Crónica Personal

Ayuso: segunda parte

Icono. La madrileña se ha convertido en poco tiempo en una figura emergente del PP y tiene dos años para constatar su buen cartel. El puesto de Casado, de momento, no peligra

Isabel Díaz Ayuso es aplaudida por el grupo parlamentario del PP.

Isabel Díaz Ayuso es aplaudida por el grupo parlamentario del PP. / Juan Carlos Hidalgo / Efe

Inicia su segundo mandato. Le quedan por delante dos años de una legislatura que inició en precario porque tuvo que negociar con Ciudadanos y Vox para formar Gobierno, ya que Gabilondo había ganado las elecciones, y empieza el nuevo capítulo con una mayoría aplastante y el PSOE convertido en tercera fuerza madrileña. Isabel Díaz Ayuso, casi una desconocida cuando Pablo Casado la designó candidata, es hoy la mujer española en la que convergen todas las miradas por el protagonismo alcanzado en tan poco tiempo; provoca incluso más expectación que las cuatro vicepresidentas del Ejecutivo de Pedro Sánchez.

No hay que llamarse a engaño, ella misma admite que son muchos los factores que han determinado su éxito. Su forma de ejercer la política, desde luego, pero también el rechazo tan profundo que provoca Sánchez, que no afecta sólo a los votantes tradicionales de centro y derecha, también a un porcentaje de simpatizantes de izquierda que no se sienten representados por un presidente que ha formado coalición con Podemos y buscado como socios a partidos que siempre habían sido contrarios al ideario socialista.Sin embargo, el principal atractivo de Ayuso es su defensa a ultranza de los intereses de los madrileños aunque eso suponga mantener una postura permanentemente enfrentada a la del Gobierno central, como ocurrió en los tiempos más graves de la pandemia; y enfrentada también con las políticas fiscales que emanaban del equipo de La Moncloa. Cuanto mayor era la confrontación con Sánchez, más eran los apoyos de Ayuso en Madrid.

Además, y no es una cuestión menor, entre los votantes del PP no acaba de cuajar Casado, que no ha cumplido las expectativas. Falto de propuestas y de energía, ha dado bandazos ideológicos para distanciarse de Vox que a menudo tuvieron consecuencias negativas para el PP. Pero Casado, que hace sólo dos meses vivía una situación complicada, con un futuro incierto, ha capitalizado personalmente el triunfo de Ayuso el 4 de mayo, al punto de que las encuestas desde entonces lo sitúan como ganador de unas elecciones generales si se celebraran en este momento.

La presidenta y el presidente

La relación entre Ayuso y Casado afectará al día a día del Gobierno madrileño. No porque vengan condicionadas por el líder del PP, ya que la presidenta ha demostrado sobradamente que tiene criterio propio y lo mantiene contra viento y marea, como se ha visto cuando se empeñaba en tomar decisiones contrarias a La Moncloa, pero sí a su forma de ejercer el Gobierno porque se analizarán con lupa las iniciativas que tome que no sigan escrupulosamente las consignas de la calle Génova. Ayuso, por ejemplo, no se ha sentido concernida por el discurso de ruptura absoluta de Casado con Vox, dialoga con Rocío Monasterio sin complejo sin que eso signifique que abrace sus políticas o, en los últimos días, ha provocado una situación incómoda con Casado con unas declaraciones en las que decía que el Rey se convertiría en cómplice del Ejecutivo si firmaba el decreto de los indultos. Casado salió de inmediato para tratar de corregir a la presidenta, pero le faltó tiempo a Ayuso para mantener su posición, aunque señalando a Sánchez como responsable de esa situación.

En la Puerta del Sol, sede del Gobierno madrileño, aseguran que a pesar de las discrepancias políticas, la relación entre ellos es constante, diaria y casi fraternal; impensable que se produzcan tensiones porque cambian impresiones permanentemente sabiendo los dos en qué discrepan y respetando cada uno la posición del otro. Pero sí admiten que Ayuso no tienen relaciones especialmente estrechas con algunos de los principales colaboradores de Casado, y éste lo sabe.

En esta segunda parte de legislatura, con un Gobierno tan fortalecido que no tendrá problema para sacar adelante propuestas, Ayuso quiere seguir marcando su propia agenda más allá de lo que decida Génova. Como ha hecho, pero ahora con más cartas a su favor tras el triunfo del 4 de mayo. Piensa dirigir un Gobierno muy pegado a las cuestiones más cotidianas, lo que en economía se considerarían políticas micro en lugar de macro, con prioridad para los sectores que más influyen en la calidad de vida, como la sanidad y educación, promoviendo la excelencia, más profesores y menos alumnos en las aulas, la natalidad con importantes cheques bebé para las madres menores de 30 años; también la lucha contra el cambio climático, políticas fiscales menos gravosas, así como menos gasto público que incluye la reducción de consejerías y altos cargos. Un total de 47 medidas muy concretas que se ha comprometido a poner en marca en lo que queda de legislatura.

Liderazgo nacional

Ayuso, mujer que huye del término medio y provoca entusiasmo desbordante igual que un rechazo inconmensurable, si ya fue una presidenta con personalidad propia en su primer Gobierno, inicia su nueva etapa libre de ataduras, como repite desde que ganó casi con mayoría absoluta y provocó el abandono de la política de dos destacadas figuras como Pablo Iglesias y Ángel Gabilondo.

Desde el socialismo tratan de debilitar a Casado dando a entender que Ayuso aspira a la presidencia del PP. Durante un tiempo lo desmentía sistemáticamente, pero ya no lo hace, sino que cree que la mejor manera de desmentir esas ambiciones es mostrarse cada día más madrileña –hasta el punto de confesar a Bertín Osborne que es madridista pero que siente gran simpatía por el Atlético–, seguir con su vida muy apegada a la calle, a los barrios, a la gente, pero sin dar respiro a quienes tratan de marcarle el paso. Por ejemplo, quiere ser la presidenta del PP madrileño en contra del criterio del secretario general, Teodoro García Egea, y parece que ese triunfo lo tiene garantizado. El salto nacional, ni se lo plantea.

En política nada es eterno ni inamovible. No se lo plantea porque su reto es ser una gran presidenta de Madrid y porque su lealtad a Casado es férrea y será la primera en apoyarlo como presidente del PP y candidato a la Presidencia del Gobierno. Pero si hubiera un maremoto en el partido, y Casado no fuera candidato o presidente del PP... sin duda Ayuso estaría ahí si se abriera el proceso para elegir a un nuevo líder nacional.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios