Benito Pérez-Barbadillo | jefe de prensa de Rafa Nadal

"Es una salvajada, pero aún hay quienes acusan sin prueba alguna"

Pérez - Barbadillo, en la plaza del Banco de Jerez

Pérez - Barbadillo, en la plaza del Banco de Jerez / Vanesa Lobo

-Al fin en su tierra, usted que no para de darle vueltas al mundo asesorando y ayudando a Rafa Nadal.

-Pues sí. En mi tierra, que es Jerez y a ella vengo en cuanto puedo.

-¿Y eso cuándo sucede exactamente?

-En Navidades, que aprovecho para celebrar mi cumpleaños; en la Feria del Caballo, que hago una escapada de uno o dos días, y en verano, como es el caso que nos ocupa.

-¿Qué hizo para escaparse a la Feria este año desde el Open de Madrid?

-Nada, le dije que me iba para uno o dos días. Y así fue. Siempre intento promocionar mi tierra entre mis amigos. Y cada día que pasa, más se interesan.

-¿Ha contado alguna vez los kilómetros que se hace al año en avión?

-No, pero nuestra ruta es clara: en enero estamos 22 días en Australia, a mitad de febrero llegamos a México, luego a Estados Unidos, entre California y Miami. Después, en Europa, Montecarlo, París, Wimbledon, y al fin las vacaciones. De aquí viajaremos a Nueva York; estaremos unos 20 días, y después, en octubre, a Asia. Acto seguido a Europa, para el indoor. Como se ve, es el año entero.

-¿Cómo fueron sus años como jefe de prensa del circuito de Jerez?

-Llegué allí poniendo folios y haciendo fotocopias para los grandes premios. El jefe de prensa que había se marchó y tiraron de mí. Era 1992 y estuve hasta 1996. Son cuatro años que recuerdo con agrado. Hasta vi en acción a una leyenda como Ayrton Senna probando apenas 15 días antes de que se matara en un accidente en Ímola.

-¿Cómo se cruza el tenis en su camino?

-Porque del circuito de Jerez salté a la ATP. Por entonces tenía 27 años. Allí estuve diez años hasta que me fui, justo antes de que me echaran.

-¿Antes de le echaran?

-Sí, no aguantaba al jefe de la ATP y él a mí tampoco. Tenía que decidir entre irme o que me echaran e hice lo primero. Lo mandé al carajo y me fui. Entonces el padre de Rafa me dijo que me fuera a trabajar con la familia. Y acepté.

-¿Su primer recuerdo de Nadal?

-La primera vez que le vi fue mucho antes, en 2003, era un chaval de 15 años que jugaba su primer partido como profesional. Fue en Mallorca. Además hasta ganó el encuentro ante Ramón Delgado, un jugador muy sólido. A pesar incluso de tener por entonces problemas de saque. Yo estaba allí por la reaparición de Gustavo Kuerten.

-CEO, community manager, ¿cómo le llaman ahora a su función?

-Algo tal como bullshitter, que se traduciría algo así como el mentiroso.

-¿En qué consiste?

-Básicamente en hacer de filtro entre los medios de comunicación y Rafa. Además de asesorarle cuando acude a actos de cualquier tipo. Quien quiera entrevistarle debe pasar por mí.

-¿Qué ha sido a su juicio lo peor que los medios de comunicación han hecho con él?

-Acusarlo de acciones que van en contra del deporte, como el dopaje o hacer trampas. Eso es una absoluta salvajada. No se puede acusar sin pruebas y hay quien lo hace.

-Como fue el caso de aquella ministra francesa que le acusó de doparse...

-Ese batalla se ganó. No fue una cuestión de dinero, sino de honor. Y se le ganó en su terreno, con su propia justicia.

-¿Dónde radica la fortaleza de este deportista?

-La gran fortaleza de Rafa radica en su talento, en el esfuerzo, en la mentalidad, en la pasión por lo que hace y en su familia. Ha distinguido perfectamente entre la faceta personal y la profesional. Él tiene una solidez familiar muy grande y además grandes raíces con su Mallorca natal. Otros cuando se retiren se irán a Montecarlo, pero él no. Él retornará a Mallorca.

-Me imagino que no comerá lo mismo que un deportista de élite...

-Pues prácticamente sí, pero yo mejor. En Wimbledon estamos por ejemplo en una casa donde cocinamos nosotros. Él sabe cocinar pescados, pastas, hacerse ensaladas. Es la base de su alimentación. Pero por el contrario, no le gusta el jamón, ni el tomate y ni siquiera el queso. No me deja ni comprarlo por le desagrada el olor que deja en la nevera.

-Dicen que el mundo del deporte de élite no hay amigos...

-Puede hasta resultar curioso pero a mi mejor amigo lo encontré precisamente en ese entorno deportivo: Carlos Moyà.

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