España

Viaje a ninguna parte

DESPUÉS de incumplir su programa electoral de forma reiterada en apenas cuatro meses, con la subida de impuestos y los recortes en educación y sanidad como principales botones de muestra del digo Diego, el presidente del Gobierno se cura en salud: "Haré cualquier cosa aunque no me guste y haya dicho lo contrario". Rodríguez Zapatero, en el Debate del estado de la Nación en julio de 2010 -dos meses después del recorte adicional de 15.000 millones de euros que sacó adelante por un voto-, vino a decir lo mismo pero con otras palabras: "Tomaré las decisiones que España necesita. Aunque sean difíciles, voy a seguir ese camino cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste". Rajoy, entonces en la oposición, reclamó el adelanto electoral y acusó al político leonés de "travestismo político". Algo parecido le reprocha estos días el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, a Rajoy: "Ha dado el cambiazo: cambiar fraudulentamente una cosa por otra".

Así las cosas, el retrovisor del PP para justificar recortes que superan ya los 50.000 millones en el "nefasto legado socialista", empieza a quedarse sin recorrido político. Sobre todo, cuando comunidades autónomas gobernadas por los populares, con Valencia a la cabeza, están igual o peor que otras, como Castilla-La Mancha o Baleares, gestionadas la legislatura pasada por los socialistas. Y cuando Bankia y otras entidades financieras en manos de afines del centro-derecha español -también se puede hacer la misma lectura con el PSOE en el caso de la Caja de Castilla-La Mancha- no son modelo de buena gestión y van a necesitar ingentes cantidades de dinero público cuando se han recortado 10.000 millones de sanidad y educación.

Casi empatados en desaguisados -el peor de todos, compartido por los Ejecutivos de Aznar y Rodríguez Zapatero, fue el no prever la nefasta incidencia que tendría la burbuja inmobiliaria sobre la economía española-, los puentes de entendimiento entre las dos principales fuerzas políticas están como están: dinamitados por los mismos roles de la pasada legislatura pero con los papeles cambiados.

Tan sólo el tímido llamamiento a recuperar la senda del consenso de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría hace albergar esperanzas de que los dos partidos políticos con más responsabilidad sobre el calado de esta crisis se reposicionen y estén a la altura de la delicadísima situación.

Es verdad que las últimas declaraciones de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, acusando a los socialistas de "vileza", y las de Pérez Rubalcaba alarmando ante la inminente intervención de facto de Bankia, ayudan más bien poco. Pero no es menos cierto que el nuevo escenario europeo, con la llegada de Hollande al Elíseo y su apuesta por el crecimiento, abre un escenario nuevo en Europa y España -de entrada, la CE parece dispuesta a que nuestro país cumpla el 3% de déficit público en 2014 y no en 2013- que debe servir recuperar el principal papel encomendado a la política: solucionar los problemas de los ciudadanos por encima de las diferencias políticas. El escenario griego, con las dos principales fuerzas políticas nacionales lejos de poder sumar mayoría absoluta y con el populismo cabalgando sobre el descontento ciudadano -es tremendo que los neonazis de Amanecer Dorado hayan sacado 21 diputados- debería hacerles reflexionar sobre este viaje a ninguna parte.

de San Jerónimo

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