La crítica

La memoria del baile flamenco

No es fácil impresionar al público con una apuesta artística tan tradicional. La búsqueda de la originalidad se está convirtiendo en una cualidad que en muchas ocasiones desvirtúa el espectáculo, porque ya se sabe, cuando se arriesga, unas veces se gana y otras se pierde, por eso hay que saber arriesgar. La sevillana Ángeles Gabaldón traía una propuesta claramente convencional con la intención de transportar a los aficionados a los tiempos más dorados del baile flamenco. Consiguió sin problemas su finalidad, por ello sin necesitar más que dos inmensos cantaores, David Lagos y El Londro, y la guitarra de Rafael Rodríguez ‘El Cabeza’, pudo llevarnos por una ‘Corriente’ de arte desde Jerez a Triana. 

Gabaldón llegaba al Festival tras varios años de ausencia, con ganas de mostrar su nueva y renovada faceta como artista. A lo largo de su actuación se centró en recordar a aquellas bailaoras de siglos pasados, culpables de asentar los cimientos de los que hoy en día se alimentan las nuevas generaciones. La sevillana se dejó llevar por el convencionalismo más profundo y por la sencillez, una acertada decisión. 

Como se hacía a mediados del siglo XX, comenzó su repertorio con el garrotín. Un estilo ya casi en desuso, que sólo aparece cuando algunos coreógrafos intentan homenajear a aquella generación de baile. Apareció con un sombrero cordobés y una indumentaria masculina, propia de ‘La Cuenca’, bailaora decimonónica que sirve de inspiración a Ángeles Gabaldón. De ella captó la elegancia y la sutileza, sirviéndose del sombrero para hacer el baile más completo y dinámico. No le faltó en ningún momento el respaldo excelentísimo de David Lagos y El Londro, dos cantaores portentosos que engrandecen la actuación provocando el éxito de la misma. 

Fue el Londro quien dio paso por seguiriyas, la de Manuel Torre, a Gabaldón, esta vez con bata de cola negra y unas castañuelas que formaron parte de la musicalidad que emanaba del escenario. La compenetración fue perfecta, y es que en ocasiones no hace falta un elenco numeroso para hacer las cosas bien y con elegancia.

 La seguiriya resultó un éxito, gracias al paseo exquisito de la bata de cola. Gabaldón cambió su traje negro por otro más luminoso para bailar por guajiras, haciendo gala de un virtuoso manejo del abanico, de los pies y de las manos. De nuevo con la encomiable participación de los dos cantaores de fondo.

El espectáculo nada tuvo que envidiarle a los celebrados en otros grandes escenarios. Se vivió un flamenco natural, sin ningún añadido innovador, sino repleto de elementos como el mantón, presente en el último de los bailes, las alegrías de Cádiz, con las que no tuvo demasiada complicidad. 

Baile

Con corriente

Baile: Ángeles Gabaldón. Cante: David Lagos y Miguel Soto ‘Londro’. Guitarra: Rafael Rodríguez ‘El Cabeza’. Día: 27 de febrero. Lugar: Sala Compañía. 

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