Crónica personal

Pilar cernuda

Serenidad en tiempos convulsos

Se le entendía todo al Rey, aunque no pronunció la palabra Cataluña, ni radicalismo, ni intolerancia. Sí dijo que había que dejar atrás el rencor, y puso el acento en palabras positivas, respeto, integración, concordia, entendimiento, convivencia. Sobre todo convivencia. Se le entendía todo, la prueba es que, sin que el Rey mencionara Cataluña, le faltó tiempo a Torra para declarar que en Cataluña no había un problema de convivencia sino de democracia. Miente. Y si cree Torra que el problema es de democracia, que se mire al espejo.

Felipe VI apostó en esta ocasión por la serenidad, marcando distancias con el polémico discurso del 3 de octubre que tanto indignó a los independentistas y tanto entusiasmó al resto de los españoles. Esta vez, en contraposición a la algarada independentista que capitanean Torra y Carles Puigdemont, ha querido capitanear el Rey la España serena harta de violencia política. Con una reivindicación que debe hacer pensar a los políticos actuales: la convivencia que hizo posible la Transición.

Sorprende que desde el Gobierno y el PP se haya aplaudido tanto el discurso del Rey: Pedro Sánchez es experto en abrir heridas con medidas contrarias a la reconciliación, la concordia y el entendimiento; el radicalismo que se ve en algunas decisiones últimas de un Pablo Casado que se introduce peligrosamente en el discurso de Vox, también está muy alejado del espíritu del discurso de Navidad de Felipe VI.

Ha querido el Rey dirigirse muy especialmente a los jóvenes, y es la primera vez que lo hace con tanta intensidad.

El quinto discurso navideño del rey Felipe ha sido un homenaje a la España que transformó una dictadura en democracia gracias a las dosis de solidaridad, convivencia, respeto y entendimiento de sus políticos. Probablemente lo ha hecho el Monarca porque se cumplen precisamente ahora los 40 años de la Constitución.

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