Doble fondo

Las dos almas del PSOE y el "rey republicano"

Sánchez ha pasado del "salud y república" a defender sin fisuras la Monarquía parlamentaria Sigue los pasos de González y Rubalcaba como valedores de la Corona

Felipe VI y Pedro Sánchez.

Felipe VI y Pedro Sánchez.

La hemeroteca es el gran talón de Aquiles de los veleidosos. Él bien lo sabe.

2014. "Yo soy republicano". "El PSOE tiene esa tradición, es un partido republicano". Todavía no era secretario general pero Pedro Sánchez ya estaba visitando las agrupaciones socialistas para presentarse a las primarias de ese verano y el entonces diputado raso acompañó un tuit con una foto del letrero de una calle llamada 14 de abril. "Salud y república". Las redes sociales también han dejado rastro del (¿?) alma tricolor (rojo, amarillo y morado) del presidente del Gobierno.

2020. La salida de España de Juan Carlos I le ha colocado entre la espada de un vicepresidente segundo y varios ministros de Unidas Podemos que intentan aprovechar la coyuntura para alfombrar la insturación de una "República plurinacional" y la pared de un PSOE y una derecha que le exigen a Sánchez más entusiasmo del no poco que está poniendo en la defensa de la Monarquía parlamentaria. 

El PSOE se define desde hace décadas como un partido de "valores republicanos" aunque en la práctica ha abrazado la Monarquía Parlamentaria y, más concretamente, la figura de Juan Carlos I (lo llaman juancarlismo), ese "rey republicano" como lo definía el ex presidente Felipe González.

La "republiqueta" de Iglesias

El carismático líder socialista insistía hace pocos meses en su curiosa tesis. "Nunca fui monárquico y no lo seré. Pero prefiero una monarquía republicana como la que tenemos que una republiqueta como nos quieren imponer". El mensaje-torpedo directo era para Pablo Iglesias.

Volvemos a 2014. Don Juan Carlos abdicaba. El líder del PSOE era entonces Alfredo Pérez Rubalcaba, que se retiraba después de estrellarse en las elecciones europeas. Pero no se marchó de inmediato porque era uno de los pocos que estaban en el secreto de que el Monarca se disponía a dejar el trono tras perderse entre la sabana de Botsuana. Y otras. Acentuadas. Rubalcaba recondujo las aguas bravas de un PSOE acuciado por la presión de una fuerza emergente que amenazaba con devorarlo (Podemos) y una incipiente marea republicana.

Dicen los monárquicos que fue el "penúltimo servicio a España, al sistema Constitucional y a la Corona" de Rubalcaba (el broche de oro lo puso con la rendición de ETA) y que si él no hubiese sido el secretario general del PSOE en aquellas fechas, quizás el curso de la historia reciente de España hubiera sido otro. Con sus proverbiales discreción, mano izquierda y capacidad de persuasión, convenció a los diputados socialistas (no pocos con pulsión republicana) de que había que respaldar la ley de abdicación y facilitar la sucesión en la persona del entonces Príncipe de Asturias

Con el dedo (morado) en el ojo

Este raro tórrido (informativamente hablando) agosto, otro secretario general de los socialistas tiene que defender a la Monarquía constitucional. Lo está haciendo a conciencia. Sin fisuras. El problema para Sánchez es que esta vez tiene un orzuelo porque su  socio de gobierno le mete constantemente el dedo en el ojo y denuncia que lo que llaman marcha es una "fuga" para colmo "negociada a sus espaldas".

Lo que refleja la doble óptica en Moncloa sobre de lo que supone la Monarquía Constitucional que consagra la Constitución: un incierto choque entre la nueva y la vieja izquierda, o entre la moderada y la radical. Cada uno lo pinta a su manera.

El caso es que la vida sigue igual y que la ingobernable pandemia es lo que realmente preocupa a los españoles. Su presidente ahora se va a tomar un respiro en Lanzarote, en La Mareta. Paradojas de la vida Es un palacio que el rey Hussein de Jordania regaló a Juan Carlos I en 1989. Nunca se alojó allí y fue puesto al servicio de Patrimonio Nacional en 2015. Por deseo de Felipe VI... Sin duda, parece más desprendido que su padre.

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