Feria de Jerez

El día de ‘los todos’ en el Real

  • La Feria llega a su ecuador en una magnífica jornada con las casetas y el paseo de caballos rozando ya el lleno y un público entregado aunque apriete el cinturón

Aquí estamos ya, como quien no quiere la cosa y en el ecuador de la Feria. Ya hemos tenido el día del mayor, el de los cacharritos, el de las mujeres... pero el jueves, ¿de quién fue el jueves? Porque en la jornada de ayer puede decirse que todo el mundo se dio cita en el parque González Hontoria. Mucha crisis, mucha crisis, pero allí estábamos todos -o casi-, disfrutando o trabajando, que por mucho que apriete el cinturón, y como diría la señorita Escarlata, “mañana será otro día”. Sí, por supuesto, otro día para poner de nuevo rumbo al parque González Hontoria aunque nos hayamos propuesto lo contrario.

Aunque el cielo amaneció con bastante mal aspecto y más de una se llegó a preguntar si de verdad le merecía la pena enfundarse de nuevo el vestido de gitana, conforme fue avanzando la jornada la cosa se fue despejando sin dejar de soplar un airecillo fresco que se agradecía. Vamos, miel sobre hojuelas para que el de ayer fuera el día de ‘los todos’: el mayor, la mujer, el hombre, los compañeros de trabajo, la familia, los grupos de amigos... ¿falta alguien más? Y mira que es complicado poner de acuerdo a un grupo relativamente grande para estar en la Feria, por ejemplo una familia: Primero son los telefonazos entre hermanos, cuñados, suegra: “Oye, tendremos que vernos en la Feria ¿no?” “¿Qué día es el que tienes tú libre?” “¿el jueves” “No, que yo el jueves trabajo”, “pero es que otro día no puedo yo, porque ya tengo compromisos con fulanito, menganito, zutanita...” “Bueno, el miércoles mismo, e intentaré salir un poco antes del trabajo”.

Ya hemos conseguido una primera parte, y no poco importante, que es ponerlos a todos de acuerdo, pero es que la que tenía que trabajar no quiere encontrarse luego ser la única mujer del grupo sin vestirse de gitana. Este año, por la crisis, no hay estreno, ¿pero para qué está entonces el que se compró el año pasado? Así que nada: tras acabar el curro, en lugar de irse derechita al Real, vuelta a casa a ponerse los volantes mientras el marido hacía acopio de santa paciencia.

Ahora queda otra cuestión peliaguda: “¿Cómo nos vamos a la Feria? ¿En el coche?” “Ni mijita, que no estoy dispuesto a encontrarme otro año más el aparcamiento hasta los topes y dando más vueltas que un tonto buscando sitio. ¿Para qué tenemos entonces esos autobuses lanzaderas que nos dejan en la puerta?”

Mucha lanzadera, pero el autobús no llega ni a la de tres. Suerte que pillan al vuelo un taxi que casualmente pasa por allí ante la cara de enfado de quienes no han estado tan rápidos y tienen que seguir esperando en la parada”.

Lo siguiente, el desembarco de Normandía: entrada por la portada principal y nuevo telefonazo al cuñado: “Oye: ¿por donde estáis?” “Saliendo todavía de casa, así que id buscando caseta y nos guardáis sitio”. Media hora y alguna que otra media botella más tarde, por fin están todos reunidos y sumergidos a fondo en la fiesta. Hasta consiguen sitio en una caseta que, como todas las demás este año, luce la bandera del Xerez, y desde la terraza, hasta pueden contemplar uno de los pocos incidentes del día: un enganche con unos caballos cada vez más nervioso que tuvo que ser escoltado por la policía hasta fuera del parque. Bien está lo que bien acaba.

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