Domingo de Feria

Domingo, qué bueno que regresaste

  • El comienzo de la Feria en sábado y la jornada festiva de hoy devuelven el domingo al calendario de Feria tras años en el ostracismo. El Hontoria certifica que está de fiesta.

LOS domingos de Feria estaban invadidos por la nostalgia. Muchos, incluso, lo habían borrado hacía tiempo de su agenda; se había convertido en una jornada para mirar atrás y rememorar lo vivido y disfrutado en el microcosmos que durante ocho días al año se convierte el recinto del González Hontoria. Sin embargo, el traslado al sábado del encendido del alumbrado, que conllevaba que el domingo dejara de ser el último para ser el primero, y unido a que hoy es también jornada festiva, laboralmente hablando, hacían la combinación perfecta para que la melancolía, o el día en la playa, se aplazara al próximo fin de semana y se devolviera el esplendor a una jornada que desde hacía tiempo sufría la condena del ostracismo feriante.

Porque ayer si ocurrió algo en la Feria fue que el domingo ha vuelto al Hontoria. Aún quedan muchos días de fiesta pero no se es muy osado sentenciar que este año será uno de los días de mayor afluencia. Esas calles medio vacías con caseteros recogiendo sus enseres a media tarde parece ya una triste imagen de hace un siglo.

Todo acompañó para no empañar la redención y el reencuentro, incluido el caprichoso tiempo, que decidió regalar una jornada calurosa, aunque sin castigar en exceso. Desde mediodía se vislumbraban signos que aventuraban que iba a ser un domingo grande. Colas en los cajeros automáticos de las entidades bancarias y escasas mesas vacías en los bares y restaurantes del entorno del Hontoria eran la señal inequívoca de que los jerezanos, y muchos visitantes, querían reencontrarse con su domingo de Feria.

No eran ni las tres de la tarde y un grupo de mujeres, en la caseta del Mesón El Cartujano, se arrancaban con esa sevillana rociera que se canta finalizada la romería. Entonan que su camino comienza desde su vuelta pero su camino en el Hontoria no había hecho más que empezar. Como ellas, miles de personas comenzaban a abarrotar un recinto ferial que en sus primeras horas diurnas ya corroboraba una fama que, no obstante, es más que merecida. Caballos y carruajes conquistaban el protagonismo en las calles para ofrecer las estampas singulares de esta celebración, aunque aún se eche en falta un mayor control por parte de las autoridades para que algunos propietarios no lleven a sus animales hasta la extenuación.

El domingo pasaba a ser ese hijo pródigo que un buen día fue exiliado por el cansancio acumulado del feriante que, ante la ausencia de día de resaca, lo utilizaba de descanso antes de retomar los quehaceres diarios. Aún es pronto para decir si ha vuelto para quedarse pero la experiencia de este año invita a despejar dudas. Domingo, qué bueno que regresaste.

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