Doble fondo

Roberto Pareja

Todos en campaña

No hay que tener ínfulas de visionario para percibir la antesala de unas elecciones generales por mucho que Pedro Sánchez contemple un vasto horizonte en el poder del brazo de Pablo Iglesias.

El Gobierno está empeñado en dialogar hasta la extenuación con la Generalitat. Pero, ¿de qué demonios van a hablar si Quim Torra no está dispuesto a bajarse del burro? Dos no bailan un tongo, digo un tango, si uno no quiere. Los soberanistas se sienten colmados de razones para sacar los pies del tiesto de la legalidad y el jefe del Govern anima a Moncloa a "asumir riesgos" para diferenciarse de Rajoy. Es otra de las entelequias de ese feroz articulista que despotricaba contra España y que ahora pide la "comprensión" de nosotros, las "bestias" hispanas.

Con Torra enrocado en la autodeterminación y con Pedro I el Sabio (sus rectificaciones son ya una constante vital) decidido a no atravesar ese aro, es obvio que el PDeCAT le negará el pan a sus Presupuestos y la sal a su afán de poder, con lo que sus fastuosos planes para la "gran transformación" bajo el cielo de la "justicia social" se irán al infierno.

El ángel de la guarda, que tan poco trabaja, se le apareció a Pablo Iglesias en forma de carta, ésa en la que dos republicanos agradecían hasta a los Reyes su interés en la feliz evolución de sus mellizos. Una campaña seguramente involuntaria, o no, que mejoró esa imagen de monstruos rompepatrias que algunos se empeñan en colgarles.

El PP dice que ya va siendo hora de aplicar de nuevo el 155. Pablo Casado obvia que lo de Torra, por ahora, sólo son palabras delirantes, como su amenaza de abrir las puertas de las cárceles catalanas para que volaran los pajaritos del procés si fueran condenados. Pero hay que entenderle: el sucesor de Rajoy está también en modo campaña. Un tanto estrambótica, a tenor de la hilarante propuesta de hacer del ¡viva el Rey! un chascarrillo que resuene por las calles y los bares de toda España.

Precisamente hasta Felipe VI quizá esté inconscientemente en modo campaña por el olor a azufre que le llega desde Cataluña con tanta invocación a la república. Por eso resultó entrañable verlo este lunes tan serio con la cúpula judicial. ¿En qué y en quién estaría pensando Su (¿atribulada?) Majestad?

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