La Sala Compañía vivió en la tarde de ayer un espectáculo casi perfecto. Y digo casi porque faltó un tanto más de fuerza en el atrás. La culpa no fue ni de Jonathan Reyes, que suplía a última hora a Moi de Morón, ni de Pepe de Pura; ambos estuvieron a un gran nivel.

Destacadísima intervención en el acompañamiento de Román Vicenti, además del solo que interpretó mientras ambas bailaoras cambiaban de atuendos, muy cuidados por cierto.

Comenzaron las dos juntas, pero no revueltas. Claudia se recreó por tarantas acabadas en tangos, con ciertos toques moriscos, y Marina lo hizo por zambra, muy de Lola y Caracol.

Las coreografías no tuvieron nunca más protagonismo que la vehemencia sensorial de las damas. Cada una en su estilo. Son mujeres que llenan el escenario cuando forman estampas de extraordinaria belleza. Una de esas se produjo en la bulería por soleá que nos regaló Marina. Empezó sutil y elegante, y a la mitad del baile rompió en fuego para terminar de desmelenarse.

Le ocurrió lo mismo a Claudia en las seguiriyas. Fue tanteando el terreno desde la serenidad, pero cuando se encontró a sí misma germinó la lava flamenca de sus adentros. Apuntó buenas formas y el público disfrutó con ambas.

Luego, entre números, los dos cantaores levantaron el vello por fandangos. Se guiaron para finalizar de Manuel Liñán, que le había preparado unas alegrías, a las que dotaron de luz y emoción. Siguieron unas pautas, aunque cada una se mostraba a su manera, no había ley común.

El público no dejó de aplaudir tras el remate final, por eso salieron de nuevo a recibir el calor de su gente.

Baile

Cádiz - Sevilla, qué maravilla

Baile: Claudia Cruz y Marina Valiente. Cante: Jonathan Reyes y Pepe de Pura. Guitarra: Román Vicenti. Coreografía de las alegrías: Manuel Liñán. Día: 3 de marzo. Lugar: Sala Compañía. Aforo: Lleno.