El futuro político El político gallego presenta batalla a quienes quieren moverle la silla

"¡Que no se mueva nadie!"

  • El presidente del PP no quiere que nadie responda a las 'provocaciones' de Aznar o personas de su entorno para evitar así la impresión de que existen divisiones internas

Que no se mueva nadie, que no responda ni un solo miembro de la dirección a las declaraciones que puedan poner en cuestión a Rajoy; que nadie puntualice a José María Aznar; que nadie comente lo que dicen personas cercanas al ex presidente del Gobierno.

Rajoy lo tiene claro ante el nuevo año: no quiere tensiones, líos internos ni divisiones. Sus palabras y las de la gente de su equipo deben ser permanentemente conciliadoras, de integración, de unidad, con oídos sordos a lo que pueden ser consideradas provocaciones al equipo ejecutivo del PP o globos sonda dirigidos para ver cómo respira.

Rajoy se muestra traquilo, confiado en que las cosas le van a ir bien, y dispuesto a colaborar todo lo que pueda y más en las precampañas y campañas de Galicia y País Vasco, comunidades que celebran sus elecciones autonómicas el primer trimestre del año nuevo. Viajó a Galicia para participar en el acto de proclamación de candidatura de Albrto Núñez Feijóo y regresó convencido de que las cosas pueden ir bien, vio entusiasmo en torno al candidato. También fue al País Vasco para participar en un acto con Antonio Basagoiti, que ha iniciado la precampaña con un video y un cartel que al menos han llamado la atención: niños que piden un futuro mejor, y fotografía del propio Basagoiti con poco más de un año, diciendo "Me llamo Antonio Basagoiti y quiero ser candidato", en la línea de las campañas de Estados Unidos.

Sin embargo, hay personas que cuestionan a Rajoy y a su equipo directivo, y algunas de ellas levantan la voz de vez en cuando, se reúnen más de lo que debieran y hacen declaraciones que pueden ser interpretadas como críticas a Rajoy. Incluso dentro del propio núcleo directivo se advierte que la unión es más artificial que real. María Dolores de Cospedal trata de compaginar sus responsabilidades como número dos con la presidencia del partido en Castilla La Mancha, comunidad a la que viaja al menos dos veces por semana; sus ausencias han dado más protagonismo a la vicesecretaria Ana Mato, que se encuentra permanentemente en la sede central del PP. Y Ana Mato es la prolongación política de Javier Arenas, que tiene tanta influencia en el PP, o casi, como cuando era secretario general. Queda desdibujado Esteban González Pons, uno de los fichajes estrella de Rajoy. Apenas puede cumplir con sus tareas de portavoz, poque la propia De Cospedal -con la que mantiene una gran sintonía- suele hacer ese trabajo cuando finalizan las reuniones ejecutivas.

No ha sido ninguna sorpresa para Rajoy ni para su equipo actual: desde que se conoció el resultado de las últimas elecciones es cuestionado por cierto sector o sectores de descontentos. Y aunque es cierto que decidió continuar al frente del PP porque se lo pidieron gran parte de los miembros de la dirección del PP, varias personalidades del partido expresaron en público y en privado su convicción de que Rajoy había demostrado en dos ocasiones que su nivel de rechazo era excesivo y que con él como candidato no se ganaban las elecciones.

Por otra parte la renovación que impuso en el PP, y sobre todo que dejara fuera de juego a algunas de las personas que más habían destacado en la legislatura anterior, provocó un descontento que, si bien no era generalizado, sí consiguió gran eco mediático. Hoy, aunque aparentemente se calmaron las aguas tras el congreso de Valencia en el que Rajoy superó el 80% de los votos y nadie presentó candidatura alternativa, vuelven a advertirse movimientos de disconformidad entre quienes se habían mostrado distanciados de Rajoy en las semanas previas al congreso nacional.

Algunas de ellas piensan que el PP ha perdido fuerza, mensaje y capacidad de presentarse como alternativa desde que Aznar decidió dejar el gobierno y renunciar a ser nuevamente candidato. En contra de lo que podría parecer, no hay constancia de que Aznar esté jugando a la contra de Rajoy, pero sí hay personas muy vinculadas a él que no ocultan que les gustaría que el ex presidente volviera a tomar las riendas del partido, procuran que participe en actos públicos y aplauden con entusiasmo cuando Aznar pronuncia alguna frase que podría considerarse crítica a Rajoy. Ocurrió por ejemplo cuando Aznar dijo que en política se está para ganar, no para empatar. Todo el mundo entendió que se refería a la forma en que Rajoy dirige la estrategia de oposición, pero es una frase que Aznar ha pronunciado más de una vez con anterioridad, incluso cuando él mismo era líder de la oposición.

Además del nombre de Aznar, también se pronuncian los de Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre cuando se hacen cábalas sobre qué ocurriría si el PP no ganara las elecciones europeas, elecciones que supuestamente podrían abrir la caja de los truenos si el resultado no fuera el deseado.

Aparentemente Aznar no tiene la menor intención de regresar al primer plano de la política, pero -siempre aparentemente- en caso de que se abriera un proceso sucesorio, él apoyaría abiertamente a Esperanza Aguirre, mientras que en estos momentos Gallardón se encuentra más próximo a Rajoy y tendría más apoyo entre los que forman parte del actual equipo dirigente del PP.

Entre las personas que más "enredan" se encuentra el antiguo jefe de la secretaría general de la Presidencia en el gobierno de Aznar, Carlos Aragonés, que se distanció de Aznar al final de su mandato, luego recuperó las buenas relaciones, y que mantiene contacto fluidos con personas del círculo de Aznar y del círculo de Aguirre -Juan Costa, Pedro Antonio Martín Marín, Miguel Angel Cortés, Ignacio González-, aunque nada indica que Aznar o Aguirre estén jugando a la disidencia. Pero en el entorno de Rajoy mosquean algunas reuniones, sobre todo porque no conocen exactamente su alcance ni sus objetivos. Desconfían de cualquier iniciativa que proceda de Aragonés, que tiene fama de maniobrero.

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