Caballos

Todos galopan mal menos mi potro

  • El ganadero del concurso morfológico sostiene que el juez no es justo. El juez dice que el ganadero siempre quiere ganar Mañana, más de 200 caballos abren Equisur.

El ganadero, el buen ganadero, cree que su caballo es el mejor dentro y fuera de un concurso de belleza. Pero solo acierta uno: el que gana. ¿Es el que lo merece? Gran incógnita cuando la subjetividad es la que manda. O el dinero. Mañana se estrena Equisur con más de doscientos caballos inscritos, el único certamen morfológico que reúne más de una raza (española, árabe, inglesa, angloárabe, hispanoárabe…). Lleno total. De la rueda saldrá el campeón de cada sangre y el sábado, otro tribunal seleccionará al más hermoso, el Campeón de Campeones. En el backstage -en la cuadra-, los nervios afloran durante el desarrollo del concurso. Parece lo normal. Se oyen los primeros relinchos. Los más sonoros y graves emergen de la capacidad pulmonar de los sementales. Las yeguas también se comunican con los potrillos, que se sienten raros y excitados entre tanto nuevo amigo fuera de contexto. Hay otras manifestaciones orales. Estas no son animales, son humanas. Voces nuevas, en su mayoría, componen hoy el listado de participantes de una muestra que, en su momento -veinte o treinta años atrás-, vio desfilar caballos de Guardiola, Escalera, Marqués de Rivero Domecq, Bohórquez Martínez, Soto Domecq, Terry, Yeguada Militar... De estos no hay rastro. Unos desaparecieron; otros ya no se exhiben.

La primera voz es la de un ganadero debutante en esta edición de Equisur que prefiere no decir su nombre. Ha inscrito a dos ejemplares de raza pura. Y ha puesto toda la carne en la parrilla para salir de Jerez con la cabeza alta y algún cliente interesado en sus corceles. "Venía ilusionado pero ahora soy más realista. Por lo que estoy viendo, esto va de si está un juez en la pista o está otro, así que no sé cómo escaparé porque a mí y a mis caballos no nos conoce nadie. Yo voy a intentar hacerlo lo mejor que sé; he comprado dos cabezadas de presentación muy bonitas y llevo meses entrenando para hacer la prueba de doma y la de presentación. Y si no gano o no destaco, pues me volveré por donde he venido y seguiré en el empeño de criar caballos deportistas".

En los ochenta, el ganado de este otro criador era de lo mejorcito sobre la pista. Lo sigue siendo, pero en otra realidad. Él es de los clásicos, de relumbrón. Sus yeguas viven en las faldas de la Sierra de Cádiz. Hace unos años le ocurrió esto que cuenta: "El día antes de conocerse el ganador de la raza, mis competidores me felicitaban porque, con toda seguridad, mi caballo era el que más destacaba en la sección. Era un secreto a voces. Por lo visto, era un gran caballo. Yo me lo creí y al día siguiente fui tercero. El abucheo del público fue sonoro e incluso pensé no recoger el premio, pero al final lo hice. La educación no hay que perderla. Días después, los jueces tuvieron que reconocer que se habían equivocado, que lo sentían, que a veces pasan esas cosas. Lo que pasaba: que uno de los jueces era el veterinario del caballo que finalmente ganó. Se contraen compromisos fuera del concurso que lo terminan por pudrir. Así que regresé a casa y ya no me presento. Ganar Equisur me aporta prestigio pero el concurso morfológico, en general, ya no es el mismo. Hoy gana el ganadero que se lo puede permitir económicamente y el ganadero clásico no puede porque no tiene tanto dinero como parece. Se limita a vender el ganado a los nuevos, que necesitan al clásico para empezar su propia ganadería. Y no todos lo conseguimos. Yo llevo cinco años sin vender un caballo. Hoy solo vende el que está posicionado. Una vez me llamaron unos americanos para cerrar el día que querían venir a la finca a comprar unos caballos. La asociación de criadores se encargó de recoger a los clientes en el aeropuerto de Sevilla. ¿A tu casa fueron? A la mía nunca llegaron. Aquí sigo esperando. Los llevaron a otra ganadería, a la que les interesó. Yo ya no soy socio, voy por libre".

