Íñigo Urkullu | Candidato por el PNV

Diálogo para un periodo de gritos

  • El político vizcaíno combina un perfil bajo con una altura de miras para negociar la estabilidad institucional, útil para los años venideros de crisis

Íñigo Urkullu Íñigo Urkullu

Íñigo Urkullu / Rosell

Íñigo Urkullu ha salido reforzado de estos atípicos comicios vascos con el aval de su experiencia en la gestión y apuesta por el diálogo para seguir desarrollando su proyecto y reeditar un gobierno de coalición con el PSE que, ya con mayoría en el Parlamento, haga frente a los retos derivados de la pandemia.

La suma de los escaños obtenidos por su partido y por los socialistas, con quienes comparte gobierno en las principales instituciones autonómicas, permite que esta fórmula vuelva a repetirse en Euskadi tras unos comicios marcados por las medidas de prevención frente al Covid-19.

Urkullu ha recibido una vez más el apoyo mayoritario de la población, que no le ha pasado factura por las situaciones complicadas que han salpicado su mandato, como la condena del que fuera uno de los dirigentes del PNV alavés, Alfredo de Miguel, las presuntas irregularidades en las oposiciones del Servicio Vasco de Salud, y el derrumbe del vertedero de Zaldibar (Vizcaya), en el que permanecen sepultados dos operarios.

El ya lehendakari en funciones no se ha salido del guión durante una campaña marcada por la incidencia del coronavirus, en la que ha mantenido aún más si cabe el talante moderado, serio y respetuoso con el adversario político que le caracteriza y se ha centrado en reivindicar la gestión de su gobierno como aval para liderar el trabajo en común de instituciones y partidos y hacer frente al complicado escenario que deja en Euskadi el Covid-19.

Íñigo Urkullu Renteria (Alonsotegi, Vizcaya, 1961), ya tiene un pie en Ajuria Enea después de confirmar su victoria en el proceso electoral pese a sufrir un calvario particular en el último tramo de la legislatura. Ni el trágico accidente en el vertedero de Zaldíbar ni la pandemia del coronavirus, que tanto sufrimiento personal le han reportado, según cuenta en su entorno, han sido un obstáculo para un entorchado electoral reforzado con dos escaños más que en 2016.

Aunque nunca dejó de estar situado como el caballo ganador en los comicios, las mieles del triunfo han transcurrido bajo los litros de hiel de la crisis del vertedero y del coronavirus que han obligado al candidato del PNV a improvisar, un término ausente de su diccionario. Este amante de la lengua se maneja resueltamente con un léxico que incluye voces como moderación, discreción, gestión, diálogo y seriedad; ese empleado hiperresponsable que asume como suya la estabilidad de su entorno.Urkullu encara su tercer mandato con la misma fórmula con la que ha desarrollado los dos anteriores, el diálogo y la búsqueda de acuerdos entre los vascos y con el Gobierno central, convencido de que con su partido al frente de las instituciones autonómicas el País Vasco encabezará la salida de la crisis.

El lehendakari en funciones es diplomado en Magisterio, está casado y tiene tres hijos. Metódico y dialogante, ha mantenido también en campaña un discurso sin excesos verbales y siempre sin perder su seriedad.

Su carácter familiar lo ha llevado a ser el primer lehendakari en no residir de manera permanente en Ajuria Enea, en Vitoria, y a regresar a su domicilio de Durango (Vizcaya) para dedicar más tiempo a su familia. Antes de acceder por primera vez a presidir Euskadi en 2012, cuando recuperó la Lehendakaritza para el PNV tras tres años y medio de gobierno socialista, había desarrollado toda su carrera política relacionada con la vida interna del PNV, aunque fue parlamentario autonómico entre 1994 y 2007.

Hasta entonces su único cargo público ejecutivo fue el de director de Juventud de la Diputación de Vizcaya entre 1987 y 1994, y en el Parlamento vasco su principal labor fue presidir la comisión de Derechos Humanos entre 1999 y 2007, las legislaturas en las que Juan José Ibarretxe fue lehendakari y en las que esa comisión elaboró la declaración de reconocimiento a las víctimas del terrorismo.

A los 23 años, en 1984, ya era miembro de la ejecutiva del PNV en Vizcaya, en la que permaneció de forma prácticamente ininterrumpida hasta 2007. Desde que empezó en política formó parte del grupo de jóvenes cuadros del PNV vizcaíno, llamados entonces jobuvis (acrónimo de jóvenes burukides vizcaínos) que fue tomando el mando del partido en este territorio.

Urkullu accedió a la presidencia nacional del PNV en diciembre de 2007, cuando fue el candidato de consenso entre los dos sectores del partido tras el abandono de la política de su antecesor, Josu Jon Imaz.

Dejó la dirección del Partido Nacionalista Vasco en 2012 para ser lehendakari, cargo que, previsiblemente ejercerá por tercer mandato consecutivo en los próximos cuatro años.

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