MEDEA | FESTIVAL DE CINE DE SEVILLA

Sombras sobre un clásico

‘Medea’, fallida adaptación del clásico a cargo de Aleksandr Zeldovich.

‘Medea’, fallida adaptación del clásico a cargo de Aleksandr Zeldovich.

Esperábamos Petrov’s flu, lo último de Kirill Serebrennikov, que sin ser una obra maestra es probablemente el mejor largometraje ruso de ficción de esta temporada; pero en su lugar nos han colado esta Medea, que es, sin duda, una de las peores cintas producidas este año en una cinematografía que no debería estar precisamente huérfana de figuras de referencia. Su firmante es el siempre temible Aleksandr Zeldovich, que aquí se embarca en una cuestionable actualización del mito. Osadía y desparpajo no le faltan para atreverse a campar por donde ya transitaron antes que él figuras de la talla de Pasolini o Schroeter.

En su adaptación de la leyenda griega Zeldovich se apoya sin disimulo en dos pilares que nunca le acaban de funcionar. Por un lado, en su actriz protagonista, una Tinatin Dalakishvili que se desmaya cada vez que tiene un orgasmo y luce estética canalla a pesar, o tal vez por eso mismo, de ser la amante de un ruso rico de ascendencia judía dedicado a turbios negocios. Por otra, en la música coral que está constantemente, a modo de sopa sonora, intentando en vano darle algo de empaque a su batiburrillo estilístico, afeado por una barata fotografía digital. La película intenta seguir, más o menos, los puntos fuertes de la historia de la sacerdotisa griega. El problema de Zeldovich es que en su filme, y en el carácter de su antiheroína, todo es caprichoso, vulgar y sin posible redención (desde el sexo degradante a sus adolescentes estallidos de ira), tanto en Rusia como en la segunda parte que se traslada a un polvoriento Israel. Incluso la clásica y culminante escena del doble infanticidio, aquí filmada, telescopio turístico mediante, en el fotogénico desierto de Néguev está muy lejos de su violento, y transgresor, potencial dramático y metafóricamente liberador.