Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

XXIV Festival de Jerez

Cantes de otra época

Maria Vargas en Villavicencio

Maria Vargas en Villavicencio / Manuel Aranda

“La que está formando”, dijo Israel López después de uno de sus cantes. En efecto, porque María Vargas demostró ayer en el Palacio de Villavicencio que todavía tiene mucho que aportar. Se marcó un recital de siete cantes derrochando facultades y transportándonos a otra época.

Con esa particular concepción artística y por ende, cantaora, disfrutamos de una tarde intensa en la que se vivieron momentos emocionantes y en la que el público supo corresponder a la sanluqueña por todo su esfuerzo.

Tras abrir a puerta gayola por tonás, con las que hizo voz, María Vargas acometió romeras. No es habitual en estos días que los cantaores empiecen y acaben por romeras, al contrario, lo normal es que se salte de romeras a cantiñas, de cantiñas a mirabrás por no hablar de cosas peores. De antemano ya resultó llamativo, y hasta se agradeció, sobre todo porque la cantaora dio toda una lección de cómo se tiene que abordar esta variante.

Si hay algo que caracteriza al cante de María Vargas es su constante reminiscencia a Jerez, como demostró en la bulería por soleá, con claro acento de la tierra. Maneja una escuela clásica y la domina como nadie, eso sí, siempre completada por la guitarra de Miguel Salado, excelente en todo lo que hizo. No sólo acompañó de maravilla, sino que cuando hubo que apoyar el cante, allí estuvo, sumando siempre en favor de la cantaora.

Por seguiriyas, expuso su conocimiento, primero acordándose de Manuel Torre, para continuar, con perfecta vocalización, al Viejo la Isla y rematar, fiel a sus principios, por el macho atribuido a su paisano Bochoque, de enorme dificultad pero que peleó y peleó hasta ganar la batalla, llevándose la ovación del público.

Al meterse por tientos, María dejó un regusto a La Paquera y Caracol, muy presentes en su cante durante toda la tarde, y guiada por un extraordinario Miguel Salado, terminó por tangos, de nuevo recurriendo a Jerez además de algún que otro guiño a Pastora.

Con el público en el bolsillo, la cantaora aún tuvo tiempo para interpretar una ronda de fandangos naturales. Tras una entrada clásica, muy propia de su época, brilló con un par de fandangos terremoteros (sobre todo el segundo: ‘Con to er mundo tú te ríes...’), de esos que no dejan indiferente a nadie, ya no sólo por la complicación que entrañan sino por la profundidad que tienen, y cuando se hacen bien, como fue el caso, toca la fibra.

El último arreón llegaría por bulerías, muy jerezanas, por cierto. Con Miguel Salado otra vez perfecto, la sanluqueña cerró una actuación brillante en la que se dejó la piel y no se guardó nada. El público la ovacionó poniendo broche a una tarde completa y para el recuerdo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios