España

Soria: el peor momento para favorecer a un amigo

  • Inoportuno. El caso del ex ministro y el Banco Mundial emerge a pocos días de las elecciones gallegas y vascas, cuyo resultado puede propiciar el cambio socialista a la investidura de Rajoy.

JOSÉ Manuel Soria es hombre afortunado que cuenta con muchos y buenos amigos, y entre ellos destacan dos: Mariano Rajoy y Luis de Guindos. Con el primero mantiene una relación muy estrecha desde hace años, forjada fundamentalmente cuando el padre del hoy presidente fue a vivir a Canarias y sus hijos pasaban temporadas con él. Soria -alcalde de Las Palmas, presidente del cabildo y vicepresidente del gobierno canario- estuvo siempre pendiente de que estuviera bien atendido. En cuando a De Guindos, Soria compartió con él infinidad de vivencias profesionales en el mundo económico y empresarial, al ser los dos altos funcionarios del Estado por oposición.

Un dato que confirma la estrecha relación entre el ex ministro de Industria y el presidente en funciones es que cuando Rajoy formó su primer Gobierno, pronto hubo noticias del que se llamó el G-5, el grupo de amigos personales de Rajoy que formaban parte de aquel Ejecutivo: amigos de compartir confidencias, buenos y malos momentos, experiencias e incluso algunos viajes familiares. Formaban parte de ese grupo Ana Pastor, Miguel Arias Cañete, Jorge Fernández, José Manuel García Margallo y José Manuel Soria. Siendo ya ministros, organizaron algún viaje de fin de semana, aunque no se sumó Rajoy por sus compromisos presidenciales.

Para comprender el caso Soria, que podría llamarse el escándalo Soria, porque ha provocado una crisis en el Gobierno y en el PP en el peor momento político, es imprescindible conocer ese dato, el de la amistad de largos años de Soria con Rajoy y con De Guindos. Nadie duda en el PP de que el presidente estaba al tanto de que su ex colaborador se postulaba para el cargo del Banco Mundial aunque un jefe de Gobierno no siempre conoce las salidas profesionales que intentan sus ministros una vez que han dejado el cargo. Sin embargo, sería impensable que Rajoy no hubiera recibido la llamada de Soria en la que le informaba de su intención de ocupar el cargo directivo del BM que estaba destinado a quien propusiera el Gobierno español.

La única duda es si Soria habló primero con De Guindos, que era quien debía proponer el nombre al Banco Mundial, o si llamó antes a Rajoy. Y lo que parece inaudito es que ninguno de los tres advirtiera que esa propuesta iba a provocar un rechazo tan generalizado que alcanzaba incluso a dirigentes nacionales del partido. Sobre todo teniendo en cuenta que los tres, Rajoy, De Guindos y Soria, conocen como pocos las claves con las que se funciona en el mundo de la política y conocen como nadie las cuestiones que más afectan a la sensibilidad de los ciudadanos.

Y, hablando de Ciudadanos -con mayúscula-. Parece inaudito también que ninguno de los tres fuera consciente de que Albert Rivera, que negociaba un pacto de investidura de Rajoy, fuera a aceptar de buena gana la "colocación" en un puesto importante del Banco Mundial de un ex ministro que había tenido que abandonar el Gobierno por su relación con empresas vinculadas a los papeles de Panamá. Pacto de investidura además que Rivera negociaba con escasísimo entusiasmo, obligado porque el resultado del 26-J demostraba que a sus votantes no les había gustado el acuerdo que había alcanzado con Pedro Sánchez.

Una de las cuestiones en las que más se ha insistido en estos días de crisis ha sido en el hecho de que Soria mintió cuando negó tener relación con empresas off shore, y que ha mentido el Gobierno cuando intentó justificar el nombramiento del ex ministro explicando que se trataba de un concurso público al que sólo podían acudir altos funcionarios del Estado. Respecto a lo primero, hay dudas sobre las supuestas mentiras de Soria, aunque es evidente que no dijeron la verdad quienes se refirieron a un concurso. No era concurso, tampoco se le dio publicidad, no era exclusividad de técnicos comerciales del Estado ni se cumplía el plazo de presentación el pasado viernes 2. La prueba es que, una vez que Soria renunció a su nombramiento, se procedió a la propuesta de un sustituto, el ex secretario de Estado de Economía Fernando Jiménez Latorre, hasta ahora directivo del Fondo Monetario Internacional (FMI).

De Guindos, que sigue defendiendo a capa y escapa el procedimiento con el que se procedió a la designación de Soria, tendrá dificultades para vérselas con los portavoces de los partidos de la oposición cuando tenga que comparecer ante la comisión del Congreso. Hasta es posible que se encuentre con un portavoz incómodo del propio PP: en la decisión de Rajoy de llamar por teléfono a Soria cuando regresaba en avión de su viaje a China tras asistir a la cumbre del G-20, no sólo influyeron las críticas prácticamente unánimes de los medios de comunicación, sino incluso las críticas internas.

Ahí marcó un punto de inflexión Alberto Núñez Feijóo, que en una entrevista con Susanna Griso en Espejo Público, de Antena 3, el pasado martes, dijo que el nombramiento de Soria "es difícil de entender para mucha gente", entre la que se incluía. Rajoy, además de tener en alta consideración al presidente gallego, tanto en el plano personal como político, comprendió que el caso Soria dañaba al partido en general y a Feijóo en particular, pues se juega la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas del 25 de septiembre, y la forma en que se había producido la designación de Soria podía ser el elemento que utilizaran sus adversarios para intentar descalificarle con la eterna acusación de la corrupción y de las llamadas puertas giratorias.

En cuanto a las mentiras de Soria, desde su entorno aseguran que no las hay. Años atrás, cuando falleció el padre del ex ministro, él y su hermano se hicieron cargo de las empresas familiares. Cuando posteriormente se dedicó a la política, dejó la responsabilidad única en manos de su hermano y, explican, no estaba al tanto de que había creado empresas off shore para eludir sus obligaciones fiscales o para pagar menos impuestos. Es la razón, siguen diciendo los defensores de Soria, de que cuando su nombre apareció en los papeles de Panamá negara de forma tan rotunda que tuviera empresas en ese paraíso fiscal. Cuando se supo después que además de Panamá tenía empresas en las islas Jersey, Soria cogió un avión y se plantó en Canarias. Allí fue donde supo que efectivamente su hermano había creado un entramado societario en paraísos fiscales. Una versión que plantea dudas, porque la firma del ex ministro aparece en varios documentos, aunque también es verdad que su firma puede ser falsificada, como responden los amigos de Soria. Nueva pregunta: ¿ Por qué no lo dijo? Pues para salvar a su hermano, contestan.

Rajoy probablemente creyó la versión más favorable a su amigo, que era víctima de las operaciones de su hermano y por tanto consideró que un puesto en el Banco Mundial era la forma de paliar su consternación por salir del Gobierno. Actitud que ha dado munición a los partidos de la oposición para arremeter contra él en el peor momento: cuando el declive de Pedro Sánchez abría las puertas a que dirigentes del PSOE, tras las elecciones gallegas y vascas, permitieran que Rajoy fuera investido con las necesarias once abstenciones.

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