España

"Pero mamá, ¿cuándo salen los aviones?"

  • El mal tiempo impide la exhibición de los paracaidistas y deja a muchos en casa

El pequeño Raúl preguntaba a su madre, tirándole de la chaqueta insistentemente: "Pero, ¿cuándo salen los aviones?", cuestión que se repetían muchos de los asistentes, especialmente los más jóvenes, que se perdieron el desfile aéreo debido al mal tiempo. "Hijo, no hay más aviones", le repetía la madre al niño después del acto, que no contó con efectos especiales en el cielo a excepción de la patrulla Águila del Ejército del Aire -ésta al menos cumplió dibujando en el aire la bandera rojigualda-. Enseña que muchos de los asistentes portaban en todas sus variedades, desde el banderín que ondeaban los niños, muchos con la paloma de Picasso, a grandes banderolas en las que algunos se enrollaban. Pequeñas y grandes, pero también la preconstitucional o las que muestran el toro de Osborne.

Muchas de ellas se podían adquirir en los puestos próximos al paseo de la Castellana como el de José, un vendedor que acude al desfile "desde que estaba Franco". Dice que llegó algo tarde, pero cuando terminó el desfile tenía el tenderete rodeado de gente interesada en comprar, sobre todo, banderas, pins y adhesivos para el teléfono. Lo que más triunfa son las banderas -las grandes a 10 euros-, ya que la gente, además de portarla en este tipo de actos, la exhibe fundamentalmente en los partidos de fútbol de la selección.

Tras el triunfo de España en la Eurocopa, las banderas se le agotaron y las que tiene ahora son "mucho peores, vienen de China", pero se venden igual, aunque la crisis también ha hecho mella en su negocio y este año ha despachado un 50% que en la anterior Fiesta Nacional.

De la misma forma opinaban los vendedores del puesto de enfrente, en el que se acumulaban todavía las bolsas de patatas, a 2 euros, al término del desfile, y numerosas bebidas. "Se ha vendido muy poco. Ya el año pasado vendimos poco y este año aún es peor", se lamentaba un joven que, junto a su familia, había colocado el puesto a las 10.00.

Los sanitarios del Samur tuvieron que atender a algunas personas por lipotimias, sufridas también en propia carne por los militares que participaban en el acto; algo que no es de extrañar porque desde las 6.30 muchos de ellos formaban ya en las inmediaciones de la Castellana.

El desfile militar fue seguido por un público numeroso compuesto por familias, parejas y jóvenes, buena parte de ellos latinoamericanos. Los asistentes se agolpaban a lo largo del recorrido, así como en las tribunas de invitados, y podían optar por ver directamente el desfile o a través de grandes pantallas. Algunos quisieron madrugar para colocarse en un buen sitio, como Juan, quien acudía por primera vez, junto a su novia y varias amigas que sí que son asiduas al desfile. Envueltas en banderas de España, se fotografiaban con los caballos que montaban los policías encargados de la seguridad, convertidos en otro punto de atracción, ya que niños y mayores no paraban de posar junto a ellos.

Manuel, otro madrugador, también lamentaba la suspensión de los aviones y paracaidistas, ya que es padre de uno de ellos. Por si fuera poco, tuvo un pequeño altercado con otro de los asistentes. "La gente tiene mucho morro -se quejaba-; yo estaba aquí a las 7.00 para tener un buen sitio y luego, cuando ya ha empezado el desfile, viene uno y se quiere poner delante, para hacer fotos".

Los menos participaron en los abucheos a los políticos, especialmente a la ministra de Defensa, Carme Chacón, y al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Muchos resaltaron el bajón de público.

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