Lucha antiterrorista Traspiés judicial

Una película previsible

  • Maite Aranalde desapareció hace siete años tras un viaje por Andalucía

La fuga de la etarra Maite Aranalde ha dejado un generalizado regusto amargo, sobre todo entre los que dan la cara y no pocas veces hasta la vida en la lucha contra ETA, esos abnegados miembros de las Fuerzas de Seguridad que no deben salir aún de su asombro tras ver cómo su ímproba labor se escurre entre la incuria de algún burócrata despistado y, ¿por qué no decirlo?, la falta de reflejos de un juez, Eloy Velasco, al que su colega Baltasar Garzón le ha puesto los puntos sobre las íes.

¿Por qué salió en libertad esa mujer al poco de llegar a España? ¿Por qué no le impuso el juez una fianza menos asequible que esos 12.000 euros? ¿Por qué no la devolvieron a Francia?

En fin. La esfumada, de 27 años, es escurridiza y está acostumbrada a la clandestinidad desde su más tierna juventud. ¿Qué se podía esperar? Antigua estudiante universitaria en el campus de Lejona, fue captada por la banda con un compañero, Jon Mintegiaga. Ambos cambiaron los libros por los manuales de explosivos en una célula del comando Zelatun aunque no se les atribuye ningún atentado entonces. La Guardia Civil apresó a Mintegiaga en octubre de 2002 y ella, que estaba de viaje por Andalucía con unas amigas, desaparece... Hasta marzo de 2005, cuando es detenida con otros dos etarras en un apartamento cerca de la localidad francesa de Montpellier. Así que ha pasado los últimos cuatro años entre rejas y su horizonte inmediato era igual de patético, pues en junio de 2008 fue condenada en Francia a seis años por asociación de malhechores. Con estos antecedentes, se antoja inexplicable que esta buena (es un decir) mujer campara a sus anchas tras recibir la libertad condicional al extraviarse en París parte de la Orden de Detención que había librado la Audiencia Nacional por su presunta participación en la colocación de bombas en gasolineras en el puente de la Constitución de 2004. ¿Cómo es posible que nadie haya impedido su fuga? También se hizo humo Josu Ternera a finales de 2002, cuando el más paradójico miembro que nunca tuvo la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco fue procesado por su presunta relación con el atentado contra casa-cuartel de Zaragoza en 1987, que dejó otros doce muertos a sus recargadas espaldas. También vienen a la cabeza fugas antológicas, como la del antiguo jefe militar de ETA Ibon Fernández de Iradi, Susper, que escapó de la comisaría de Bayona por un angosto conducto de ventilación destinado a que los borrachos duerman la mona. Era diciembre de 2002. Fue capturado en un año. Y la jugosa documentación que se le intervino en dos pisos, los llamados papeles de Susper, posibilitó más de 60 detenciones de etarras.

Sí. Lo del burócrata es imperdonable. Lo del juez, también. Pero bueno, ya está. Lo mejor siempre está por venir. Y vendrá, que han sido apresados 365 etarras entre los años 2007 y 2008, uno cada dos días. Y lo peor que podía pasarle a este país -que alguien tuviera la tentación de hacer ayer oposición con odiosas comparaciones sobre el celo y la vigilancia policial a unos y otros- felizmente no pasó.

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