Elecciones

El diccionario del sábado de Teodoro León Gross

Pedro Sánchez, este miércoles en Ibiza.

Pedro Sánchez, este miércoles en Ibiza. / Cañizares/EFE

Debate m.s. 

Convocatoria de los candidatos, ante una cita en las urnas, para confrontar ideas sobre asuntos de interés público. O a falta de ideas, lo que puedan. Los debates, surgidos en el XIX en EEUU, cuando se prolongaban a veces durante días, hoy son una institución democrática inexcusable, formateada, eso sí, a la medida de la TV. A España llegan tardíamente, pero al fin se consideran fundamentales en las buenas prácticas de la democracia, eso sí, con un único requisito: que vayas por detrás en las encuestas. Quien se sabe ganador, tira de tacticismo; quien va por detrás, se presta a todo. Véase Sánchez en 2015 y en 2019. Nada nuevo, por demás. Aparecieron en 1993, pero no reaparecen hasta quince años después con Zapatero-Rajoy en 2008, porque Aznar se negó a debatir. En 2015, ya roto el bipartidismo, Rajoy envió a Soraya a un debate a 4; opción que en 2019 Casado considera impresentable. Rajoy dijo "es que tengo que seguir trabajando como presidente”. Hay coincidencia generalizada en que resulta absolutamente necesario regular los debates en la obsoleta legislación electoral española. De modo que probablemente no se hará.

Rectificar tr. 

Corregir un error, de hecho o de palabra, cometido con anterioridad. Según el adagio popular, es de sabios rectificar. En realidad, rectificar es propio de quien estaba equivocado. Esa es la única certeza. Sin embargo, la resistencia natural a desdecirse, sobre todo en política, hacer ver esto como un gesto sabio. Hay algo seguro: dejar pudrirse un error sin corregirlo es un error mayor. Le ha sucedido a Sánchez con los debates, desoyendo la advertencia ciceroniana de que lo estúpido no es errar, sino perseverar. Al final ha cedido con un parte de daños mayor. Ahora en lugar de un debate, se enfrenta a dos. Brillante. 

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