Nicolás Olea | Catedrático de Radiología y Medicina Física

“El plástico acumulado debido al virus tendrá un coste para la salud”

Nicolás Olea, en su despacho.

Nicolás Olea, en su despacho. / MG

Es uno de los pioneros en España en la investigación del impacto de los tóxicos en el sistema endocrino. Es el enemigo público número uno del plástico. Sus estudios le han llevado a pensar que algunos componentes de este material tienen actividad hormonal y que esa actividad hormonal puede estar relacionada con el cáncer y la génesis de tumores. En su último libro ‘Libérate de los tóxicos’ deja claro que hay sustancias químicas presentes en todo tipo de productos que se comercializan sin haberse probado previamente su inocuidad y constituyen ya un enorme problema de salud que no quiere afrontarse.

–Mascarillas plastificadas, guantes de usar y tirar, envases de geles a porrillo… El coronavirus está haciendo que el plástico vuelva a ser utilizado masivamente.

–Sí. La urgencia por la preservación de la salud en lo que se refiere al riesgo biológico nos ha hecho bajar la guardia en lo referente al riesgo químico. Plásticos de un solo uso que te protegen del virus son desechados a toneladas sin que esté programado cuál es la mejor forma de eliminación. La cultura del usar y tirar se ha adueñado del mercado bajo el predicamento de que eso es lo más correcto.

–¿Se puede evitar la utilización masiva en esta época?

–Creo que sí. Hay que racionalizar y regular el uso y el abuso y sobre todo programar el ciclo completo de producción, usos, eliminación y recuperación. Las cuatro erres del medioambiente (reducir, reutilizar, reciclar y recuperar) están saliendo muy mal paradas. De acciones como la reducción y la reutilización nadie se acuerda ya porque parece que van en contra el progreso y, sobre todo, contra las ventas y el negocio.

–Y pensar que un día este material significó progreso.

–Siempre recuerdo la escena de la película El graduado, cuando un jovencísimo Dustin Hoffman es sabiamente aconsejado por Mr. McGuire cuando le dice: “Piensa en el futuro, piensa en plásticos”. Corría el año 1967 y los plásticos aún eran una anécdota. Nuestra infancia estuvo hecha de papel, cristal, madera, metal y tejidos de fibras naturales. La infancia de cualquier niño nacido hoy día ya es de poliéster, policarbonato, poliestireno y poliuretano… todos ellos derivados del petróleo. Le aseguro que esto tiene un precio en salud.

–Usted ha dicho cosas tan rotundas como que el cien por cien de los niños actuales mean plástico.

–Me gustaría retractarme y decir que todo fue una exageración, pero no es así. Cada vez tenemos más datos clínicos, más evidencia de que estamos en lo cierto. Sabemos que muchos de los contaminantes hormonales están en nuestro organismo y se eliminan por la orina. Los monómeros constituyentes de los polímeros que llamamos plástico están en la orina de todos los niños españoles.

–¿Conoceremos un mundo sin plástico?

–No lo creo. Los plásticos, es decir los polímeros sintéticos llegaron para quedarse. Quizás, ojalá así sea, entraremos en una época con mayor concienciación. No me gustaría que mis nietos me digan: ¿cómo pudiste ser tan estúpido como para meternos en esta situación?

De la reducción de los plásticos nadie se acuerda porque parece que va en contra las ventas y el negocio

–¿Dónde no hay plástico?

–Teniendo en cuenta que se ha esparcido por los océanos y los micro y nano plásticos bañan las playas más remotas y que el aíre los transporta entre estas partículas entre continentes… ya no hay lugar seguro.

–Usted está convencido de que estamos rodeados de tóxicos que están alterando nuestro sistema hormonal.

–A finales de los ochenta, descubrimos que hay algunas sustancias contaminantes ambientales que mimetizan a las hormonas y jaquean el mensaje que éstas deberían transmitir. Esos impostores hormonales o disruptores endocrinos ya han accedido a nuestro organismo y sus consecuencias son más visibles cada día.

–¿Qué son los disruptores endocrinos?

–Sustancias químicas contaminantes ambientales que dentro del organismo alteran el mensaje propio de las hormonas

–Su libro ‘Libérate de tóxicos’ se ha convertido en un texto imprescindible para los amantes de la salud.

–Espero que así sea, aunque yo pretendo causar más desasosiego que consuelo en aquel que lo lea.

–En el libro deja usted claro que hay sustancias químicas presentes en todo tipo de productos que se comercializan sin haberse probado previamente su inocuidad

–En el mundo occidental los sistemas de evaluación toxicológica de las sustancias químicas que se ponen en el mercado y en el medioambiente son exhaustivos. No obstante, no lo suficientemente estrictos como para evaluar la disrupción endocrina y algunos de sus aspectos más llamativos como son el efecto combinado o cóctel, la acción a bajas concentraciones, las respuestas dosis efecto no lineales….

–Me imagino que la industria del plástico lo habrá nombrado persona ‘non grata’, por lo menos.

–Afortunadamente nunca he recibido presiones de nadie para dejar de investigar y publicar. Siempre ha llegado la financiación pública y competitiva, hasta en los momentos de mayor crisis económica. Todos estamos en el mismo barco. Es un asunto de salud y enfermedad que no podemos eludir.

–Usted se está haciendo eco de una investigación sobre la excesiva acumulación de plomo en los mirlos en las ciudades europeas.

–Sí. En un trabajo se ha comprobado que en las plumas y en la sangre de los mirlos hay presencia de plomo y se ha asociado este metal pesado con las alteraciones endocrinas. Lo que ocurre a las criaturas que nos rodean es lo que nos ocurrirá a nosotros.

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