Entrevistas

"Mi nueva película habla de mi generación y del miedo a madurar"

-¿Contento con su cuarta película?

-Contento, a pesar de que han pasado casi cinco años desde que estrené 7 vírgenes. Y eso que aquélla fue una película de éxito. Yo pensaba que la siguiente saldría de inmediato, que podía hacer lo que me diera la gana.

-¿Y no fue así?

-Me puse a escribir guiones con Rafael Cobos, pero ninguno se pudo hacer. En realidad After es la cuarta historia que escribimos.

-Debió ser duro ¿no?

-La verdad es que sí. Lo he pasado muy mal, porque cada guión supone un esfuerzo de seis u ocho meses, y otra vez a empezar de cero. Llegué a esta película con ganas de rodar, pero quemado. Me pilló justito.

-¿El cine está fatal?

-Está como todo. El año pasado se hicieron en España ciento y pico películas y este año no creo que se llegue a las ochenta. Hay muchísimos proyectos parados esperando una oportunidad.

-Supongo que porque no hay dinero…

-Claro. Pero es que encima, desde hace un tiempo, los que nos dedicamos a esto somos víctimas de un ataque inmisericorde. Dicen que vivimos de las subvenciones, que no sabemos hacer nada, que el cine español es una porquería…

-¿Lo cual es injusto?

-Aquí se hacen diez o doce películas de calidad al año. La proporción de películas buenas, en relación con la producción total, no es menor que en el cine norteamericano.

-¿Y de qué vive cuando no hay película?

-Se supone que de los ahorros de la anterior, pero por los pelos. La gente se cree que los directores de cine somos millonarios, nos imaginan en la casa con piscina. Pero alguien como yo, de nivel medio, vive con lo justo. ¡Ganaba mucho más dinero en la televisión!

-¿Cómo empezó en el cine?

-El primer largo, El factor Pilgrim, fue más una gamberrada que otra cosa, entre un grupo de amigos que hacíamos cortos. Lo rodamos durante las vacaciones de verano, con nuestros ahorros. Yo entonces trabajaba en Canal Sur, en un programa concurso.

-¿Y quien costeó el largometraje?

-Santi Amodeo y yo escribimos el guión y nos fuimos a Londres. Yo pagué el negativo, cada uno su billete de avión y el piso lo alquilamos entre todos. ¡Rodábamos en la misma casa donde vivíamos! Fue una locura, en tres semanas.

-Pero funcionó.

-La película podía haber acabado en un altillo, pero encontramos una productora que apostó por ella, fue al Festival de San Sebastián y ganó una mención especial del jurado.

-¿Qué hizo después?

-Decidí dejar la televisión para poder escribir. Dirigí El traje, que no tuvo mucho éxito en taquilla pero sí en televisión. El gran premio fue que antes de terminarla el productor me dijo que hiciera una tercera película.

-¿Qué le inspiró la historia de 7 vírgenes?

-Empecé a pensar en el argumento de la película porque mi hermana es asistente social y el jueves llevaba a los chavales de un centro tutelado de la Junta a un partido de fútbol. ¡Le echaba un valor increíble!

-¿Tan gamberros eran?

-Jugaban los diez primeros minutos y el resto del partido era una batalla campal. Los renacuajos de 8 años se pegaban y costaba separarlos. Pero luego eran unos tíos encantadores. Empecé a pensar en la contradicción que eso suponía.

-¿Los vio como niños sin futuro?

-La película hablaba de que eso. Tuvo buena suerte desde que empezamos: éxito de taquilla y distribución en 30 países. Todo fue rodado, aunque trabajábamos con once chavales que no eran actores.

-Usted también le echó valor.

-Recuerdo que cuando comenzamos el rodaje le di un empujón a Jesús Carroza para enseñarle lo que tenía que hacer y me devolvió el empujón diciendo: ¡Tú a mi no me tocas! Le dije: ¡Esto es un ensayo, tío, no es la vida real!.

-¿Qué ha sido luego de él?

-Creo que la película equilibró su vida. Su actitud, como la de la mayoría de estos chavales era: no me interesa esta sociedad porque no cuentan conmigo. Ahora está estudiando. Lo hemos adoptado, entre comillas.

-¿Su cine es realista?

-7 vírgenes era una película de realista. Yo creo que refleja la realidad de esos chicos de un barrio marginal desde un punto de vista progresista. Aunque hubo gente, de partidos progresistas, que la vio como un mal ejemplo para los chavales.

-¿Qué cuenta en su nueva película?

-Habla de mi generación y del miedo a madurar que tiene la gente de mi edad. Creo que es un síntoma de la sociedad del momento.

-¿El miedo al compromiso?

-A los de mi generación nos cuesta mucho trabajo tomar decisiones. Tardamos en tener hijos. Creo que tenemos un concepto erróneo de la libertad, porque en el compromiso también puede haber libertad.

-¿Y por qué ocurre?

-Se sobrevalora la eterna juventud. Nos han inculcado cosas que son muy difíciles de conciliar. Les pasa a las mujeres: quieren tener una vida parecida a la de sus madres y, por otra parte, ser aparentemente modernas y libres.

-¿Sois una generación puente?

-Creo que sí. Tengo un amigo mexicano que dice que somos los eternos posadolescentes. Aunque él está igual, y tiene cuarenta años.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios