España

Malos tiempos para los pactos de Estado

LA comparecencia económica del presidente en el Congreso momentos antes minimizó ayer la primera sesión de control al Gobierno del nuevo curso político. Zapatero y Rajoy llegaron a la misma con los pactos de Estado pendientes (el de educación y energía propuestos por el Gobierno, y de reducción del gasto público lanzado por el PP) con pocas posibilidades de llegar a buen puerto. El de educación saltó por los aires tras la iniciativa planteada en el Pleno del martes por el Grupo Popular, que propuso un marco de acuerdo que fue rechazado finalmente por todos los grupos políticos. Al de energía, con Cristóbal Montoro y el ministro de Industria, Miguel Sebastián, como negociadores, sólo le falta la escenificación de la ruptura. El acuerdo sobre la reducción del gasto, que Rajoy formuló ayer mismo, sólo encontró a un Zapatero dispuesto a echarle un vistazo a las cuentas.

Que a estas alturas de la grave crisis económica que vive España, los dos principales partidos nacionales, con el 80% de los votos en su poder, no hayan sido aún capaces de realizar un ejercicio de responsabilidad y ponerse de acuerdo sobre cuestiones básicas como el devenir de la educación, la justicia y la energía, entre otras, deja entrever la estrechez de miras de la clase dirigente de ambos partidos.

Dicho esto y más allá del desencuentro PSOE-PP en el debate económico, destacar que Zapatero se dedicó a achicar espacios y se batió como pudo ante la avalancha de críticas, y Rajoy exhibió un nuevo tono y ejercicio la crítica de forma más razonable. Alejado de los chascarrillos y de la desmesura, el líder de la oposición pareció, en esta ocasión, más sólido que el presidente del Gobierno.

En cuanto a la sesión de control al Gobierno, que se prolongará a lo largo de esta mañana, fue un puro trámite. Rajoy le preguntó a Zapatero sobre los números del nuevo sistema de financiación autonómica, y la cosa derivó en una serie de reproches poco argumentados por ambas partes.

La vicepresidenta primera y la portavoz del Grupo Popular volvieron a dar la nota. En esta ocasión, sin embargo, el mérito del numerito se lo llevó Soraya Sáenz de Santamaría, que se tomó muy en serio el encargo de elaborar un informe sobre la persecución policial a militantes del PP y que no dudó en mezclar churras y merinas para presentarlo de soslayo ayer en la Cámara baja. Es lamentable que Rajoy haya metido de sopetón a una joven tan brillante y de mirada tan limpia a desatascar las cañerías populares. Para esos asuntillos, el PP siempre ha tenido a fontaneros del tipo Martínez Pujalte, muy profesionales, por cierto.

De la misma forma, Arenas intentó ayer cargar contra Chaves a través de una pregunta formulada por el diputado popular Ricardo Tarno, un buenazo de la política, sobre el caso Mercasevilla. La vicepresidenta primera respondió por cortesía parlamentaria a un asunto que equivocó de nuevo la sede parlamentaria.

Aunque eludió la pregunta, al ex presidente andaluz se le vio alicaído y algo desasistido por los pasillos de la Cámara baja. No debía llevar bien que la cinta de marras vendida a bombo y platillo por los dirigentes del PP sevillano en una comparecencia madrileña fuera puesta, en su día, en manos de la Fiscalía por la propia Junta de Andalucía y que ahora quieran utilizarla contra él como un nuevo caso de corrupción.

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