España

La asignatura pendiente de Rajoy

  • El presidente ha hecho un buen trabajo como gobernante pero es el responsable último de lo que hoy todos reconocen en el PP como un problema de comunicación.

DÍAS atrás, después de un acto institucional en una provincia andaluza, Mariano Rajoy se fue a almorzar con los dirigentes regionales del partido en un conocido restaurante, en un reservado, y nada más terminar regresó a Madrid. A nadie se le ocurrió algo que es el catón para un buen estratega de la comunicación: llevarle a dar una vuelta por la ciudad, en plena efervescencia al mediodía; tomar unas tapas en la barra de un bar, que la gente le viera a pie, por la calle, que pudiera tocarle, preguntar, hacerse alguna fotografía… Nada. Lo de siempre: almuerzo en un reservado con la gente del partido.

¿Es culpa de Rajoy? Seguramente, aunque en Galicia a veces se le puede ver callejeando, o acude a los restaurantes que frecuentó siempre, donde se sienta entre los clientes y saluda con un abrazo a los propietarios a los que conoce de toda la vida. Pero incluso si fuera Rajoy el que pidiera reservados y que solo acudieran dirigentes del partido -y hay quien asegura que no es cosa suya, que se lo dan hecho- alguien de su entorno tendría que indicarle que un presidente del Gobierno, y desde luego un presidente de un partido, sea o no época preelectoral, pero sobre todo cuando es época preelectoral, tiene que buscar el contacto con la gente.

Rajoy ha fracasado estrepitosamente en las elecciones andaluzas. Se equivocó él y se equivocó el partido, y es difícil decir quién ha tenido mayor responsabilidad. Rajoy no suele marcar pautas de comportamiento en las campañas electorales, nunca lo ha hecho, pero sí podría corregir pautas de comportamiento que cualquier político, incluso sin ser experto en comunicación, sabe que no suman votos sino que, por el contrario, restan.

En Andalucía se equivocó con el candidato, y es responsabilidad exclusiva de Rajoy aunque en el partido señalan unos a Arenas y otros a Sáenz de Santamaría como inductores de la designación de Juanma Moreno. Haya sido el ex presidente del PP andaluz, o la vicepresidenta del Gobierno, la decisión última fue de Rajoy, y por tanto a él hay que pedir cuentas del mal resultado. Como es Rajoy el responsable de que Alberto Fabra siga siendo el candidato al Gobierno valenciano aunque no provoca entusiasmo entre los votantes; pero al dejar transcurrir tantos meses para tomar la decisión -y así lo explican personas del círculo más próximo a Rajoy- ya no había tiempo a buscar alguien más adecuado y que tuviera tiempo para darse a conocer. Al menos en Madrid sí ha hecho caso a lo que le aconsejaban quienes conocen bien cómo respira la comunidad y la capital, pero la tardanza transmitía la idea de que ni siquiera el presidente estaba muy convencido de que designaba a las mejores candidatas, y daba bazas a la oposición para tratar de minar la imagen de Aguirre y Cifuentes.

Rajoy por tanto es el responsable último de lo que hoy todos reconocen como un problema de comunicación. El ha sido quien ha aceptado que los responsables regionales le acapararan para ellos solos en lugar de aprovechar las visitas para pulsar la calle; él ha sido quien rompió la costumbre de otros presidentes de recibir un día a la semana o cada quince días a miembros de diferentes colectivos sociales; él ha sido el que decidió que ir a cenar con su mujer e hijos fuera de Moncloa, o con amigos, o acercarse a un teatro o cine sin anuncio previo, era dar trabajo a los escoltas, y no una obligación social de un jefe de Gobierno de mostrarse, de dejarse ver.

Él ha sido el que ha aceptado de buen grado que los barones le concertaran encuentros con la dirección del partido y punto. Alguno ha habido que también ha organizado encuentros del presidente con empresarios, pero eso no da un solo voto. Al contrario, transmite la idea de que para ver al presidente hay que formar parte de las alturas y solo de las alturas.

