España

Hasta la segunda oleada

HACE unos días, el ex gobernador del Banco de España Luis Ángel Rojo pedía a los partidos mayoritarios del arco parlamentario español que aplazaran la tradicional pelea política que nos brindan un día sí y otro también, y que se pusieran de acuerdo para sacar a España de la crisis financiera mundial. Según este prestigioso miembro de la Administración financiera patria, ya tendrían tiempo de seguir peleándose una vez superada la dura coyuntura.

Es de suponer que empujados por este sentido de la responsabilidad o el mismísimo sentido común, y a pesar de las pésimas relaciones existentes entre sus líderes, el PSOE y el PP votaran ayer conjuntamente en el Congreso los decretos-leyes elaborados por el Gobierno para inyectar liquidez al sistema financiero. De hecho, todos los grupos políticos, salvo IU-ICV, BNG y Nafarroa Bai, se alinearon incondicionalmente junto al Ejecutivo de Zapatero para inyectar a los bancos y a las cajas 150.000 millones euros del Tesoro Público (cabe a 1.000 euros por españolito).

En un discurso tan medido como leído, donde sólo se atrancó con el término titularidad y no se permitió ninguna morcilla digna de mención, Zapatero, en su papel de presidente del Gobierno, situó el origen de las "turbulencias financieras" en agosto de 2007 en EEUU, explicó cómo "Europa no ha sido ajena al contagio" de éstas, detalló las cuatro medidas económicas tomadas por el Gobierno -tres decretos leyes y la ampliación de la garantía de depósitos-, e insistió en que la finalidad es surtir de créditos y avales a familias y empresas para reactivar la economía real. Pero, sobre todo, empleó el tramo final para valorar "la actitud mostrada al respecto por el principal partido de la oposición", al que calificó de "responsable" por sus propuestas para mejorar el control y la transparencia de los fondos de adquisición de activos.

Con poco margen de maniobra en este asunto, Rajoy tragó con los decretos leyes y con los fondos, pero se mostró muy crítico con el presidente del Gobierno, a quien recordó algunos de desacertados pronósticos.

Zapatero ya se había puesto la medalla de la convocatoria de los jefes de Estado de la Eurozona para adoptar el plan británico de Gordon Brown, y el líder de la oposición no estaba para allí para adularle precisamente. Por eso, Mariano Rajoy subrayó la "profundidad de la crisis de la economía productiva en España, y construyó un discurso para decirle dentro unos meses, cuando la llamada crisis real se manifieste con más crudeza, en una especie de segunda oleada: "Ya se lo advertí, señor presidente".

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