Uno de los hierros más jerezanos y premiados de la morfología equina estaba más cerca de Jerez. Es la desaparecida Romero Benítez. Los caballos del cortijo Ducha eran deslumbrantes y aún hoy están mejorando otras estirpes. Antonio Romero Girón seleccionó sus Romero Benítez en la finca El Nazareno, donde regresaba cargado de trofeos de belleza cada fin de semana que enseñaba sus potrillos. "Entonces no había truco. Era todo legal, limpio, justo. Ganaba el que se lo merecía y punto. El mejor. Un año vinieron a Equisur ganaderos de Portugal para participar en la sección de pura sangre lusitana, que todavía hoy sigue abierta aunque no hay participantes. Los portugueses montaron sus propias casetas en la feria. Aquello costó mucho dinero y no se volvió a repetir pero era un ambiente sano, de aficionados a los que nos movía lo mismo: el amor por el caballo. Hoy todo es materialismo. El dinero es el que manda. La prueba es que mucho nuevo ganadero gana los concursos con caballos de hierros clásicos".

Juan Jódar ha presidido la Asociación Española de Criadores de Caballos Árabes durante los últimos años. Esta raza es la segunda en volumen de participación en un concurso que en 2017 cumplirá medio siglo de existencia. El hoy llamado Equisur tuvo un momento de gloria, la década de los ochenta. "El de Jerez era el mejor concurso que yo he visto en mi vida. No sólo por el sitio, sino por la concentración tan espectacular de caballos buenos. Eran otros tiempos, había menos concursos y muchos menos ganaderos. Hoy la tendencia es europea: más ganaderos con menos caballos por explotación. Por otra parte, creo que no fue una buena idea meter el concurso dentro del palacio de congresos porque los caballos se deslucen bastante y no se expresan igual. Intervienen más factores en la evolución del concurso de Jerez. En general, exhibir a los caballos es muy costoso para el ganadero (desplazamientos, inscripciones, alojamientos, dietas…), que opta por recurrir a las nuevas tecnologías para posicionar su ganado allí donde está el cliente a través de las páginas web".

La normativa impide a los expertos ser juez y parte en un certamen. O se va de juez o de ganadero. No se puede mezclar. Un principio de justicia. En el caso del Pura Raza Española, es el colectivo ganadero el que forma y elige los jueces del concurso. Ahora lo hace por sorteo. Sin notario, retransmitido online. El tribunal de Jerez se decidió hace unos días pero se ha modificado en varias ocasiones. Después de que Manuel Serna-Borja declinara el puesto, iban a ser María José Povedano y Alberto Abajo los encargados de juzgar el apartado morfológico de la raza española. Pero tampoco puede ser. Es imposible. En el listado de incompatibilidades de María José Povedano figuran dos ganaderías que participan en Ifeca. Un nuevo sorteo ha señalado a Manuel Carnero Sánchez como segundo juez. La funcionalidad también ha sufrido cambios. En un principio las bolas del bombo dijeron David Mérida pero el juez ya tenía en la agenda otra cita deportiva que juzgar en estos días, por lo que, por ahora, será Pilar Cabrera la encargada de valorar los movimientos del caballo español en la manada de Equisur.

Y, por último, la voz del juez. Virgilio Fernández de la Vega ya está retirado del oficio. Ha estado en activo tres décadas de su vida que también ha compatibilizado con la de criador de caballos españoles. Se considera un clásico. Y se ríe de todo esto. "Manzanas podridas hay en todos sitios, no solo en el mundo del caballo. Pero el ganadero clásico, grupo en el que yo me incluyo, quiere vender sus caballos y además ganar los concursos de belleza con el caballo que no ha vendido, el que ha reservado en casa porque es el mejor. Todos quieren ganar y cuando no se gana, la culpa es del juez", sentencia. Todos llevan el paso cambiado menos mi hijo en el desfile militar. "¡Jaja! Muy gracioso. Sí, es algo parecido".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios