. Con esa práctica de Romanones de ustedes hacen las leyes y yo los reglamentos se han creado agujeros que han permitido estas prácticas sin ser detectadas por mecanismos de control insuficientes. La ley de transparencia es imprescindible porque la Administración tiene que tener un techo de cristal.

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