Crónica Personal

La incertidumbre se abre paso

Estancamiento. Las relaciones entre los líderes enredan aún más el escenario político turbio y complican a Sánchez la formación de Gobierno mientras todos sopesan el adelanto electoral

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. / Kiko Huesca / Efe

Sólo sé que no sé nada es la frase que resumiría el estado de ánimo de quienes deberían saber. Incluido Pedro Sánchez. Todo es confuso, se deshace lo que se había hecho, y se desacuerda lo que se había acordado. La incertidumbre define la situación actual, y si durante la semana cobraba fuerza la convocatoria de nuevas elecciones, en la tarde del jueves parecían cambiar las tornas. Sin que nada asegure que cambien.

La causa principal de que todo esté tan turbio es que las relaciones personales entre los dirigentes de los partidos son muy malas, tirando a pésimas. Curiosamente sólo existe respeto mutuo entre Sánchez y Pablo Casado. Lo que demuestra hasta qué punto está enredado el escenario de negociaciones.

El primero siente una profunda desconfianza hacia Iglesias, animadversión que se queda pequeña frente a la que siente por Albert Rivera. Éste no puede ni ver al socialista y además le molesta lo indecible no haber conseguido más votos que Casado, al que considera un parvenu que ha llegado a la Presidencia del PP por pura carambola y no lo considera un político con méritos suficientes como para convertirse en jefe de Gobierno. Como le molesta que el poder conseguido por su partido, fundamental para su futuro, se deba a los apoyos que Cs ha recibido del PP y de Vox, una formación a la que Rivera detesta hasta más allá de lo imaginable, de ahí al enconamiento no ya de sentarse, sino de saludar a sus dirigentes.

Los dirigentes de Vox dan la impresión de no entender nada. Han tardado mucho en darse cuenta de que los de Cs no les dejan participar en el juego, aunque se aprovechan para alcanzar cargos relevantes. Cuando Vox puso pie en pared y dijo que no votaba más a Cs si los seguía tratando como apestados, ya era tarde: Cs había conseguido lo que quería... y dejó al PP en la estacada, incapaz –de momento– de sentar en la misma mesa a unos y otros en Madrid.

Tienen por delante un verano amargo en el que apenas pegarán ojo pensando la manera de que Cs y Vox recuperen el perdido sentido común. Si lo han tenido algún día, porque llevan semanas los dos partidos dando ejemplo de que hace tiempo que han perdido el que se considera el menos común de los sentidos. Y, sin embargo, más importante que los otros cinco.

Iglesias parece noqueado ante el "no es no" que recibe cada vez que dice que quiere ser ministro. Se siente ninguneado por el presidente, algo muy grave porque a los suyos les dio a entender que entraba en el Gobierno y ponía como ejemplo que en toda Europa los partidos que llegaban a acuerdos formaban ejecutivos de coalición. Sánchez se ha resistido, aunque en las últimas horas desde parte de su entorno, no todo, filtran que se abre la posibilidad de ceder ante Iglesias y habrá algún ministerio para Podemos. Hay que dudar de todo, incluso de que haya cambiado el "no es no" inicial.

Poca fiabilidad

Sánchez no se fía de Iglesias –nunca lo hizo– y, en su egolatría inconmensurable, no acababa de asumir que no contaba con los escaños necesarios para gobernar en solitario como pretendía. Por otra parte, el hombre que vivió el sueño de verse en la mesa en la donde las grandes figuras europeas toman las decisiones de la UE está desconcertado porque después del importante pacto alcanzado con Macron resulta que, como siempre, al final Francia pactó con Alemania lo contrario de lo que hablado con Sánchez.

Tras no salir adelante la operación diseñada con Macron, Sánchez necesita formar Gobierno como sea. Pero ante Bruselas debe ser un Ejecutivo sensato, sin aventuras con la izquierda extrema y menos aun con acuerdos con los independentistas y con Bildu. Pero si no llega a pactos con fuerzas cuya sola mención le provocan un gesto de desagrado, Sánchez tiene difícil la investidura... lo que provoca que frente a la posibilidad de acuerdo con Podemos, otros digan con naturalidad que este país está abocado a una repetición de elecciones generales.

La sentencia

Ve esa salida Sánchez con un doble sentimiento, según cuentan los suyos. Por una parte, siente como un fracaso no aprobar la investidura, pero por otro la convocatoria de elecciones supondría un alivio porque los datos prevén que el PSOE tendría una subida importante mientras Cs y Podemos sufrirían una debacle. Es lo que le explica Tezanos cuando interpreta para él los datos en bruto del CIS.

Un estado de ánimo muy similar al de Casado ante una posible repetición de comicios. También maneja papeles que indican que mejoraría sensiblemente los resultados de mayo, y que Cs sale muy dañado de la peripecia en la que muestra una animadversión a Vox que roza el esperpento, pues se entiende que no quiera saber nada de un partido de extrema derecha, pero nada es nada; es decir, nada significa que no quieren hablar con nadie de Cs... y tampoco aceptar sus escaños o concejalías para conseguir cargos en los gobiernos autonómicos y municipales. Por otra parte, los informes de Casado aseguran que un porcentaje alto de los votos de Vox regresará al PP.

A Casado le tienta también el adelanto por otras razones: las listas de abril han dejado en la cuneta a personas importantes para el PP y con una nueva convocatoria podría colocarlos en mejores posiciones de salida.El líder del PP no acaba de despegar, o no tanto como esperaba, y empieza a sufrir un rechazo que, si bien está muy alejado del que sufrió Rajoy en los últimos años, para Casado y su equipo más próximo es inexplicable porque estaban absolutamente convencidos de que el cambio profundo que han hecho en el partido sólo podía ser para bien. Es evidente que muchos españoles están conformes con el giro de Casado al partido, pero otros sienten rechazo por su propia personalidad y más aún porque ha provocado el regreso a primera línea de un Aznar que, cada vez que aparece en público, le resta votos.

Todos en el PP entienden que Casado inició su carrera junto a Aznar, que ha sido su principal valedor e incluso promotor aunque fue Rajoy quien le llevó a la dirección nacional del partido; pero el ex presidente, hoy, ya no es un nombre que despierte pasiones en el PP sino todo lo contrario, y Casado no acaba de despegarse de él.

En el caso de que en otoño haya elecciones, que según los expertos supondría un escenario de connotaciones bipartidistas, hay un elemento que analizan los equipos de los partidos: la situación de los independentistas catalanes, con una profunda grieta entre Puigdemont y Junqueras, y una sentencia del Supremo sobre los dirigentes implicados en el procés. Sánchez quiere tener Gobierno antes de que haya sentencia para que los partidos constitucionales planten cara conjuntamente a las acciones de todo tipo que prepara el independentismo. Quiero tener Gobierno, pero... tendría que ceder mucho para conseguirlo, y no está en su ánimo hacerlo, así que volvemos a la casilla de salida: la incertidumbre.

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