Gastronomía

De la cocina gourmet a lo clásico con un toque de valor

  • 'Asín... sí', 'Casa Juan Carlos' y 'El Pozo de la Víbora', tres formas de disfrutar de grandes bocados a diferente precio

En la Feria del Caballo es posible comer bien, pero que muy bien. Quien más quien menos es consciente de ese triángulo feriante que conforman la tortilla, los pimientos y los serranitos. Pero éste puede ser traspasado siempre y cuando el presupuesto dé como para comer en la Feria como si de un restaurante se tratase. Y la oferta es amplia. En este reportaje traemos tres posibilidades.

Un buen ejemplo lo tenemos en la caseta del conocido hostelero jerezano Juan Carlos Carrasco, 'Casa Juan Carlos', donde hubo hasta que desmontar parte de la caseta para introducir en su cocina un horno-brasserie de nada menos que 600 kilos de peso. ¿Qué aporta semejante equipamiento? Pues unos asados realmente espectaculares.

"Cuando montas una caseta todos los años debes pensar qué puedes aportar como valor añadido", apunta Juan Carlos. "Es por ello que pensé que ya que todo el mundo trabaja la plancha y casi nadie el horno ésta podría ser una buena apuesta". Según señala a este medio, cada día despacha entre 60 y 70 costillares de cerdo, que visto el 'moreno' que lucen al salir de la brasserie no cabe la menor duda de que son exquisitos. A ellos hay que unir el entrecote, los pinchitos y otras preparaciones. Juan Carlos Carrasco además ofrece, como siempre, una gran selección de arroces ya sea en paellas o de chipirones y langostinos o de pollo con boletus.

Otra caseta que demuestra a la perfección que se puede comer en la Feria del Caballo como si de un restaurante de varios tenedores se tratase es 'Asín... sí'. Allí, el hostelero y cocinero Manuel Martín González oferta verdaderas delicias. Tal es el caso, por ejemplo, del lomo de bonito en salsa de piquillos, el magret de pato o el queso de cabra frito en reducción de naranja. Todo ello conforma una carta atractiva en la que destacan las taleguillas de carrillada (envueltas en pasta filo) o el tradicional y delicioso arroz con bogavante.

Martín González procede de la localidad sevillana de El Coronil. Señala con indisimulado orgullo que su establecimiento "ha conseguido en dos ocasiones el galardón a la mejor tapa de Sevilla". Lo hizo, según dice, con un solomillo en salsa antigua y un mero por bulerías, que lleva entre sus ingredientes brandy de Jerez y cebolla caramelizada.

"Somos la tercera generación de hosteleros de la misma familia", apunta a la vez que reconoce que, ciertamente, "las personas que vienen a la Feria suelen pedir lo típico (el ya referido triángulo esencial de la gastronomía feriante) pero siempre hay que tener este valor añadido. Es casi nuestro deber", manifestó.

Para cerrar esa 'otra gastronomía de la Feria' no se puede olvidar la caseta de la asociación de vecinos de Picadueñas, llamada 'El Pozo de la Víbora' en recuerdo del pozo vecinal existente en dicha zona de la ciudad.

Si algo la caracteriza desde hace años y años es que en la misma se degustan los mejores pinchitos morunos de todo el recinto ferial. A dos euros la unidad, y acompañados de un vaso de gazpacho cordobés, se erigen en un tentempié maravilloso que ayuda a mantener las fuerzas o, incluso, a marcharse para casa tras un día de Feria llevándose un sabor picante en el paladar.

Como queda demostrado, quien quiera salir del triángulo de las especialidades feriantes -tortilla, pimientos y serranito- puede hacerlo perfectamente. Quizás salga más caro, pero el recuerdo y el sabor perdurarán mucho más. Eso pueden darlo por seguro.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios