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Güiza, un arquero adicto al gol

  • El delantero jerezano completa un notable partido, pone el primer tanto a De la Red y hace el de la remontada · Su actuación va de menos a más y hasta dispone de más ocasiones en la segunda parte

Un arquero en Salzburgo con acento andaluz. Un depredador de mirada triste, grande, rápido, letal, una especie de tiranosaurio rex futbolístico que se mueve con precisión suiza en Austria. En estas tierras centroeuropeas donde la leyenda del independentista Guillermo Tell aún perdura, un delantero aficionado a las flechas envenenadas dejó su huella en la Eurocopa. Es Dani Güiza, el pichichi de la Liga española. Ya queda poco de aquel chaval desgarbado, salido de una barriada conflictiva de Jerez, que amagó y amagó en diferentes equipos hasta explotar en los dos últimos años, primero con el sorprendente Getafe y luego con el Mallorca.

Ayer tenía la ocasión de reivindicarse y no la desaprovechó. El duelo no era vital, pero en una Eurocopa no hay amistosos. Grecia, la campeona continental más pobre de la historia, quería despedirse del torneo con un triunfo, pero no contaba con el arquero. Dos desmarques divinos, dos centros medidos, dos goles. En el primero cedió los trastos a De la Red, otro debutante en estas lides. A la hora de partido el jerezano bajó con la cabeza un pase de Xabi Alonso al madridista y éste fusiló a Nikopolidis.

Después llegó su momento glorioso. El partido agonizaba y España buscaba el pleno, el tres de tres que dé moral para medirse al ogro italiano. Sergio García se perfiló con su pierna zurda y centró al área. Y allí apareció la envergadura de Güiza, que había dejado atrás a su marcador con su potencia habitual, y anotó de cabeza. Luego plantó rodilla en tierra, sacó una flecha de su carcaj imaginario y disparó a la grada.

Güiza sabe que es el tercer delantero de España, que Villa y Fernando Torres son fijos para Luis, pero, aun así, quería demostrar que su olfato goleador no se ha distraído tras cruzar los Pirineos, que Europa no le amedrenta y que está listo y preparado para acudir al rescate de la roja si es necesario.

Frente a Grecia hizo un partido notable. Fue de menos a más y su figura terminó por agigantarse ante una defensa rival que resoplaba cuando el andaluz entraba en el área.

En la primera intervención del partido recibió un pase profundo de Iniesta pero resbaló. Rápidamente corrió hasta la banda y se cambió de botas. Güiza no quería patinazos en su puesta de largo con la selección. Su primer disparo salió muy desviado. Fue un mal presagio. Torció el gesto, se llevó las manos a la cara y apretó el paso.

Al filo del descanso tuvo lugar su peor acción del partido. Presionó con demasiado celo a Spyropoulos, le hizo falta en la frontal del área y vio tarjeta. Karagounis la sacó y Charisteas marcó.

España perdía y Güiza no quería perder. Por eso forzó el ritmo tras el descanso, se desmarcó más si cabe, cayó a las bandas y apoyó con criterio las jugadas de sus compañeros. Marcó un gol, dio otro y siguió intentándolo con codicia, como los goleadores de raza. Un mal control, tras un sensacional pase de Xabi Alonso, que lo dejó solo, le privó de disparar otra flecha. Que la guarde para Italia. Hará falta.

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