Enrique Meneses · Periodista y aventurero

"Por mis venas corre tinta de imprenta con whisky"

  • El día que Enrique Meneses Miniaty (Madrid, 1929) debía asistir al estreno de la película 'Oxígeno' para vivir en La Casa Encendida tenía por la mañana sesión de quimioterapia. No faltó a la cita. "Dice que la quimioterapia está sobrevalorada", comentaba Georgina Cisquella, la periodista que dirigió este emotivo documental con testimonios de colegas de Meneses, fragmentos de sus entrevistas a Farah Diba, el Che Guevara o el padre de Martin Luther King y el encuentro con su hija Beatriz en una venta próxima a Antequera.

-Bloguero y twittero con 82 años...

-Estoy al día. Soy un viejo al que le encantan las novedades. La última, una silla de ruedas eléctrica a la que le he puesto una L de novato. Fui a la farmacia y por diez centímetros no la estampo contra el escaparate de una perfumería.

-¿Cómo le hizo la foto al Che en Sierra Maestra que dio la vuelta al mundo?

-No tiene ningún misterio. Abres las piernas para que hagan de trípode, cargas los codos y disparas.

-Ha sabido estar en el sitio justo.

-Fui a los Estados Unidos a cubrir el problema de los negros en el Sur los años 62 y 63. Volví de Estados Unidos el día siguiente del entierro de Kennedy. Le dije a mi mujer que sacara dos billetes de avión para cualquier sitio de Europa. Me traje a París todas las películas del entierro porque los compañeros entonces éramos bastante caballerosos. Llegué a Europa antes que nadie.

-¿Cómo era el Marruecos español?

-Como Ceuta y Melilla, pero más grande.

-Leguineche dice en la película Oxígeno para vivir que no tuvieron infancias felices "pero tuvimos Vietnam"...

-Yo iba a ir a Vietnam para el programa Los Reporteros de Televisión Española, pero a mi mujer le detectaron el segundo cáncer y decidí llevarla a Nueva York para hacerle la quimioterapia. En España habían empezado a emplear el cobalto, pero el inventor del cobalto estaba en el Mount Sinaí de Nueva York. A Miguel de la Quadra Salcedo le habían encargado un reportaje sobre unos indios americanos y nos los cambiamos. Yo hubiera preferido Vietnam.

-¿Dónde esta la aventura?

-La aventura está en todas partes. Lo que pasa es que la gente quiere ir a los países exóticos con todo incluido, hasta las propinas. Si van de safari, les dan un cuaderno para que anoten cada vez que ven un animal el epígrafe jirafa o antílope. No puedo con los turistas.

-Con su primer reportaje, dio la vuelta al ruedo...

-No había cumplido los 18 años. Cogí un taxi de Madrid a Linares para cubrir la cogida de Manolete. El taxi me costó 450 pesetas, un precio especial porque el taxista era manoletista. También los había de Arruza y de Luis Miguel Dominguín. Me pagaron 150 pesetas. Perdí trescientas.

-¿Le gustaban los toros?

-No. Era lo que gustaba en España. El fútbol y los toros a los hombres. Las radionovelas a las mujeres. Yo me había criado en Francia. Allí viví la II Guerra Mundial. Mi padre creó una agencia de prensa en mi casa, por allí andaban Álvaro de Laiglesia, Cortés Cavanillas, y mi madre me decía que saliera a la calle con mi hermano de nueve años y mi hermana de siete mientras oíamos el estruendo de los stukas.

-¿Cómo vivió la Guerra Civil?

-Mi padre había sido gobernador  de Segovia en la República por el partido de Alejandro Lerroux, que perdió las elecciones con el Frente Popular. Dijo que se acababa la política para él y nos fuimos de veraneo a Biarritz. Llegamos el 2 de julio de 1936.

-¿Llevaba el oficio en los genes?

-Hijo de padres periodistas. Me casé con una australiana que no era periodista pero lo terminó siendo. Padre de una hija periodista hasta que se desengañó del oficio en la primera guerra de Bagdad. Mi padre no quería que yo fuera periodista. Quería que fuera diplomático y me puso a estudiar Derecho. En cuarto lo dejé.

-¿Oficio para vivir o sobrevivir?

-El periodismo es un oficio para supervivientes y el que no lo vea así lo va a pasar muy mal. Y no lo digo por las guerras. No me asusta oír las balas, porque la que te va a matar no la vas a oír. En 63 años de oficio no me ha sido útil una sola de las enseñanzas universitarias. Es un oficio como el de carpintero, lo aprendes al lado de los mejores. A los jóvenes les recomiendo que se vayan fuera. A Londres, por ejemplo, y que trabajen de camareros, la mejor escuela de inglés, la más rápida.

-¿Por qué fue Egipto su primer destino?

-Porque pagaban más que en España. Y porque es un país que me gustó desde pequeño. Cuando mi madre me decía que sacara a mis hermanos por París, siempre los llevaba al museo del Louvre, sección de Egiptología. Fui el único periodista español que cubrió la guerra del Canal de Suez.

-¿Se ha aficionado a escribir con el blog?

-Escribo desde los 15 años. No tengo sangre en las venas. Tengo tinta de imprensa mezclada con whisky.

-Titula sus memorias Hasta aquí hemos llegado. ¿Hasta dónde?

-No son unas memorias muy serias. Son las de alguien que ha disfrutado de la vida y que no entiende a los que se pasan todo el tiempo llorando. Yo en cada problema veo diez soluciones.

-¿El periodismo actual es peor?

-El periodismo siempre es igual. Lo que dicen ahora del Twitter lo decían del telégrafo, que lo utilizaba Jack London en Siberia para contar la guerra ruso-japonesa por las islas Kuriles. Como pagaban por palabras, en las crónicas incluía sólo lo absolutamente necesario. Por eso la literatura norteamericana es tan fresca. Porque la escriben periodistas: Faulkner, John don Pasos, Frederick Forsyth.

-¿Qué siente viendo su vida en una película?

-Me recuerda cuando comprábamos en Sevilla Films los metros de película que les sobraban.

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