congreso de vistalegre II

El aplausómetro se lo lleva el árbitro

  • El encendido discurso anticapitalista de Teresa Rodríguez enardece a la hinchada de Podemos mientras Iglesias y Errejón mitinean.

Iglesias saluda a Errejón.

Iglesias saluda a Errejón. / EFE

Los prolegómenos de un gran combate en el Madison Square Garden deben de ser algo parecido. El público quizá entretenga la espera con cánticos de todo tipo. Ayer en Vistalegre 2 era el más variado refranero de Vistalegre 1, como si nada hubiera pasado en estos dos años en los que tras la "gymkana electoral" -palabras de Pablo Iglesias-, un partido surgido de la nada, al punto de no ser partido, se convierte en la tercera fuerza política del país. Pero han pasado muchas cosas. Y la prueba es que esto quizá sea como el Madison Square Garden, con ocho mil gargantas diciéndose "sí se puede".

Lo que se puede observar al star system de esta joven formación política, gente que en muy poco tiempo se ha hecho archifamosa, salir por la bocana de los burladeros rodeados de cámaras y el clamor del estadio. Como entre este star system están los dos púgiles que llevan atizándose meses podría pensarse que los asistentes al combate gritarían "mátalo" o "a por él". Pero no, la consigna es sólo una. El congreso del partido político Podemos, rebautizado como consejo ciudadano estatal, se abrió con puntualidad británica a las 12 al grito de ¡Unidad!

Con una escenografía lindando con lo televisivo, el festival se abría con todos los que tendrían que intervenir en el escenario codo con codo y Pablo Iglesias al frente. De él, como secretario general, era la palabra para inaugurar este encuentro. Aclamado líder, eligió un "decíamos ayer". Si Vistalegre 1 acabó cantando La estaca, de Lluis Llach, lo empezamos recitando versos de La estaca: "Si yo la estiro fuerte por aquí y tú la estiras fuerte por allá..." En éstas se ha llegado, cada uno tirando de un lado. Y la gente, sustantivo favorito, con el "sí se puede, sí se puede".

"El viento del cambio sigue soplando" (...) "señores del PP, han puesto precio a la soberanía de nuestra patria" (...) "ese fascista rodante llamado Donald Trump"... Jingles de éxito seguro los de Iglesias en su charla inaugural. Y jugando en casa. Se le notaba seguro sabiendo que había que imprimir alguna gota en la pócima de telepredicación.

El hilo conductor de la mañana la llevaría un trío de jóvenes actores de un teatro de la improvisación madrileño. Serían los introductores de la gala. Una vez más un guiño televisivo. Y unas veces con más gracia que otra, como cualquier club de la comedia, haciendo al público corear palabras como a los chavales en un circo, para entretenerles en los huecos muertos. Sus principales dardos iban dirigidos a la Caja Mágica, donde simultáneamente el PP celebraba su congreso. Y Cospedal fue la elegida para llevarse los palos. El público se partía. A la gente le encanta meterse con Cospedal.

Y llegó la hora. Las cabezas visibles de cada una de las corrientes que habían presentado documentos para ser votados, tendrían su aparición. Cantarían su single. No hablaron de los documentos, claro, nadie contaba con ello. Era visualizar en su interpretación, como Eurovisión, la tonadilla más pegadiza.Pablo Iglesias llevó telonera. Escogió a Noelia Vera, la diputada cunera gaditana, nacida en El Puerto, pero hace tiempo residente en Madrid. No tiene nada de malo. Lo hacen todos los partidos. Pero Vera se creció y se gustó, calentó al público y dejó claro su mensaje: "Y el lunes nos dejamos de tonterías". Un mensaje de unidad si no fuera porque hay por medio un domingo.

Era el momento del primer púgil. Iglesias, camisa blanca, no del todo planchada, de ninguna marca en especial. El Iglesias de toda la vida que no ha cambiado su forma de vestir, el profesor universitario que sigue siendo gente y está con la gente y que inicia su clase magistral hablando del contrato social de la Transición y de que ahora no hay contrato social. Una lección académica de política antes de bajar al barro: "Para ganar no bastan las victorias electorales" (...) "no me creo la geografía parlamentaria, no nos podemos parecer a ellos ni en los andares" (...). Su segundo discurso en veinte minutos levanta a parte del pabellón de los asientos, sólo a una parte. Y una vez más "sí se puede". Liturgia, mantra.

El segundo púgil, Errejón, prescinde de telonero. sale él solo. Hay murmullos entre los aplausos. Hay que tener en cuenta que Errejón se ha desayunado con una primera página de El País en el que Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos y profesor suyo, se despacha a gusto. Dice que tiene menos carisma que una estatua de Vladivostok y se queda a un meñique de llamarle niñato.

Sabe Errejón que ese no es su público, que, como dice Monedero, él no va a levantar de los asientos a nadie en Vistalegre. y no lo hace, aunque recibe aplausos de cortesía cuando dice que alguien debe de estar escribiendo la tesis de esa formación tan simpática que cambió la forma de actuar de los anteriores partidos, pero que ellos no están para "cantar los 40", sino para ganar la soberanía popular. Errejón, sin meter el dedo en el ojo, sin ofrecer la cara a su rival ni soltar un solo derechazo, sutilmente venía a decir "con los que estamos aquí no ganaremos nunca". No lo dijo, claro, prefirió sugerir que de todos los congresos de partidos que se van a celebrar este año "este es el único congreso que puede cambiar la vida de la gente". O no. Un a buen entendedor... para no ponerse cara a cara ante un cierto aroma hostil. No golpear al campeón.

Y sí, se aplaude pero con esa forma que se aplaude cuando unos se preguntan a los otros qué ha querido decir, mientras él se despide con los puños muy cerrados como después de haber metido un gol.Estaba en esas, pensativo, con menos "sí se puede" que antes, el público de Vistalegre 2, cuando los anticapitalistas, árbitros del combate, salen con todo: Miguel Urbán, un orador y un agitador en su misma persona, un motivador, un Simeone de las clases castigadas, y Teresa Rodríguez, la rebelde, con pantalones de cuero como Jim Morrison, rockera casi. Entre los dos vapulean a los dos combatientes.

"Aquí, en Vistalegre, no hay ningún enemigo. Los enemigos están fuera". Ese lenguaje bélico que formaba parte de los manuales de uso de los tiempos de la gymkana. Y Urbán va a por todo. Fascismo en Estados Unidos y racismo en Europa: "Podemos es el antídoto contra los fascismos". Y somos los estibadores en huelga (aún no se ha convocado la huelga), y somos los que hemos perdido en la crisis y los que vamos a ganar el futuro. Ni un alma sentada en su asiento en Vistalegre. Así se los entrega a Teresa Rodríguez, que habla de unidad, pero también de humildad. "Hay que auditar la deuda y que paguen los bancos porque la deuda es de ellos". Conecta. El dúo arbitral es el ganador.

A continuación sale un granadino,dice que no es un friki, pero que tampoco es invisible. Es cierto que no le conoce casi nadie. "Somos la voz de los que no podemos con esta deriva cainita, somos los que creíamos en Podemos". Son la cuarta vía, el cuarto documento. Mientras hablaba, la gente salía a fumar o al lavabo o al bar.

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