La crítica

El placer de lo simple

  • El baile clásico de Andrés Peña y Pilar Ogalla se gana al teatro Villamarta.

En un momento en el que se buscan situaciones enrevesadas y argumentos chirriantes para la creación, es de agradecer que haya propuestas como la que ayer pasó por el Villamarta. Simple, muy simple, pero cargada de contenido y mucho arte. Andrés Peña y Pilar Ogalla han encontrado la fórmula de canalizar toda su expresión sin que nada rompa la regla.Desde lo más cotidiano, es decir, el baile tradicional, han sabido tocar la tecla y la fibra del espectador. El resultado, un montaje redondo y un teatro a sus pies, pues en cierta forma, estaba deseando toparse con propuestas como ésta en la que no hace falta comprender ni entender nada, sólo disfrutar con el baile, el cante y la guitarra.

Evidentemente, la mano de Faustino Núñez, director de la escena, se aprecia en muchos detalles del mismo, como en la elección de los cantes, los estilos de éste y las letras que interpretan el atrás, donde cada uno cumple su función.  

Aunque aparentemente no existe línea argumental, todo está hilado con sutileza, consiguiendo así que no se pierda en ningún momento dinamismo. Se hace entretenido vaya. Desde que Pilar Ogalla levanta el mantón, nada más comenzar, para bailar por alegrías hasta la bulería por soleá con la que Andrés Peña remata la faena todo conecta a la perfección. En medio, elementos coordinantes como esa ronda de palos que interpretan los cantaores, en los que se entremezclan tonás con pregones o seguiriyas con malagueñas. También, en otro de los detallazos de la noche, con un recuerdo a Mariana de Cádiz, cuya voz resuena justo antes de que May Fernández acometa con gracia los tanguillos de León y Quiroga ‘Catalina Fernández La Lotera’.    

Pero claro, no todo es eso, también hay que bailar bien, y en este ‘De sepia y oro’, el nivel es altísimo, primero con las coreografías que interpretan al unísono Andrés Peña y Pilar Ogalla durante la primera parte del espectáculo, desde las alegrías a la farruca, y segundo con el toque individual de cada artista, ya sea en el baile por guajiras y la soleá de la gaditana o en los tientos-tangos y la bulería por soleá del jerezano. 

Pilar se mueve sin ataduras, con una frescura fuera de lugar por alegrías, y envuelve de misterio la soleá con unDavid Carpio espectacular. Cómo ha ido encontrando su sitio este cantaor, ganando personalidad y convirtiéndose, hoy por hoy en una de las mejores gargantas de Jerez. Pero si la bailaora, en esta ansiada vuelta al festival, se sale, qué decir de Andrés Peña, un artista consolidado, como demostró por tientos-tangos, con momentos de altísimo nivel, y al compás de las bulerías de Jerez, sí de Jerez, porque todas las letras fueron de la tierra. 

Dentro del elenco es justo también reconocer la labor de Melchora Ortega, con esa rumba que grabó La Repompa y en la que se canta y baila con mucho ángel, la voz siempre llamativa de Londro, las palmas de Diego Montoya y Roberto Jaén, y una guitarra, la de Rafael Rodríguez que debería tener un monumento. Cómo toca, señores, tanto que él sólo llena la escena con su sonido. Insuperable. 

Baile

De sepia y oro

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