Ya desde sus primeros trabajos ensayísticos, puede verse en Varda un irrefrenable deseo de atravesar el cine y la fotografía para ir más allá de los límites de sus respectivos formatos. La imagen, la pantalla, se le quedan pequeños. En la última década, Varda ha realizado numerosas instalaciones visuales que expanden la idea del cine y la fotografía, también la relación de su espectador habitual con éstos, en nuevos espacios expositivos. El CAAC acoge desde el 30 de octubre hasta el 31 de marzo de 2013 diez de estas instalaciones, piezas con una nueva y subjetiva temporalidad, retratos dispuestos para una mirada múltiple, retazos de una autobiografía de objetos, rostros y paisajes donde el espectador puede terminar de completar la experiencia. El mar, las playas, la arena, los personajes de una vieja fotografía: "una exposición, dice Varda, es una libreta abierta, son notas dispares, y también una sola persona que se expresa de forma discontinua y contradictoria. De este montaje de mis trabajos reivindico la diversidad. Ello me permite compartir mis impresiones con diferentes personas, más o menos curiosas y sensibles, de lenguas y culturas diferentes".