Rajoy ha hecho un buen trabajo como gobernante. Sin su empeño en salir de la crisis a través de fórmulas analizadas y decididas por su equipo económico, hoy estaríamos en una situación parecida a la de Grecia tanto en lo económico como en lo que supone de humillante que nos digan desde fuera qué estamos obligados a hacer. En el último año le ha ayudado la bajada del petróleo y la propia coyuntura internacional, como repite Pedro Sánchez, pero sin las medidas de gobierno, tan duras, ni el petróleo ni la coyuntura nos habrían salvado.

En Bruselas, y lo sabe el líder de la oposición, se habla del "milagro español" y el nombre de Rajoy se pronuncia con respeto aunque no forme parte del eje Merkel-Hollande-Juncker que toma las decisiones. Pero si Guindos tiene posibilidad de ser presidente del Eurogrupo en el mes de junio es porque forma parte del equipo de Rajoy, y lo sabe cualquiera que siga de cerca la política europea. Sin embargo, ese "milagro" no lo rentabiliza Rajoy, ni el PP, si no se cuenta. Y ahora, que Rajoy pretende contarlo, llega tarde.

Porque ese es otro aspecto que perjudica su política de comunicación: que llega tarde. Presume de manejar bien los tiempos y no es cierto, se equivoca. Por no decidir sobre ciertos candidatos, lo hizo precipitadamente y mal, y así le ha ido. Por dejar hasta el último momento las negociaciones sobre la reforma electoral nos quedamos igual y en una situación de precariedad absoluta de los grandes partidos, sobre todo el PP, respecto a los medianos y pequeños, que son los que tienen en su mano decidir quién gobierna en cada municipio, en cada región, en situaciones a veces de absoluta injusticia e inestabilidad. Y podrían mencionarse más ejemplos de decisiones mal resueltas en tiempo y hora.

La reacción tras el fiasco andaluz ha sido pedir a los dirigentes del PP que vayan más a las tertulias televisivas y reunir esta semana que viene a la Junta Directiva Nacional. Lo primero es dar la razón a quienes decían desde años atrás que había que participar en debates porque las sillas vacías las ocupaban otros partidos. Lo segundo no sirve absolutamente para nada. ¿O es que una reunión de 600 personas va a debatir la estrategia a seguir? Lo único que se producirá en ese encuentro es una aclamación a Rajoy y una supuesta imagen de unidad del partido en torno a su líder. Ridículo que un partido que gobierna recurra a esa estratagema.

En el PP se ha marginado a algunos de los mejores responsables de comunicación para colocar a asesores sin ninguna experiencia en ese campo. Carlos Floriano hace todo lo que puede como secretario de organización del partido, pero no es una persona que transmita el entusiasmo que necesita un buen comunicador. La decisión -de Rajoy- de designar portavoz parlamentario a Rafael Hernando ha sido un fiasco, pero se sabía. El que dio instrucciones de arremeter contra Ciudadanos por su catalanidad merece prisión incondicional por su absoluta falta de visión política, y quien pensó que no hacía falta una figura que coordinara hasta la extenuación el partido y el Gobierno -como hicieron Cascos primero y Acebes después en tiempos de Aznar- se ha equivocado de medio a medio, porque el PP no sabía explicar lo que hacía el gobierno y además se transmitió la sensación de que Cospedal y Sáenz de Santamaría no tenían la mejor de las relaciones. Y quien decidió ese esquema fue Rajoy y, aunque era evidente que era esquema equivocado, nadie tuvo las agallas de hacérselo ver, no fuera a sentarle mal. Hoy Rajoy recoge velas y pretende enmendar los errores. El tiempo se le viene encima, aunque aún podría tomar medidas inteligentes. Pero si la que se le ocurre es convocar a la Junta Directiva Nacional… Más le valdría dejarse aconsejar por los expertos que hay en el partido. Que los tiene. Pero arrinconados.

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