Crónica Personal

La vacunación, el gran fracaso del Gobierno

Enredo. Aparte del ataque de los líderes territoriales contra Sánchez por el toque de queda, se ha convertido en un problema en La Moncloa la paralización del proceso de inmunización

Una sanitaria prepara una vacuna.

Una sanitaria prepara una vacuna. / Ángel Medina G. / Efe

EL Gobierno ha vendido a Andorra 30.000 dosis de vacunas. La reacción entre la ciudadanía española ha sido unánime: en España faltan vacunas, el Ejecutivo no ha cumplido con las cantidades prometidas a los gobiernos autonómicos, y enviar 30.000 dosis a un país que es refugio de españoles con abultadas cuentas corrientes, y que se residencian allí para pagar menos impuestos, les produce una indignación de tal dimensión que ha obligado al Ministerio de Sanidad a dar explicaciones: la UE ha repartido entre varios países la venta de vacunas a pequeños estados de población muy limitada, y a España y Francia les ha correspondido el suministro de Andorra.

Es una cuestión de solidaridad, dicen. Mal momento para mencionar la palabra solidaridad cuando Andorra es refugio de millonarios que no quieren solidarizarse con la angustia que sufren millones de familias españolas, con la ruina que invade sectores enteros –sobre todo turismo y hostelería– y con las colas del hambre que ya incluyen a familias de clase media que han perdido todo por la pésima gestión gubernamental de esta pandemia. Los peor intencionados van más allá: en Andorra residen 14.000 españoles con derecho a voto en las elecciones catalanas... a las que se presenta Salvador Illa como candidato.

La vacunación es el reto más importante del Gobierno de Pedro Sánchez. Su socio, Podemos, intenta distraer la atención con otros asuntos como iniciativas relacionadas con la igualdad o los derechos de los okupas, no cesan en su carrera por presentarse como el partido con mayor concienciación social que sólo piensa en los más desfavorecidos. Ahora esa concienciación social apenas interesa: la principal preocupación de los españoles es el Covid y sus consecuencias, tanto la sanitaria como la económica, y que los ministerios de Podemos se dediquen a cuestiones menores no favorece a un partido en declive.

Menos dosis

El Gobierno, tras provocar el descontento de los ejecutivos regionales al asumir toda la responsabilidad en la lucha contra el Covid al hacer su aparición el virus que se convirtió en pandemia, sigue teniendo enfrente a los mismos líderes autonómicos por la aplicación de lo que los portavoces de La Moncloa llaman "cogobernanza" para hacer frente al coronavirus. La tercera ola golpea con más fuerza que la primera, en gran parte por no permitir a los territorios tomar las medidas drásticas que consideran necesarias. Un virus que está sufriendo mutaciones y se prevé que aparecerán más. Hasta ahora las vacunas de diferentes laboratorios, afortunadamente, se demuestran eficaces también hacia estar mutaciones.

Los gobiernos regionales están en una situación crítica que ha provocado tensiones públicas con La Moncloa, y que se visualizaron en la reunión del Consejo Interterritorial de esta semana: el Ejecutivo de Sánchez no quiere llevar al Congreso la ampliación del estado de alarma que daría cobertura legal a nuevas medidas –quiere evitar un nuevo debate parlamentario– pero también se niega a buscar fórmulas legales que permitan a ampliar el horario del toque de queda, por ejemplo, o a decretar nuevos confinamientos domiciliarios.

La negativa es rotunda. En esa reunión se escucharon frases muy duras ante las que las autoridades sanitarias del Gobierno se mostraron insensibles, y además se les anunció que por problemas en las instalaciones de Pfizer en Bruselas, se reducía esta semana el número de dosis apalabrado para determinadas regiones, entre ellas Madrid, Galicia, Extremadura y Andalucía. Eso sí, se prometió cumplir con los compromisos las semanas próximas, pero la desconfianza se ha adueñado de las autoridades regionales, a las que se ofreció la tan elogiada cogobernanza –elogiada al principio– y que no es tal porque se recorta las alas a los gobiernos que quieren apretar más a sus ciudadanos con medidas restrictivas para impedir el avance del virus.

Otra de las medidas que habían exigido desde hace meses era que las farmacias pudieran hacer test de antígenos y que se permitiera a la sanidad privada participar en la vacunación, por supuesto gratuitamente, como han hecho otros países con un porcentaje de población mucho mayor que en España. Madrid finalmente ha sido autorizado a realizar antígenos en las farmacias, pero en Moncloa se niegan a que la sanidad privada intervenga en la campaña de vacunación. Se niega de momento, la esperanza de la mayoría de los gobiernos regionales que, desbordados por la situación, han pedido esa autorización, es que finalmente Sánchez reaccione ante el avance de la tercera ola y lo permita.

La cogobernanza

La defensa del Gobierno central es siempre la misma: cumple las instrucciones a las que obliga la UE –lo que se ha demostrado falso en varias ocasiones, por lo que ha perdido credibilidad ese argumento– e insisten en que el Covid golpea por igual a todos los países de la UE, incluso a los que siempre han sido avanzados en eficacia, mencionando Alemania. Ya no es ejemplo que contraponer a España como país que no acierta en la lucha contra el coronavirus: las cifras oficiales últimas recogen que de sus 83 millones de habitantes ha habido 50.000 fallecimientos por Covid, mientras que en España, con 47 millones, según el Instituto Nacional de Estadística, los fallecidos superan los 80.000, una de las cifras más altas del mundo en porcentaje de población.

Un consejero de salud del PP comentaba el miércoles tras la reunión del Consejo Interterritorial que "esto no es cogobernanza, esto es imposición de las medidas que quiere el Gobierno y prohibición de las que consideramos adecuadas". ¿Es el sentir mayoritario de los consejeros? "Sí, incluidos varios del PSOE. Sólo nos queda la posibilidad de las recomendaciones, apelar a la responsabilidad de la gente, pedirles que se autoconfinen, que no reciban a nadie ajeno a los convivientes, que inculquen a sus hijos que tomen precauciones máximas si van a salir para que no metan el virus en casa y que cumplan el horario del toque de queda. Además de lo que ya se ha inculcado desde el primer momento, ventilar bien las viviendas y lugares de trabajo, lavarse las manos, lavar todo lo que se compre en el supermercado, las mascarillas, acudir o llamar al centro de salud al menor síntoma...".

Lo grave ahora no es sólo la falta de libertad de los gobiernos autonómicos para tomar sus propias decisiones en función de la situación sanitaria de su territorio. Lo más preocupante es que se ha parado el proceso de vacunación y, aunque el Ejecutivo central asegura que se reanuda la semana que viene... la palabra de los miembros del Gobierno de Sánhez ha dejado de ser dogma de fe. Han sido pillados en falta en demasiadas ocasiones.

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