celia díaz. Periodista

"Los silencios le dan valor a las palabras"

"Los silencios le dan valor a las palabras"

"Los silencios le dan valor a las palabras"

-"La voz es la sonrisa del radiofonista", reza en el prólogo de su libro. ¿Cuál es la mejor sonrisa de la radio española?

-Tengo que confesar que soy una radioadicta. Escucho todo. Y seguramente por deformación profesional soy muy crítica. Ahora mismo me quedaría con Carlos Alsina por su dominio del espacio radiofónico y con Carlos Herrera por su capacidad de cambiar de registro. Me gusta también la dulzura de Pepa Fernández.

-¿A quién mandaría a hacer gárgaras?

-A todos los profesionales de la comunicación que propagan la idea de que la voz no se puede educar y que tener una buena voz es una cuestión de suerte. He visto a jóvenes abandonar su sueño de llegar a hacer radio por esta creencia que se basa solamente en el más absoluto desconocimiento.

-No sea pelota y dígame, como especialista en oratoria parlamentaria, con qué político se queda.

-No soy pelota pero tampoco puedo ser imparcial. Usted me entenderá. Sólo le diré que en el Parlamento andaluz se está optando, demasiado a menudo, por la oratoria barriobajera y eso no me gusta. Soy una firme defensora de la ironía y creo que quien tiene que emplear expresiones vulgares o gritar para expresarse es porque no tiene argumentos ni dotes comunicativas.

-¿La forma o el fondo?

-La forma cautiva pero es efímera. Si no hay fondo, tarde o temprano se nota y entonces la forma deja de tener sentido. No se puede fingir siempre.

-¿También en la política?

-En política más porque los políticos tienen puesto continuamente el foco sobre ellos y es mucho más fácil que "su verdadero yo" aflore. Creo que ser político es un oficio, como ser periodista, y al margen de las cualidades de cada uno, se aprende con el tiempo. En las dos profesiones hay charlatanes y comunicadores.

-¿Un consejo infalible para hablar en público?

-No querer ser alguien distinto a quien se es. A hablar en público se aprende desde que eres niño y vas cultivando una manera de ser y de estar.

-"Me gustas cuando callas porque estás como ausente". ¿Debemos hacer más caso a Neruda?

-Me gusta el silencio. De hecho es una de las materias primas de la radio, aunque parezca raro, porque nos empeñamos en no usarlo. Los silencios le dan valor a las palabras. Se aprende mucho estando callado.

-En su libro usted no deja en muy lugar a los becarios de las radios. ¿Fue usted niña prodigio?

-Para nada. Es más creo que tenía una de esas voces "no aptas para la radio". En realidad soy el ejemplo de que realmente la voz se puede educar. Si me hubiese dejado llevar por alguno de los "gurús" que defiende que se nace con voz radiofónica, seguramente hoy no estaríamos hablando.

-Victoria Prego lamenta en su libro que ahora no haya "ni buenos locutores ni buenos periodistas que transmitan el contenido". ¿Cuánto daño han hecho los másteres de periodismo?

-La formación siempre es buena, pero creo que muchos profesores están muy lejos de la realidad de la profesión. El periodismo tiene un componente de experiencias, de calle, de vida, de sacrificio, que es difícil transmitirlo cuando no se ha vivido. Usted y yo sabemos lo que es ponerse delante de un micrófono a las 6 de la mañana y que no te salga la voz del cuerpo.

-La sintaxis, esa gran desconocida. ¿Deberíamos los periodistas volver al sujeto, verbo y predicado?

-Deberíamos volver a la idea de que la comunicación es transmitir ideas, pensamientos, sentimientos y que para eso el receptor tiene, principalmente, que entendernos. Si utilizamos expresiones retorcidas o una locución llena de encabalgamientos, para lucirnos, o para que se note lo cultos que somos, el oyente o el espectador tiene que hacer un gran esfuerzo por entendernos. Se pierde la esencia de la comunicación.

-Para hablar bien hay que leer mucho y bien.

-Para hablar bien, hay que leer, hay que escuchar, hay que ampliar vocabulario, hay que tener una mente abierta, hay que saber que cada día se puede aprender algo nuevo. Para hablar bien, lo primero es querer hablar bien y no agarrarse al "yo hablo así y quien quiera que me entienda". Le aseguro que lo he escuchado muchas veces.

-A usted, ponferradina, ¿le costó asimilar las hablas andaluzas?

-Al principio me resultaba difícil entender a ciertas personas, pero sobre todo por la velocidad a la que hablaban, pero eso es un defecto que nada tiene que ver con las hablas andaluzas. Me molesta que haya gente que hable mal y lo atribuya a que es andaluz. Las hablas andaluzas tienen una gran riqueza lingüística y no están para nada reñidas con una buena oratoria.

-Lo que se dice ligar, ¿se liga más por la cara o con la palabra?

-Con la palabra, sin duda.

-¿Lo dice por propia experiencia?

-Eso se lo contaré en el próximo libro.

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